Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

SRV Clase 19. Dios el Espíritu: Su Plenitud°


Es tiempo de sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina Valera: TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.

Juan 5:39. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original y su caída en pecado.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2. Es el estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución, redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección, predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la unión mística del creyente con Cristo.  Incluye el estudio de las doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto, organización y ordenanzas.  Incluye el estudio de las profecías de la Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial, los juicios finales y el estado eterno.

Clase 19. Dios el Espíritu: Su Plenitud por Lewis Sperry Chafer

http://www.seminarioabierto.com/doctrina119.htm

A. Definición de la Plenitud del Espíritu Santo.

En contraste con la obra del Espíritu Santo en la salvación tales como la regeneración, el morar, el sellado y el bautismo, la plenitud del Espíritu se relaciona a la experiencia cristiana, al poder y al servicio. Las obras del Espíritu en relación a la salvación son de una vez y para siempre, pero la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida y se menciona frecuentemente en la Biblia.

En una escala limitada, se puede observar la plenitud del Espíritu en ciertos individuos antes de Pentecostés. Ex. 28:3. Ex. 31:3. Ex. 35:31. Lc. 1:15,41,67. Lc. 4:1. Sin lugar a dudas, hay muchos otros ejemplos donde el Espíritu de Dios vino sobre individuos y los capacitó en poder para el servicio. En el total, sin embargo, unos pocos fueron llenos del Espíritu antes del día de Pentecostés, y la obra del Espíritu parece estar relacionada al soberano propósito de Dios de cumplir alguna obra especial en los individuos. No hay indicación de que la plenitud del Espíritu hubiera estado abierta a cada uno que rindiera su vida al Señor antes de Pentecostés.

Comenzando con el día de Pentecostés, amaneció una nueva edad en la cual el Espíritu Santo obraría en cada creyente. Entonces todos fueron hechos morada del Espíritu y podrían ser llenos si El encontraba las condiciones propicias. Esta conclusión está confirmada por numerosas ilustraciones en el Nuevo Testamento. Hch. 2:4. Hch. 4:8,31. Hch. 6:3,5. Hch. 7:55. Hch. 9:17. Hch. 11:24. Hch. 13:9,52.

La plenitud del Espíritu puede definirse como un estado espiritual donde el Espíritu Santo está cumpliendo todo lo que El vino a hacer en el corazón y vida del creyente individual. No es un asunto de adquirir más del Espíritu, sino más bien que el Espíritu de Dios vaya tomando control del individuo. En lugar de ser una situación anormal y poco frecuente, como lo era antes de Pentecostés, el ser lleno por el Espíritu en la edad presente es normal, si bien no es lo usual, en la experiencia del cristiano. A cada cristiano se le ordena ser lleno del Espíritu y el no estar llenos del Espíritu es estar en un estado de desobediencia. Ef. 5:18.

Hay una diferencia apreciable en el carácter y calidad en la vida diaria de los cristianos. Pocos pueden caracterizarse por estar llenos del Espíritu. Esta falta, sin embargo, no se debe a una falla de parte de Dios en su provisión, sino más bien es falla del individuo en apropiarse de esta provisión y permitir al Espíritu Santo llenar su vida. El estar lleno del Espíritu debería contrastarse con la madurez espiritual. Un cristiano nuevo quien haya sido salvo recientemente puede ser lleno con el Espíritu y manifestar el poder del Espíritu Santo en su vida.

Sin embargo, la madurez viene sólo a través de experiencias espirituales, las cuales pueden extenderse toda una vida y abarcan un crecimiento en el conocimiento, la continua experiencia de ser lleno con el Espíritu, y una madurez en juicio sobre cosas espirituales. Así como un niño recién nacido puede ser vehemente, de la misma manera un cristiano puede ser lleno con el Espíritu; pero, al igual que un recién nacido, sólo la vida y la experiencia pueden sacar a relucir las cualidades espirituales que pertenecen a la madurez. Este es el porqué de que numerosos pasajes de la Biblia hablen del crecimiento. El trigo crece hasta la cosecha.

Mt. 13:30. Dios obra en su iglesia a través de hombres dotados con dones personales para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio y para edificar el cuerpo de Cristo de manera que los cristianos puedan crecer en la fe y en estatura espiritual.

Ef. 4:11-16. Pedro habla de los bebés espirituales, que necesitan la leche espiritual para crecer, y exhorta «crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 P. 3:18). 1 P. 2:2. Hay una relación obvia entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual, y un cristiano lleno del Espíritu madurará más rápidamente que uno que no lo está. La plenitud del Espíritu y, la madurez espiritual como resultado, son los dos factores más importantes en la ejecución de la voluntad de Dios en la vida de un cristiano y también en el propósito de Dios de crearle para buenas obras. Ef. 2:10.

