Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Disciplinados por nuestro Padre Celestial°



En la iglesia se habla del poder de Dios, de victorias, de guerras espirituales y que somos más que vencedores, pero muy poco se nos habla para preparamos para cuando vengan esos momentos. Cuando oramos por una sanidad y no llega, creemos que Dios nos ha abandonado, se muere alguien por el que estuvimos orando muchos años, y decimos ¿Qué paso?, ¿Dónde está Dios?, hay que saber que eso es parte de la vida y que Dios puede tomar todas esas situaciones para bien nuestro. La prueba es para prepararnos y ser más fuertes, mejores, para revelar el carácter de Cristo: La disciplina nos prepara para producir frutos para vida eterna, la disciplina  corrige al que es recibido por hijo, la disciplina es para forjar en hombres y mujeres que expresen el carácter de Jesucristo en su forma de vida.

Hebreos 12:4-11. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.



Detrás de cada hecho que nos sucede, y detrás de cada circunstancia que nos rodea, está la mano de Dios que, amorosamente, nos disciplina para que alcancemos la madurez. El apóstol dijo a los hebreos que, aunque habían sufrido mucho y pasado muchas pruebas y persecuciones en su lucha contra el pecado, todavía no habían resistido hasta derramar sangre. A este respecto, se quedaron cortos de lo que sufrió nuestro Señor (Hebreos 12:2. RVR60. Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios). 

Todo campeón de algún deporte, practica la disciplina. De hecho, casi sin excepción, los ganadores son exitosos por causa de la disciplina, la que les da origen a los hábitos exitosos. No sólo la disciplina afila la mente y pone el cuerpo en condiciones, sino que produce también un efecto que es la seguridad en la victoria y en la obtención de los logros y metas. Como un niño que recibe disciplina de sus padres, se siente seguro en su amor, así la persona que recibe la disciplina divina tiene confianza que le van a suceder cosas buenas y no malas.

Lo que los creyentes sufren no puede nunca compararse con lo que el Señor sufrió. ¿Qué debe esperar una persona después de ser salva? No hemos de dar una esperanza indebida a los hermanos. Les deberíamos enseñar que van a encontrar muchos problemas en el futuro, pero el propósito y el designio de Dios están detrás de todo ello. En Hebreos 12:5-6, el apóstol cita Proverbios 3, y dice que si el Señor nos disciplina, no debemos menospreciar esa disciplina como algo sin importancia, y que si el Señor nos reprende, no debemos desmayar.

Algunos consideran triviales las dificultades, los sufrimientos y la disciplina que Dios les manda, de modo que pasa inadvertida para ellos. Otros desmayan cuando el Señor los reprende y los tiene en sus manos. Piensan que ya han sufrido demasiado en medio de sus circunstancias, y que la vida cristiana es muy difícil. Desmayan y tambalean ante las dificultades que encuentran en el camino. Ambas actitudes son incorrectas.

Muchos hijos de Dios han sido salvos durante años, sin embargo, no ven el propósito que Dios tiene al castigarlos. Pasan ciegamente por sus experiencias. No se preguntan acerca de lo que atraviesan hoy, y lo dejan pasar inadvertidamente. Por una parte, entonces, no debemos menospreciar la disciplina; por otra, no debemos hacer demasiado escándalo al respecto. Debemos aprender a aceptar la disciplina del Señor y comprender que la disciplina que nos inflige y el oprobio que llevamos siempre tienen un propósito.

Santiago 1:12-14. RVR60. Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.

Ningún padre disciplina al hijo de otro; a ningún padre le preocupa si el hijo del vecino es buen hijo o un mal hijo, pero sí disciplina específicamente a sus propios hijos. El padre tiene un plan definido al disciplinar a su hijo y lo moldea para que desarrolle cierto carácter. Del mismo modo, desde el día en que fuimos salvos, Dios ha estado operando en nosotros según un plan definido. Él desea que aprendamos ciertas lecciones a fin de que seamos conformados a su naturaleza y que seamos como Él. Su meta es hacernos cierta clase de personas. Nuestros padres carnales nos disciplinaban y los respetábamos. Reconocíamos que la disciplina era correcta y la aceptábamos. ¿No es mucho mejor someternos al Padre de los espíritus y vivir? Esto nos muestra que la filiación nos conduce a la disciplina, y ésta produce sumisión.

