Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

SVR Clase 6. Dios el Padre°

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Es tiempo de sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina Valera: TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.

Juan 5:39. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original y su caída en pecado.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2. Es el estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución, redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección, predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la unión mística del creyente con Cristo.  Incluye el estudio de las doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto, organización y ordenanzas.  Incluye el estudio de las profecías de la Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial, los juicios finales y el estado eterno.

Clase 6. Dios el Padre por Lewis Sperry Chafer

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A. EL PADRE COMO LA PRIMERA PERSONA.
Se indica que hay tres Personas en la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y que ellas son un solo Dios. La Primera Persona es designada como el Padre. Por lo tanto, el Padre no es la Trinidad, el Hijo no es la Trinidad y el Espíritu tampoco es la Trinidad. La Trinidad incluye las tres Personas. Aunque la doctrina del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo está presentada en el Antiguo Testamento y estos términos se dan a las Personas de la Trinidad, el Nuevo Testamento define y revela la doctrina total.
Y en esta revelación neotestamentaria el Padre aparece eligiendo, amando y dando; el Hijo se revela sufriendo, redimiendo y sustentando; mientras que el Espíritu se manifiesta regenerando, impartiendo poder y santificando. El Nuevo Testamento se centra en revelar a Jesucristo, pero a la vez, presenta a Cristo como el Hijo de Dios, la verdad de Dios el Padre es, de esta manera, revelada. Dado el orden irreversible del Padre mandando y comisionando al Hijo, y el Hijo mandando y comisionando al Espíritu Santo, el Padre se designa correctamente en teología como la Primera Persona sin rebajar en ninguna manera la inefable deidad de la Segunda o la Tercera Persona.
En la revelación concerniente a la paternidad de Dios pueden observarse cuatro aspectos diferentes: 
1) Dios como el Padre de toda la creación
2) Dios el Padre por relación íntima;
3) Dios como el Padre de nuestro Señor Jesucristo, y
4) Dios como el Padre de todos los que creen en Jesucristo como Salvador y Señor.

B. LA PATERNIDAD SOBRE LA CREACIÓN.
Aunque las tres Personas participaron en la creación y participan en el sostenimiento del universo físico y de las criaturas que existen en él, la Primera Persona, o sea Dios el Padre, en una manera especial es el Padre de toda la creación. De acuerdo a Efesios 3:14-15, Pablo escribe: «Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra.» Aquí toda la familia de criaturas morales, incluyendo ángeles y hombres, son declaradas para constituir una familia de la cual Dios es el Padre. De una manera similar, en Hebreos 12:9 la Primera Persona es nombrada como «el Padre de los espíritus», lo que parece otra vez incluir todos los seres morales tales como ángeles y hombres.  De acuerdo a Santiago 1:17, la Primera Persona es el «Padre de las luces», una expresión peculiar que parece indicar que Él es el originador de toda luz espiritual. En Job 38:7 los ángeles se describen como hijos de Dios.
Job 38:7. Cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios? Job 1:6. Un día vino a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. Job 2:1. Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová.
A Adán se le refiere como hijo de Dios por creación en Lucas 3:38, por implicación, un hijo de Dios. Malaquías 2:10 hace la pregunta: « ¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?» Pablo, dirigiéndose a los atenienses en la colina de Marte, lo incluyó en este argumento: «Siendo, pues, linaje de Dios» (Hch. 17:29). En 1 Corintios 8:6 se hace la declaración: «Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas.»
En base a estos textos hay suficiente campo para concluir que la Primera Persona de la Trinidad, como el Creador, es el Padre de toda la creación, y que todas las criaturas que tienen vida física deben su origen a Él. Solamente en este sentido es correcto referirse a la paternidad universal de Dios. Todas las criaturas participan en este sentido en la hermandad universal de la creación. Esto no justifica, sin embargo, el mal uso de esta doctrina por los teólogos liberales para enseñar la salvación universal, o que cada hombre tiene a Dios como su Padre en un sentido espiritual.