Por consiguiente, la plenitud del Espíritu se cumple en cada creyente cuando él está completamente rendido al Espíritu Santo, el cual mora en él, resultando en una condición espiritual en la cual el Espíritu Santo controla y dota de poder al individuo. Mientras que puede haber varios grados en la manifestación de la plenitud del Espíritu y grados en el poder divino, el pensamiento central en la plenitud es que el Espíritu de Dios es capaz de operar en y a través del individuo sin obstáculo, cumpliendo la voluntad perfecta de Dios para aquella persona.

El concepto de la plenitud del Espíritu es sacado a luz en un número de referencias en el Nuevo Testamento. Es ilustrado preeminentemente en Jesucristo, quien, de acuerdo a Lucas, era continuamente «lleno del Espíritu Santo». Lc. 4:1. Juan el Bautista tuvo la experiencia excepcional de ser lleno con el Espíritu desde que estaba en la matriz de su madre y ambos, su madre Elizabet y su padre Zacarías, fueron temporalmente llenos del Espíritu. Lc. 1:15. Lc. 1:41,67.

Estos ejemplos están aún dentro del molde del Antiguo Testamento, en el cual la plenitud del Espíritu era una obra soberana de Dios que no estaba al alcance de cada individuo. Comenzando con el día de Pentecostés, sin embargo toda la multitud fue llena con el Espíritu. En la Iglesia primitiva el Espíritu de Dios llenaba repetidamente a aquellos que buscaban la voluntad de Dios, como en el caso de Pedro. Hch. 4:8. El grupo de cristianos quienes oraban por valor y el poder de Dios. Hch. 4:31.  

Y Pablo después de su conversión. Hch. 9:17. Algunos se caracterizan por estar en un continuo estado de plenitud del Espíritu, como se ilustra en los primeros diáconos. Hch. 6:3. Y Esteban el mártir. Hch. 7:55. Y Bernabé. Hch. 11:24. Pablo fue lleno con el Espíritu repetidas veces. Hch. 13:9. Hch. 13:52. En cada caso solamente los cristianos rendidos a Dios fueron llenos con el Espíritu. A los creyentes del Antiguo Testamento nunca se les ordenaba ser llenos con el Espíritu, aunque en algunas ocasiones fueron amonestados, como Zorobabel, que la obra del Señor se cumple, «no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos» (Zac. 4:6).

En la era presente a cada cristiano se le ordena ser lleno con el Espíritu, como en Efesios 5:18: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.» El ser llenos con el Espíritu, así como el recibir la salvación por fe, no se cumple, sin embargo, por esfuerzo humano, más bien es por permitir a Dios que cumpla su obra en la vida del individuo. En la Escritura está claro que un cristiano puede ser genuinamente salvo sin ser lleno con el Espíritu, y, por lo tanto, la plenitud del Espíritu no es una parte de la salvación misma. 

La plenitud del Espíritu también puede ser contrastada con la obra hecha de una vez y para siempre que es cumplida en el creyente cuando éste es salvo. La plenitud del Espíritu, si bien puede ocurrir en el momento de la salvación, ocurre una y otra vez en la vida de un cristiano consagrado, y debería ser una experiencia normal de que los cristianos tuviesen esta constante plenitud del Espíritu.

El hecho de que la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida, se hace notorio en el tiempo presente del mandamiento en Efesios 5:18: «sed llenos del Espíritu». Traducido literalmente es «manteneos siendo llenados por el Espíritu». En el texto se compara con un estado de intoxicación en el cual el vino afecta al cuerpo entero, incluyendo a la actividad mental y a la actividad física del cuerpo. 

La plenitud del Espíritu no es, por lo tanto, una experiencia que sucede una vez y para siempre. No es correcto llamarla una segunda obra de gracia, puesto que ocurre una y otra vez. Indudablemente, la experiencia de ser lleno con el Espíritu por primera vez es muy fuerte en la vida del cristiano y puede ser un hito que eleve la experiencia cristiana a un nuevo nivel. Sin embargo, el cristiano depende de Dios para la continua plenitud del Espíritu, y ningún cristiano puede vivir en el poder espiritual de ayer.