Nos sujetamos a Dios en dos asuntos: en sus mandamientos (los preceptos que constan en la Biblia), y en su corrección, es decir, lo que Dios hace en nuestras circunstancias. En muchas ocasiones, es suficiente obedecer la palabra de Dios. Pero hay casos en los que también tenemos que sujetarnos a la disciplina de Dios. Él ha dispuesto muchas cosas en nuestro ambiente, y nosotros debemos aprender las lecciones que ellas nos ofrecen. Debemos estar conscientes de la clase de personas que somos a los ojos de Dios. Somos rebeldes y obstinados por naturaleza. Somos como niños traviesos, que no obedecen a menos que el padre tenga una vara en la mano. Sólo prestamos atención cuando se nos castiga. Si no se nos azota, seguimos orondos. Por esta razón, la disciplina es absolutamente necesaria. Deberíamos conocernos a nosotros mismos; no somos tan simples como pensamos. El apóstol nos mostró que el fin del castigo es hacernos humildes y obedientes. Estas son virtudes indispensables.

Con frecuencia, los padres disciplinan a sus hijos de manera indebida, pero la disciplina de Dios no es motivada por el enojo a modo de retribución: tiene un carácter constructivo, y su objetivo es nuestro beneficio. ¿Qué beneficio obtenemos de esta disciplina? Dios nos disciplina con el propósito de que participemos de su santidad, su naturaleza y su carácter. La Biblia habla de diferentes clases de santidad. Que Cristo sea nuestra santidad, es una cosa, pero que nosotros seamos santificados en Él, es otra. La santidad de la que habla aquí se forja en nosotros; no es un don que recibamos repentinamente, y se relaciona con nuestra constitución. La santidad que se menciona aquí es forjada en nosotros por medio de la disciplina, de azotes y de la obra diaria que Dios realiza en nuestro interior. Si permanecemos bajo la disciplina de Dios, conoceremos gradualmente lo que es santidad. Si permanecemos en ella hasta el final, seremos santos en todo nuestro carácter.

Proverbios 3. RVR60. Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos;  Porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; Y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres.  Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal;  Porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.  Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos;  Y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.  

No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere. Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia;  Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino.  Más preciosa es que las piedras preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella. Largura de días está en su mano derecha; En su izquierda, riquezas y honra. Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz.  Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen.  Jehová con sabiduría fundó la tierra; Afirmó los cielos con inteligencia.  Con su ciencia los abismos fueron divididos, y destilan rocío los cielos.  Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo, y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello. Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará.  Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato.  No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso.  

No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo. No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle.  No intentes mal contra tu prójimo que habita confiado junto a ti.  No tengas pleito con nadie sin razón, si no te han hecho agravio.  No envidies al hombre injusto, ni escojas ninguno de sus caminos. Porque Jehová abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los justos. La maldición de Jehová está en la casa del impío, pero bendecirá la morada de los justos. Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores, y a los humildes dará gracia.  Los sabios heredarán honra, mas los necios llevarán ignominia.

¡Necesitamos mucha disciplina para que Dios pueda forjar en nosotros un carácter santo! Ante Dios tenemos una cantidad limitada de años para crecer en la vida cristiana. Si evadimos la disciplina de Dios, o no permitimos que produzca el efecto esperado, nuestra pérdida será, en verdad, una pérdida eterna. Dios no solamente nos imparte su santidad como un don, sino que también desea que participemos de ella por medio de la disciplina que nos aplica. Necesitamos toda clase de reveses, dificultades, ajustes, fracasos, exhortaciones y correcciones para poder participar del carácter santo de Dios. Este es uno de los varios aspectos de la salvación descrita en el Nuevo Testamento. Dios primero nos da algo, y luego forja eso mismo en nosotros. Cuando tenemos ambos aspectos, tenemos la salvación plena. Uno es un don de Cristo, y el otro es lo que forja el Espíritu Santo en nosotros.