C. LA PATERNIDAD POR UNA ÍNTIMA RELACIÓN.
El concepto y relación del padre y el hijo se usan en el Antiguo Testamento en muchas instancias para relacionar a Dios con Israel. De acuerdo a Éxodo 4:22, Moisés instruyó al Faraón: «Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.» Esto era más que ser meramente su Creador y era menos que decir que ellos eran regenerados, pues no todo Israel tenía vida espiritual. Afirma una relación especial de cuidado divino y solicitud para con Israel similar a la de un padre hacia un hijo.
Prediciendo el favor especial sobre la casa de David, Dios reveló a David que su relación hacia Salomón sería como de un padre hacia un hijo. El dijo a David: «Yo le seré a él padre, y él me será a mi hijo» (2 S.7:14). En general, Dios declara que su cuidado como un Padre será sobre todos quienes confían en El como su Dios. De acuerdo al Salmo 103:13, la declaración se hace: «Como el padre se compadece de sus hijos, se compadece Jehová de los que le temen.»
D. EL PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
La revelación más importante y extensa con respecto a la paternidad de Dios se relaciona con la vinculación de la Primera Persona a la Segunda Persona. La Primera Persona se describe como «el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo» (Ef. 1:3). La revelación teológica más comprensiva del Nuevo Testamento es que Dios el Padre, la Primera Persona, es el Padre del Señor Jesucristo, la Segunda Persona. El hecho de que Jesucristo en el Nuevo Testamento se refiere frecuentemente como el Hijo de Dios, y que los atributos y obras de Dios le son constantemente asignados, constituye de una vez la prueba de la deidad de Jesucristo y la doctrina de la Trinidad como un todo, con Cristo como la Segunda Persona en relación a la Primera Persona, como un hijo está relacionado a un padre.
Los teólogos, desde el siglo I han luchado con una definición precisa de cómo Dios es el Padre de la Segunda Persona. Obviamente los términos «padre» e «hijo» son usados de parte de Dios para describir la íntima relación de la Primera y Segunda Persona, sin cumplir necesariamente todos los aspectos que serían verdaderos en una relación humana de padre e hijo. Esto es especialmente evidente en el hecho de que ambos, el Padre y el Hijo, son eternos. El error de Arrio en el siglo IV, que el Hijo fue el primero de todos los seres creados, fue denunciado por la Iglesia temprana como una herejía, en vista del hecho de que la Segunda Persona es tan eterna como la Primera Persona.
Algunos teólogos, mientras que afirmaban la preexistencia de la Segunda Persona, han intentado empezar el papel de la Segunda Persona como un Hijo en algún tiempo en la creación, en la Encarnación, o en algún punto subsiguiente de especial reconocimiento hacia la Segunda Persona, como su bautismo, su muerte, su resurrección o su ascensión. Todos estos puntos de vista, sin embargo, son falsos, ya que la Escritura parece indicar que la Segunda Persona ha sido un Hijo en relación a la Primera Persona desde toda la eternidad.
La relación de Padre e Hijo, por lo tanto, se refiere a la deidad y unidad de la Santa Trinidad desde toda la eternidad, en contraste a la Encarnación, en la cual el Padre estaba relacionado a la humanidad de Cristo, la cual empezó en un tiempo. Dentro de la ortodoxia, y en conformidad a ella, las palabras del Credo de Nicena (325 D.c.), en respuesta a la herejía arriana del siglo IV, declaran: «el Unigénito Hijo de Dios, engendrado del Padre antes que todos los mundos; Dios de dioses, Luz de luz, Dios absoluto, engendrado, no hecho, siendo de una sustancia con el <Padre>. En igual manera, el Credo de Atanasio declara: «El Hijo es del Padre solamente; no hecho ni creado, sino engendrado... desde la eternidad de la sustancia del Padre.»
Usando los términos <Padre> e <Hijo> para describir la Primera y Segunda Personas, los términos son elevados a su más alto nivel, indicando unidad de vida, unidad de carácter y atributos, y aun una relación en la cual el Padre pudiera dar y enviar al Hijo, aun cuando esto se relaciona esencialmente con la obediencia del Hijo muriendo en la cruz. La obediencia de Cristo está basada sobre su calidad de Hijo, no en ninguna desigualdad con Dios el Padre en la unidad de la Trinidad.
Mientras que la relación entre la Primera y la Segunda Personas de la Trinidad es en realidad como la de un padre con su hijo y la de un hijo con su padre, el hecho en sí de esta relación ilustra una verdad vital que para hacerse accesible a nosotros condesciende a expresarse en la forma de pensamiento que corresponde a una mente finita. 2 Co. 1:3. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, Ga. 4:4. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, He. 1:2. En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.
Aunque brevemente mencionada en el Antiguo Testamento, es una de las enseñanzas más amplias del Nuevo Testamento, como puede verse en los puntos que señalamos a continuación:
1. Se declara que el Hijo de Dios ha sido engendrado por el Padre. Sal. 2:7. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Is. 7:14. Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Is. 9:6-7. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto. 
Jn. 1:14,18. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Jn. 3:16,18. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 1 Jn. 4:9. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
2. El Padre reconoce como su Hijo al Señor Jesucristo. Mt. 3:17. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. Mt. 17:5. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Lc. 9:35. Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.
3. El Señor Jesucristo reconoce a la Primera Persona de la Trinidad como su Padre. Mt. 11:27. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Mt. 26:63-64. Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Lc. 22:29. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí.
Jn. 8:16-29. Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí. Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais. Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir. Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. 
Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. Pero no entendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. 
Jn. 8:33-44. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jn. 17:1. Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;
4. Los hombres reconocen que Dios el Padre es el Padre del Señor Jesucristo. Mt. 16:16. Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Mr. 15:39. Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. Jn. 1:34,49. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. 49 Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Hch. 3:13. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad.
5. El Hijo manifiesta su reconocimiento del Padre sometiéndose a El. Jn. 8:29,49. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis. Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga.
6. Aún los demonios reconocen la relación que existe entre el Padre y el Hijo. Mt. 8:29. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?
E. EL PADRE DE TODOS LOS QUE CREEN EN CRISTO.
En contraste al concepto de Dios el Padre como el Creador, el cual se extiende a todas las criaturas, está la verdad de que Dios es el Padre, en una manera especial, de aquellos que creen en Cristo y han recibido la vida eterna.
El hecho de que Dios es el Padre de toda la creación no asegura la salvación de todos los hombres ni tampoco les da a todos vida eterna. La Escritura declara que hay salvación sólo para aquellos que han recibido a Cristo por la fe como su Salvador. La afirmación de que Dios el Padre es el Padre de toda la Humanidad, y que hay, por lo tanto, una hermandad universal entre los hombres, no significa que todos son salvos e irán al cielo. 
La Escritura enseña, en lugar de lo anterior, que sólo aquellos quienes creen en Cristo para salvación son hijos de Dios en un sentido espiritual. Esto no es en el terreno de su nacimiento natural dentro de la raza humana, ni en el terreno en el cual Dios es su Creador, sino más bien está basado sobre su nacimiento segundo, o espiritual, nacimiento dentro de la familia de Dios.
Jn. 1:12. Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; Ga. 3:26. Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; Ef. 2:19. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, Ef. 3:15. De quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, Ef. 5:1. Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Por medio de la obra de regeneración que efectúa el Espíritu Santo, el creyente es hecho un hijo legítimo de Dios. Y siendo Dios su Padre en verdad, el redimido es impulsado por el Espíritu a exclamar: «Abba, Padre.» Por haber nacido de Dios, es ya un participante de la naturaleza divina y, sobre la base de ese nacimiento, ha llegado a ser un heredero de Dios y coheredero con Cristo.
Jn. 1:12-13. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Jn. 3:3-6. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
Ro. 8:16-17. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Tito 3:4-7. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 1 P. 1:4. Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.
Al llegar a la consideración de lo que las Escrituras enseñan tocantes al poder y autoridad de Satanás en la actualidad, se darán más pruebas de que todos los hombres no son, por su nacimiento natural, hijos de Dios. Sobre este particular tenemos la evidencia de las más claras y directas enseñanzas del Señor Jesucristo. Refiriéndose a los que persisten en su incredulidad, El dice: «Vosotros sois de vuestro padre el diablo» (Jn. 8:44). Y de manera semejante se expresa cuando, al describir a los no regenerados, dice: «La cizaña son los hijos del malo» (Mt. 13:38). El apóstol Pablo dice que los no salvos son «hijos de desobediencia» e «hijos de ira» (Ef. 2:2-3).