Todo hijo de Dios debe darse cuenta de que Dios ha preparado muchas lecciones para Él y ha tomado las medidas necesarias disponiendo las circunstancias, las experiencias y los sufrimientos, con el propósito de producir cierto carácter. Tenemos que reconocer la mano de Dios, la cual nos guía en toda circunstancia. Tan pronto nos salgamos del camino recto, su mano estará sobre nosotros y nos herirá para hacernos volver. Todo hijo de Dios debe estar preparado para aceptar la mano disciplinaria de Dios.

Solamente los cristianos pueden participar de los azotes y la disciplina de Dios. Nosotros recibimos disciplina, no castigo. El castigo es la retribución por nuestros errores, mientras que la disciplina tiene el propósito de educarnos. Somos castigados por haber hecho algo malo y, por ende, corresponde al pasado. La disciplina también se relaciona con nuestros errores, pero se aplica con miras al futuro y tiene un propósito. Puedo decir con confianza que Dios desea que cada uno de sus hijos lo glorifique en ciertas áreas, cada uno de diferente manera. Cada cual tiene su porción en su área específica.

Los hijos de Dios verdaderamente experimentarán una gran pérdida si no entienden la disciplina. Muchas personas durante años llevan vidas llenas de necedad a los ojos de Dios. Les es imposible avanzar. No tienen idea de lo que el Señor desea hacer en ellos. Andan según sus propios deseos y vagan en el desierto, sin restricción y sin rumbo. Dios no actúa de esta manera. Él tiene un propósito en todo lo que hace y actúa con el propósito de moldear un carácter sólido en nosotros para que podamos glorificar su nombre.

El fruto de la disciplina. Hebreos 12:11-13. RVR60. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Los que rechazan la gracia de Dios, por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.

Muchas veces se tiene la impresión de que Dios escarba hasta llegar a las raíces de la persona. Tal vez experimente cómo Dios le desarraiga por medio de los sufrimientos. Quizá sea despojado de todo lo que tiene. Esto es ser vaciado de vasija en vasija. La mano de Dios nos triturará completamente, a fin de sacar nuestro sedimento. No piense que la quietud y la comodidad son buenas. La quietud de Moab hizo que él siguiera siendo Moab para siempre. Debido a que Moab nunca había sido disciplinado por Dios, su sabor permaneció en él y su olor no cambió. Esta es la razón por la cual Dios desea eliminar su sabor y cambiar su olor. Usted tenía cierta clase de sabor y olor antes de creer en el Señor. Es probable que hoy, después de diez años, esté igual. Si es así, Dios no ha forjado ni esculpido nada en usted.

La disciplina de Dios es verdaderamente valiosa. El desea desarraigarnos y verternos de vasija en vasija. Dios nos disciplina de diferentes maneras para que perdamos nuestro olor original y demos fruto apacible.

Jeremías 18: La señal del alfarero y el barro. RVR60. Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
El hombre debe estar en paz con Dios para que este fruto se produzca. Lo peor que uno puede hacer es murmurar y rebelarse cuando está siendo disciplinado. Uno puede afligirse, pero no debe murmurar ni rebelarse. Si uno tiene el fruto apacible dentro, espontáneamente participará de la santidad de Dios. Espero que ninguno de nosotros sea como Moab. Si nuestro olor sigue siendo el mismo por diez o veinte años, nunca ha producido fruto apacible ante Dios y no se ha forjado en nosotros un carácter santo.

Después de ser disciplinados. Algunas veces parece que la disciplina hace que las manos se detengan y las rodillas se paralicen. Pero aún en estas circunstancias brota el fruto apacible, el fruto de justicia. No piense que cuando una persona sufre mucha opresión y disciplina, no le queda nada por hacer. Después de ser disciplinados y quebrantados, necesitamos levantar las manos caídas y enderezar las rodillas paralizadas. Si una persona está en paz con Dios, tendrá justicia. Tan pronto como se calme y se someta a Dios, todo se acoplará debidamente. Al humillarnos, somos constituidos de un carácter santo. Aunque haya soportado muchas pruebas y experimentado muchas penalidades, de todos modos debe levantar las manos caídas y enderezar las rodillas paralizadas. Al mismo tiempo, debemos hacer sendas derechas para nuestros pies. Si un hermano se desvía, tal extravío podría dificultar que otros encuentren la senda derecha. Nosotros debemos producir fruto apacible. Esto no solamente nos mantiene en la senda recta, sino que también abrirá una senda derecha para que otros la sigan.