Debe siempre recalcarse que ningún ser humano puede por su propia fuerza convertirse en un hijo de Dios. Esta es una transformación que sólo Dios es capaz de hacer, y El la efectúa únicamente a base de la sola condición que El mismo ha establecido, es decir, que Cristo sea creído y recibido en su carácter de único y suficiente Salvador.
Jn. 1:12. Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; La paternidad de Dios es una doctrina importante del Nuevo Testamento. Jn. 20:17. Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. 1 Co. 15:24. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. 
Ef. 1:3. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, Ef. 2:18. Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Ef. 4:6. Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.
Col. 1:12-13. Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 1 P. 1:3. Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.
1 Jn. 1:3. Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. 1 Jn. 2:1,22. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
1 Jn. 3:1. Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. La seguridad del amor y el cuidado de nuestro Padre Celestial son un gran consuelo para los cristianos y un estímulo a la fe y la oración.
PREGUNTAS
1. ¿Cómo son contrastadas las obras del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento?
2. ¿Cuáles son los cuatro aspectos distintos de la paternidad de Dios?
3. Resumir la evidencia de que Dios es el Padre de toda la creación.
4. ¿Qué significa la paternidad de Dios por relación íntima?
5. Explica la eterna relación de padre e hijo entre Dios el Padre y Jesucristo.
6. ¿Qué evidencias sostienen el concepto de Dios el Padre en relación a Jesucristo el Hijo?
7. ¿Qué quiere decir que Dios es el Padre de todos los que creen en Cristo?
8. ¿Cómo un hombre se convierte en un hijo de Dios?
9. ¿Cuáles son algunos de los resultados de convertirse en un hijo de Dios?
10. ¿En qué error se incurre cuando se dice que todos los hombres son hijos de Dios?

11. ¿Cómo la paternidad de Dios conforta a un creyente en Cristo?  

SVR Clase 5. La Trinidad de Dios°


Es tiempo de sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina Valera: TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.

Juan 5:39. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original y su caída en pecado.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2. Es el estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución, redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección, predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la unión mística del creyente con Cristo.  Incluye el estudio de las doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto, organización y ordenanzas.  Incluye el estudio de las profecías de la Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial, los juicios finales y el estado eterno.

Clase 5. La Trinidad de Dios por Lewis Sperry Chafer


A. EL CREER EN LA EXISTENCIA DE DIOS.
La creencia de que existe un ser divino mucho más grande que el hombre, ha sido común en todas las culturas y civilizaciones. Esto se debe, en parte, al hecho de que el hombre razona que tiene que existir una explicación para nuestro mundo y para la experiencia humana y que sólo un ser superior al hombre serviría para poder explicarlo. El hombre, intuitivamente, por su propia naturaleza religiosa, propende a buscar un ser que de algún modo es mucho más alto y superior a él.
Esto también puede ser explicado, en parte, por la obra del Espíritu Santo en el mundo y que se extiende a toda criatura, una obra que se designa en Teología como gracia común, en contraste con la obra especial del Espíritu relacionada con la salvación del hombre. El moderno fenómeno de muchos que afirman ser ateos surge de la perversión de la mente humana y la negación de que es posible cualquier explicación racional del universo. De acuerdo con esto, la Biblia declara que un ateo es un loco estúpido.
Sal. 14:1. Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien.
Ordinariamente, el hombre no busca pruebas de su propia existencia, ni de la existencia de las cosas materiales, que reconoce por sus sentidos. Aunque Dios es invisible en su persona, su existencia es tan evidente que los hombres por lo general no requieren pruebas para el hecho de Dios. La duda de la existencia de Dios es debida evidentemente a la perversidad del propio hombre, a su ceguera y a la influencia satánica. La evidencia de la existencia de Dios en la creación es tan clara que el rechazarla es el fundamento de la condenación del mundo pagano, que no ha escuchado el Evangelio.
Según Romanos 1:19-20, es «porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó, porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas».
La revelación de Dios mediante los profetas, antes de que la Escritura fuese escrita, y la revelación procedente de la Escritura, ha penetrado, en cierto grado, la conciencia total del hombre hoy día. Aunque el mundo, en general, está ignorante de la revelación escritural, algunos conceptos de Dios han penetrado en el pensamiento de todo el mundo, de tal forma que la creencia en una especie de Ser superior es generalmente cierta incluso entre hombres a quienes no ha llegado directamente la Escritura.
Aunque los antiguos filósofos griegos ignoraron la revelación bíblica, no habiéndoles sido familiar, hicieron, sin embargo, algunos intentos para explicar nuestro universo sobre la base de un Ser superior. Varios sistemas de pensamiento han evolucionado:
1) el politeísmo; es decir, la creencia en muchos dioses;
2) hilozoísmo, que identifica el principio de la vida encontrado en toda la creación como siendo Dios mismo;
3) materialismo, que arguye que la materia funciona por sí misma de acuerdo con una ley natural y no es preciso ningún dios para su funcionamiento, teoría que apoya el moderno evolucionismo; y
4) panteísmo, que sostiene que Dios es impersonal e idéntico con la propia Naturaleza, y que Dios es inmanente, pero no trascendente. Existen, así, muchas variantes de tales conceptos respecto a Dios.
Argumentando en favor de la existencia de Dios, procediendo de los hechos de la creación, aparte de la revelación de la Escritura, pueden observarse cuatro clases generales o líneas de razón:
1) El argumento ontológico; sostiene que Dios tiene que existir, porque el hombre universalmente cree que existe. Esto, a veces, es llamado un argumento a priori.
2) El argumento cosmológico; mantiene que todo efecto necesita tener una causa suficiente, y, por tanto, el universo, que es un efecto, tiene que haber tenido un Creador como causa. Implicada en este argumento está la complejidad de un universo ordenado, que no pudo haber tenido existencia accidental.
3) El argumento teológico; resalta que cada diseño tiene que haber tenido un diseñador, y como la totalidad de la creación está intrincadamente diseñada e interrelacionada, tuvo, por tanto, que haber tenido un gran diseñador. El hecho de que todas las cosas funcionen juntas, indica que este diseñador ha tenido necesariamente que haber sido uno de infinito poder y sabiduría.
4) El argumento antropológico; arguye que la naturaleza y existencia del hombre resulta absolutamente inexplicable de no ser por la creación de Dios, quien tiene una naturaleza similar, pero mucho mayor que la del hombre. Implicado en este argumento está el hecho de que el hombre tiene intelecto (capacidad para pensar), sensibilidad (capacidad para sentir) y voluntad (capacidad para realizar la elección moral). Tal extraordinaria capacidad apunta hacia el Uno que tiene similares pero mucho mayores capacidades y que ha creado al hombre.
Aunque estos argumentos en favor de la existencia de Dios tienen considerable validez y el hombre puede ser justamente condenado por rechazarlos (Ro. 1:18-20), no han sido suficientes para llevar al hombre en la apropiada relación con Dios o producir una fe real en Dios, sin la asistencia de la completa revelación de Dios, confirmando todos los hechos encontrados en la Naturaleza, pero añadiendo a la revelación natural muchas verdades que ésta no hubiera desvelado por sí.
Ro. 1:18-20. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. 20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
B. LA UNIDAD DE LA DIVINA TRINIDAD.
En general, el Antiguo Testamento recalca el énfasis de la unidad de Dios.
Ex. 20:3. No tendrás dioses ajenos delante de mí. Dt. 6:4. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Is. 44:6. Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.
Un hecho que también se enseña en el Nuevo Testamento. Jn. 10:30. Yo y el Padre uno somos. Jn. 14:9. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? Jn. 17:11,22-23. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Col. 1:15. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Tanto en el Antiguo como en una gran parte del Nuevo Testamento también se indica que Dios existe como una Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Muchos creen que la doctrina de la Trinidad está implícita en el uso de la palabra Elohim, como un nombre para Dios, y que está en una forma plural y parece referirse al Dios trino y uno.
En los principios del Génesis hay referencias al Espíritu de Dios, y los pronombres personales en plural se usan para Dios como en el Génesis 1:26; 3:22; 11:7. Gn. 1:26. Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Gn. 3:22. Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Gn. 11:7. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.
Frecuentemente, en el Antiguo Testamento hay distinción dentro de la naturaleza de Dios, en términos de Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Isaías, en 7:14, habla del Hijo como Emanuel, «Dios con nosotros», que tiene que ser distinto del Dios Padre y del Espíritu. Este Hijo es llamado, en Isaías 9:6, «Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz».