Salmo 51. RVR60. Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. Haz bien con tu benevolencia a Sion; Edifica los muros de Jerusalén. Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.

La disciplina de Dios nunca debe ser tomada como una señal de su rechazo, sino más bien es una señal clara de que somos sus hijos. La palabra dice: Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí (Mateo 11:39-30), Esto no es simplemente una poesía, una expresión bonita o poética, se está refiriendo a ese elemento de la vida cristiana, cuando usted entra a una relación con Cristo él le pone su yugo, para formar a un hombre, una mujer útil para el evangelio y de bendición para su vida. La gente más feliz en este mundo, son todos aquellos que se dejan disciplinar por Dios. No menosprecie la disciplina del Señor. Bendiciones.

Llamados a servir a Dios°






Juan 13:15-17. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.

Eclesiastés 4:9-12. Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto. Aquí se afirma que la unión hace la fuerza, y se dan varios ejemplos. De igual manera, es importante que las familias estén unidas, que las Iglesias estén unidas, y que las naciones estén unidas. Nuestro tema será sobre nuestro servicio o trabajo para Dios como cristianos, pero dependiendo de él.

No podemos llevar una vida conformista o cómoda después de que hemos recibido a Jesucristo como Señor y Salvador de nuestras vidas, no podemos desperdiciar el tiempo que nos resta de existencia viviendo una vida vana y sin propósito. Hemos sido rescatados para servir a nuestro Dios. Muchos que tienen posesiones económicas y un buen nivel de vida no toman en cuenta a Dios, su situación económica hace que ellos piensen que no tienen necesidad de vivir para Dios de acuerdo a lo que la Biblia nos enseña. Otra parte de los seres humanos ven como una obligación que Dios y la vida tienen una deuda con ellos por lo que su actitud es de exigencia constante acompañada de algo de egoísmo. Que sea la Palabra de Dios y el Espíritu Santo  mostrándonos el camino a seguir y que nos de la ayuda y fortaleza necesarias para volvernos de aquellos caminos que no nos sirven ni edifican.

Proverbios 14:12. Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte.         

Otro punto que quiero tocar en esta charla es sobre aquellos que dicen servir a Dios en un ministerio pero que lo hacen sin con contar con él o por buscar sus propios intereses egoístas y no los del Señor, ni el beneficio del reino de los cielos,  ni mucho menos el de las almas que han sido rescatadas para salvación y vida eterna. 

Cuando Jesucristo se convierte verdaderamente en Señor de una vida, esta cambiará de manera radical en cuanto a la manera de vivir y pensar. Romanos 12.1-2. Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.

Sobre este tema vamos a empezar por una pequeña ilustración. Cuentan que cierta mujer fue a ver un fotógrafo para que la retratara. La señora se había arreglado lo mejor que había podido y la fotografía salió buena. Pero el fotógrafo se dijo a sí mismo: “Tengo que retocar estos retratos porque si los dejo como están, esa señora no quedará contenta.” En efecto, cuando ella regresó a ver al fotógrafo para reconocer los retratos, quedó muy satisfecha: creyó que era más bonita de lo que en realidad era. Primero se engañó a sí misma; después se dejó engañar por el fotógrafo. 

Así son los hombres y mujeres con respecto a su mayordomía: Como seres humanos muchas veces creemos que como estamos y pensamos vamos de la manera correcta por esta tierra, sin contar con la voluntad de Dios. Podemos llegar a pensar que haciendo buenas obras o si vamos a tal o cual iglesia, que si pertenecemos a cierta religión u organizaciones de carácter benéfico o que si cumplimos con los deseos de nuestro corazón sin hacerle daño a nadie logrando nuestros sueños y objetivos habremos cumplido con nuestra parte, pero la verdad de nuestra existencia va más allá de lo que nos imaginamos.