En el Salmo 2:7, Dios Padre, referido como «Yo», indica que es su propósito tener a su Hijo como el supremo soberano sobre la tierra. Por lo mismo que el Padre y el Hijo quedan distinguidos, así Dios también se distingue del Espíritu Santo, como en el Salmo 104:30, donde el Señor envía a su Espíritu.
Sal. 2:7. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Sal. 104:30. Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra.
A estas evidencias hay que añadir todas las referencias del Ángel de Jehová, que señala las apariciones del Hijo de Dios en el Antiguo Testamento como uno enviado por el Padre, y referencias al Espíritu del Señor, como el Espíritu Santo, distinto del Padre y del Hijo.
A esas evidencias del Antiguo Testamento el Nuevo añade una revelación adicional. Aquí, en la persona de Jesucristo, está el Dios Encarnado, concebido por el Espíritu Santo, y, con todo, Hijo de Dios, el Padre. En el bautismo de Jesús, la distinción de la Trinidad se hace evidente con Dios Padre hablando desde los cielos, el Espíritu Santo descendiendo como una paloma y esparciendo luz sobre El, y el propio Jesucristo bautizado (Mt. 3:16-17). Esas distinciones de la Trinidad se observan también en pasajes tales como Juan 14:16, donde el Padre y el Consolador quedan distinguidos del propio Cristo, y en Mateo 28:19, donde los discípulos son instruidos para bautizar a los creyentes «en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».
Las muchas indicaciones que hay, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, de que Dios existe o subsiste como trino y uno, han conformado la doctrina de la Trinidad como un hecho central de todas las creencias ortodoxas, desde los principios de la iglesia hasta los tiempos más modernos. Cualquier desviación de esto se considera como un apartamiento de la verdad escritural. Aunque la palabra «Trinidad» no se da en la Biblia, los hechos de la revelación escritural no permiten otra explicación.
Aunque la doctrina de la Trinidad es un hecho central, el núcleo de la fe cristiana está más allá de la comprensión humana y no tiene paralelo en la experiencia del hombre. La mejor definición es el sostener que, aunque Dios es uno, El existe en tres personas. Estas personas son iguales, tienen los mismos atributos y son igualmente dignas de adoración, culto y fe. Con todo, la doctrina de la unidad de la Divinidad está clara en el sentido de que no hay tres dioses separados, como tres seres humanos separados, tales como Pedro, Santiago y Juan.
De acuerdo con esto, la verdadera fe cristiana no es un tri teísmo, como creencia en tres dioses. Por otra parte, la Trinidad no tiene que ser explicada como tres modalidades de existencia, es decir, que un solo Dios se manifiesta a sí mismo en tres formas. La Trinidad es esencial para el ser de Dios y es más que una forma de la revelación divina.
Las personas de la Trinidad, aunque tengan iguales atributos, difieren en ciertas propiedades. De aquí que la Primera Persona de la Trinidad sea llamada Padre. La Segunda Persona es llamada el Hijo, como enviada por el Padre. La Tercera Persona es el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo. Esto es llamado en teología la doctrina de la procesión, y el orden no es nunca invertido, es decir, el Hijo nunca envía al Padre, y el Espíritu Santo nunca envía al Hijo. De la naturaleza de la unicidad de la Divinidad no existe ilustración o paralelo en la experiencia humana. Así pues, esta doctrina tiene que ser aceptada por la fe sobre la base de la revelación escritural, incluso aunque esté más allá de toda comprensión y definición humanas.
C. LOS NOMBRES DE DIOS.
En el Antiguo Testamento hay tres nombres atribuidos a Dios. El primer nombre, «Jehová» o «Yahvé», es el nombre de Dios aplicado sólo al verdadero Dios. El primer nombre aparece en conexión con la creación en el Génesis 2:4, y el significado del nombre se define en el Éxodo 3:13-14 como «Yo soy el que soy», es decir, el existente por sí mismo, el eterno Dios.