Mateo 5:45. Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Santiago 1:17. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

1 Corintios 3:1-17. De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. PORQUE NOSOTROS SOMOS COLABORADORES DE DIOS, Y VOSOTROS SOIS LABRANZA DE DIOS, EDIFICIO DE DIOS. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. 

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. 

Daniel 12:3. (Reina-Valera 1960). Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.

Necesitamos ser entendidos y tener un corazón dispuesto para permitir que Dios lleve a cabo sus planes y propósitos en nuestras vidas a través de nuestro Señor Jesucristo y con la ayuda del Espíritu Santo, porque no es sólo haber hecho una oración de entrega a Dios. No es sólo cumplir con una serie de normas y como creyentes, no es sólo creer con haber sido perdonados y salvados por Dios ya tenemos ganado el cielo y las bendiciones. Es saber y comprender que es lo que realmente el Dios que nos creó y salvó desea para nuestras vidas. Que tenemos que entender que somos llamados a servirle a Dios a la manera que él lo ha establecido, a la manera de Dios y es lo que vamos a estar estudiando; sólo un corazón necio y rebelde estaría orientado a hacer todo lo contrario a  lo que realmente conviene. 

Colosenses 1:1-14. Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Pablo pide que Dios les conceda sabiduría espiritual siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.

Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Jeremías 29:11-14. Traducción en lenguaje actual (TLA). Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar. Cuando ustedes me pidan algo en oración, yo los escucharé. Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón. Estaré con ustedes y pondré fin a su condición de esclavos. Los reuniré de todas las naciones por donde los haya dispersado, y los haré volver a Jerusalén. Les juro que así lo haré.

Eclesiastés 4:9-12. Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

No basta con nuestros propios planes, cuando Dios nos rescato de nuestra vana manera de vivir nos ha empezado a mostrar el verdadero camino y conducta para nuestras vidas a través de su Palabra:

1 Pedro 1:13-21. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

Porque del señor es la obra, él es el que llama, forma, equipa, afirma y da el crecimiento; lo que él pide es dependencia, obediencia, esfuerzo y valentía de cada uno de sus hijos quienes hemos aceptado el señorío del rey de reyes Jesucristo. Sin Dios nada podemos hacer, pero en él y con él todo lo podemos.

Efesios 4:11-13. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Ahora vamos a tocar un asunto que es el que nos muestra que la obra del ministerio es una consecuencia y un llamado después de que cada persona ha hecho su decisión personal por Cristo como Señor y Salvador. Los santos son quienes realizan la obra del ministerio, es decir, la obra del servicio. Para esto Dios constituye ministros de la Palabra, quienes les capacitan, equipándolos, y una vez equipados, son ellos los que efectivamente edifican el cuerpo de Cristo con su servicio.

Isaías 61:6. Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes. Juan 15:1-5,16. Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

Pablo nos esta diciendo, en esencia, “Mira tu propio cuerpo. Tienes manos, pies, ojos, oídos. Ustedes no son un cerebro aislado, separado de los otros miembros. Bueno, es lo mismo con Cristo. Él no es solamente una cabeza. Él tiene un cuerpo, y nosotros somos parte de sus miembros.” El apóstol entonces señala, “también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás.” (Romanos 12:5). En otras palabras, no estamos solo conectados a Jesús, nuestra cabeza. También estamos unidos unos a los otros. El hecho es, que no podemos estar conectados a el sin estar unidos a nuestros hermanos y hermanas en Cristo. “…El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participamos de aquel mismo pan.” (1 Corintios 10:16-17). Sencillamente, todos somos alimentados por el mismo alimento, Cristo, el mana del cielo. “Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.” (Juan 6:33).

Juan 17:21. Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.