El nombre más común para Dios en el Antiguo Testamento es Elohim, una palabra que es utilizada tanto para el verdadero Dios como para los dioses del mundo pagano. Este nombre aparece en el Génesis 1:1. Se ha debatido mucho este nombre, pero parece incluir la idea de ser el «Uno y Fuerte», el Ser que tiene que ser temido y reverenciado. A causa de estar en una forma plural parece incluir a la Trinidad, aunque pueda ser usado también en las Personas individuales de la Trinidad.
El tercer nombre de Dios en el Antiguo Testamento es Adonai, que comúnmente significa «dueño o señor», y es utilizado, no solamente de Dios como nuestro Dueño, sino también de los hombres que son amos sobre sus siervos. Con frecuencia se une a Elohim, como en Génesis 15:2; y cuando es usado así, recarga el énfasis del hecho de que Dios es nuestro Amo o Señor. Muchas combinaciones de estos nombres de Dios se encuentran a lo largo del Antiguo Testamento. El más frecuente es Jehová Elohim, o Adonai Elohim.
A estas combinaciones de los tres primitivos nombres de Dios hay que añadir muchos otros compuestos y que se encuentran en el Antiguo Testamento, tales como:
Jehová-jiré, que significa «el Señor proveerá» Gn. 22:13-14.
Jehová-rafah, «el Señor que sana» Ex. 15:26.
Jehová-nissi, «el Señor es nuestra bandera» Ex. 17:8-15.
Jehová-Shalom, «el Señor es nuestra paz» Jue. 6:24.
Jehová-sidkenu, «el Señor es nuestra justicia» Jer. 23:6.
Jehová-sama, «el Señor está presente» Ez. 48:35.
En el Nuevo Testamento se encuentran títulos adicionales en donde la Primera Persona se distingue por «el Padre», la Segunda como «el Hijo» y la Tercera como «el Espíritu Santo». Estos títulos, por supuesto, se encuentran también en el Antiguo Testamento, pero son más comunes en el Nuevo. La discusión respecto a estos términos seguirá en los capítulos que tratan de las tres Personas de la Trinidad.
D. LOS ATRIBUTOS DE DIOS.
En el Ser esencial de Dios hay ciertos atributos inherentes o cualidades esenciales de Dios. Tales atributos están eternamente mantenidos por el Dios Trino y Uno y son iguales para cada persona de la Divinidad. Incluido en dichos atributos está el hecho de que:
Dios es Espíritu. Jn. 4:24. Dios es vida. Jn. 5:26. Dios existe por sí mismo. Ex. 3:14. Dios es infinito. Sal. 145:3. Dios es inmutable o sin cambios. Sal. 102:27. Stg. 1:17. Dios es la verdad. Dt. 32:4. Dios es amor. 1 Jn. 4:8. Dios es eterno. Sal. 90:2. Dios es omnisciente. Sal. 147:4-5.
E. LA SOBERANIA DE DIOS.
Los atributos de Dios ponen de manifiesto que Dios es lo supremo sobre todo lo existente. No queda nada sujeto a otro poder, autoridad o gloria y no está sujeto a ninguna entidad que sea superior a El. El representa la perfección hasta un grado infinito en cualquier aspecto de su Ser. El no puede jamás ser sorprendido, derrotado o disminuido. No obstante, sin sacrificar su autoridad o comprometer la realización final de su perfecta voluntad, Dios se ha complacido en dar a los hombres una medida de libertad y de elección, y para el ejercicio de esta elección Dios mantiene al hombre responsable.
A causa de estar el hombre, en su depravado estado, ciego e insensible a la obra de Dios, aparece claro en la Escritura que los hombres no deben apartarse de Dios, suprimiendo al Espíritu de sus corazones. Jn. 6:44. Jn. 16:7-11. Del lado humano, sin embargo, el hombre es responsable de su incredulidad y se le ordena que crea en el Señor Jesucristo con el objeto de que pueda ser salvado. Mr. 1:15. Hch. 16:31. Hch. 17:30-31.
Es también verdad que en los asuntos de los hombres, especialmente de los cristianos, Dios actúa para que se cumpla su voluntad. Fil. 2:13. Ro. 12:1-2.
El hecho de que Dios haya otorgado una cierta libertad al hombre no introduce un factor de incertidumbre en el universo, puesto que Dios se anticipa y conoce hasta el infinito todo lo que los hombres harán en respuesta a las influencias divinas y humanas y que se producen en sus vidas. Su soberanía, por tanto, se extiende infinitamente a todo acto, incluso si temporalmente ha de ser en el mal, por permitirlo, y que en última instancia todo redunda en que Dios pueda ser glorificado.
F. EL MANDATO DE DIOS.
El propósito soberano de Dios se define teológicamente como el mandato de Dios, refiriéndose al plan general que incluye todos los acontecimientos de cualquier clase que puedan ocurrir. El mandato de Dios incluye esos acontecimientos que Dios hace por sí mismo, y también incluye todo lo que Dios lleva a cabo mediante la ley natural, sobre la cual El es absoluto soberano. Más difícil de comprender es el hecho de que su mandato soberano también se extiende a todos los actos de los hombres, los cuales están incluidos en su plan eterno.
Aunque sea incomprensible para nosotros, es evidente que el Dios omnisciente, teniendo un completo conocimiento de lo que el hombre hará en su libertad, al decidir conceder al hombre la libertad de elección, no introduce ningún elemento de incertidumbre. El plan divino, de acuerdo con esto, incluyó el permitir el pecado como Adán y Eva lo cometieron, con todos los resultados de esta comisión del pecado. Ello incluye el divino remedio de Cristo, muriendo en la cruz, y toda la obra del Espíritu Santo en llevar a los hombres el arrepentimiento y la fe.
Aunque la obra de Dios en el corazón humano es inescrutable, la Biblia determina claramente que si bien, de una parte, lo que el hombre hace fue incluido en el mandato eterno de Dios, de otra, el hombre opera con libertad de elegir y es responsable de sus libres actos de elección. El mandato de Dios no es el fatalismo --un control de todos los acontecimientos ciego y mecánico-, sino que es el plan inteligente, amoroso y sabio, en el cual el hombre, responsable de sus actos, se mantiene responsable por lo que hace, siendo, por lo demás, recompensado por sus buenas obras.
El mandato de Dios puede ser dividido en subdivisiones tales como su mandato de crear, su mandato de preservar el mundo, su mandato de Providencia y su sabio gobierno del universo. Su mandato incluye las promesas o alianzas de Dios, sus propósitos en la Divina Providencia y su gracia, supremamente manifestada hacia el hombre. Ante semejante Dios, el hombre sólo puede inclinarse en sumisión, en amor y en adoración.
PREGUNTAS
1. ¿Cómo podemos estimar la creencia común en la existencia de Dios?
2. ¿Por qué el ateísmo es irrazonable?
3. ¿Con qué claridad se manifiesta la revelación de Dios en la Naturaleza?
4. Definir cuatro sistemas de pensamiento que intenten explicar el universo sobre la base de un Ser superior.
5. ¿Cuál es el argumento ontológico para la existencia de Dios?
6. ¿Cuál es el argumento cosmológico para la existencia de Dios?
7. ¿Cuál el argumento teológico?
8. ¿En qué consiste el argumento antropológico para la existencia de Dios?
9. ¿Hasta qué extremo recarga el énfasis el Antiguo Testamento la unidad de Dios?
10. ¿En qué medida enseña el Antiguo Testamento la doctrina de la Trinidad?
11. ¿Y en cuál medida, también, lo hace el Nuevo Testamento?
12. Distinguir la doctrina de la Trinidad del triteísmo.
13. ¿Por qué no puede explicarse la Trinidad como tres modos de la existencia de Dios?
14. Explicar cómo la Trinidad se distingue por determinadas propiedades.
15. Establecer y definir los tres nombres más importantes de Dios en el Antiguo Testamento.
16. ¿Cuáles son algunos de los nombres compuestos que se mencionan para Dios en el Antiguo Testamento?
17. ¿Cuáles son los nombres distintivos de las tres personas de la Trinidad en el Nuevo Testamento?
18. Designar algunos de los atributos importantes de Dios según está revelado en la Escritura.
19. ¿Qué es lo que quiere significarse por soberanía de Dios?
20. ¿Qué quiere significarse por el mandato de Dios?
21. ¿En qué forma puede ser subdividido el mandato de Dios?
22. ¿De qué manera se distingue el mandato de Dios del fatalismo?

23. ¿Por qué la revelación bíblica pide nuestra sumisión, nuestro amor y la adoración en relación con Dios?