Jesús declaro, “Yo soy el pan de vida…Yo soy el pan vivo que descendió del cielo;… también el que me come vivirá por mí.” (Juan 6:35, 51,57). La imagen del pan aquí es importante. Nuestro Señor nos dice, “Si vienes a mí, serás alimentado. Estarás prendido a mí, como un miembro de mi cuerpo. Por lo tanto, recibirás fortaleza del manantial de vida que esta en mi.” Ciertamente, cada miembro de su cuerpo saca fuerza de una sola fuente: Cristo, la cabeza. Todo lo que necesitamos para llevar una vida vencedora fluye de él. Este pan es lo que nos distingue como miembros de su cuerpo. Somos separados del resto de la humanidad porque comemos de un solo pan: Jesucristo. “…todos participamos de aquel mismo pan.” (1 Corintios 10:17). 

Algunos cristianos, sin embargo, no quieren estar conectados a otros miembros del cuerpo. Tienen comunión con Jesús, pero deliberadamente se aíslan de otros creyentes. No quieren tener nada que ver con el cuerpo, solo con la cabeza. Pero un cuerpo no puede estar compuesto de un solo miembro. ¿Se puede imaginar una cabeza con tan solo un brazo creciendo de la misma? El cuerpo de Cristo no puede estar compuesto tan solo de una cabeza, sin miembros u órganos. Su cuerpo consiste de muchos miembros. Simplemente no podemos ser uno en Cristo sin ser uno con su cuerpo también. Estamos entretejidos no solamente por nuestra necesidad por Jesús, sino que también por nuestra necesidad por los demás. Pablo declara, “Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.” (1 Corintios 12:21).

Los siguientes versículos nos muestra uno de los deseos mas especiales de nuestro Dios y que quiere que lo llevemos a cabo trabajando en equipo con él.

Mateo 28: 16-20. Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Marcos 16:15-18. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

1 Pedro 2:9-10. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.

1 Crónicas 29:17. YO SÉ, DIOS MÍO, QUE TÚ EXAMINAS LAS CONCIENCIAS Y QUE TE AGRADA LA RECTITUD. Por eso, con recta intención te he ofrecido todo esto. Y ahora puedo ver con alegría que tu pueblo, aquí reunido, te ha presentado generosamente sus ofrendas.

Cuando usted depende completamente del Señor, entonces Él le proveerá LA DIRECCIÓN FIEL. Proverbios 3:5-6 dice: “Él enderezará tus veredas.” O eso es verdad o es una mentira. ¿Cómo Él dirigirá su camino? Primero, lo hará por medio de su Palabra (Salmo 119:105). La Palabra de Dios le mostrará la voluntad de Dios. Segundo, Dios le dirigirá por medio de la oración (Filipenses 4:6-7). No toda pregunta es contestada en la Biblia. La oración es una avenida de dos vías. Deje que Dios le hable. Tercero, Dios le dirigirá por medio de su providencia. Dios cierra y abre puertas (Apocalipsis 3:8).

Amós 3:7. Nunca hace nada el Señor sin revelarlo a sus siervos los profetas. Mateo 6:6. Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio.

Quiero que veamos el ejemplo de sujeción de Moisés en cuanto a la dirección por parte de Dios.

Éxodo 24:15-18. Dicho esto, Moisés subió al monte, el cual quedó cubierto por una nube. La gloria del Señor vino a posarse sobre el monte Sinaí, y durante seis días la nube lo cubrió. Al séptimo día el Señor llamó a Moisés desde la nube. La gloria del Señor se presentó a los ojos de los israelitas como un fuego devorador, sobre la parte más alta del monte. Moisés entró en la nube, subió al monte, y allí se quedó cuarenta días y cuarenta noches. Éxodo 25:21-22,40. Pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.
Éxodo 26:30. Y alzarás el tabernáculo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte. Éxodo 27:8. Lo harás hueco, de tablas; de la manera que te fue mostrado en el monte, así lo harás.

Todo lo que deseemos para nuestras vidas y para el servicio del ministerio al que nos ha llamado Dios nos lo quiere revelar, ya que sus planes son mejores que los nuestros y su voluntad permanece para siempre.

Isaías 55:6-11. Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

Y terminemos con este pasaje bíblico, para que sea Dios hablándonos y nosotros tomando la decisión correcta.

Mateo 25:14-46.  Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?  

Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.


Bendiciones.