De la naturaleza de la plenitud del Espíritu puede concluirse que la amplia diferencia en la experiencia espiritual observada en cristianos y los varios grados de conformidad a la mente y voluntad de Dios pueden ser atribuidos a la presencia o ausencia de la plenitud del Espíritu. El que desea hacer la voluntad de Dios debe, por consiguiente, entrar por completo en el privilegio que Dios le ha dado al ser morada del Espíritu y tener la capacidad de rendir completamente su vida al Espíritu de Dios.

B. Condiciones Para La Plenitud Del Espíritu.

Frecuentemente se han señalado tres sencillos mandamientos como la condición para ser llenos con el Espíritu. En 1 Ts. 5:19 se da el mandamiento: «No apaguéis al Espíritu.» En Efesios 4:30 se instruye a los cristianos: «y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.» Un tercero, como instrucción más positiva, se da en Gálatas 5:16: «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.» Aunque otros pasajes arrojan luz sobre estas básicas condiciones para ser llenos con el Espíritu, estos tres pasajes resumen la idea principal.

1. El mandamiento de «no apaguéis el Espíritu», en 1 Ts. 5:19, aunque no se explique en su contexto, está usando en forma obvia la figura del fuego como un símbolo del Espíritu Santo. En la forma en que se hace mención de apagar el fuego en Mt. 12:20 y He. 11:34 se ilustra lo que se quiere decir.

De acuerdo a Ef. 6:16, «el escudo de la fe» es capaz de «apagar los dardos de fuego del maligno». Por consiguiente, apagar el Espíritu es ahogar o reprimir al Espíritu y no permitirle que cumpla su obra en el creyente. Puede definirse simplemente como el decir «No», o de no tener la voluntad de dejar al Espíritu conducirse a su manera. El pecado original de Satanás fue la rebelión contra Dios. Is. 14:14. Y cuando un creyente dice «yo quiero» en lugar de decir como Cristo dijo en Getsemaní: «No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc. 22:42), entonces está apagando al Espíritu.

Para que pueda experimentarse la plenitud del Espíritu es necesario para un cristiano que rinda su vida al Señor. Cristo observó que un hombre no puede servir a dos señores. Mt. 6:24. Y a los cristianos se les exhorta constantemente a que se rindan a sí mismos a Dios. Al hablar de la rendición a la voluntad de Dios en la vida de un cristiano, Pablo escribió en Ro. 6:13: «Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.» Aquí se declara claramente la opción ante cada cristiano: él puede rendirse a sí mismo tanto a Dios como al pecado.

Un pasaje similar se encuentra en Ro. 12:1-2. Al presentar la obra de salvación y santificación en la vida del creyente, Pablo encarece a los romanos: «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.»

En ambos pasajes -Romanos 6:13 y 12:1- se usa la misma palabra griega. El tiempo del verbo está en aoristo, lo cual significa «rendirse a Dios de una vez y para siempre». De acuerdo a esto, la experiencia de ser lleno con el Espíritu sólo puede ser llevada a cabo cuando un cristiano toma el paso inicial de presentar su cuerpo en sacrificio vivo. El cristiano ha sido preparado para esto por medio de la salvación, lo cual hace al sacrificio santo y aceptable delante de Dios. Es razonable de parte de Dios esperar esto habiendo muerto Cristo por este individuo. 

Al presentar su cuerpo, el cristiano debe enfrentar el hecho de que no debe de conformarse exteriormente al mundo, sino que interiormente debe de ser transformado por el Espíritu Santo con el resultado de que su mente sea renovada para reconocer los valores espirituales. El es capaz de distinguir lo que no es la voluntad de Dios, de lo que es la «buena, agradable y perfecta voluntad de Dios» (Ro. 12: 2).

La rendición no se hace en referencia a algún punto en particular, sino que más bien discierne la voluntad de Dios para la vida en cada asunto particular. Es, por lo tanto, una actitud de estar deseoso de hacer cualquier cosa que Dios quiera que el creyente haga. Es el hacer la voluntad final de Dios en su vida y estar dispuesto a hacer cualquier cosa cuando sea, donde sea y como Dios pueda dirigirla. El hecho de que la exhortación «no apaguéis el Espíritu» está en tiempo presente indica que ésta debería ser una experiencia continua iniciada por el acto de la rendición.

Un cristiano que desea estar continuamente rendido a Dios encuentra que esta rendición se relaciona con varios aspectos. Es, en primer lugar, una rendición a la Palabra de Dios en sus exhortaciones y su verdad. El Espíritu Santo es el Maestro, y a medida que va conociendo la verdad, un creyente debe rendirse a ésta a medida que la va comprendiendo. El rehusar someterse a la Palabra de Dios hace que la plenitud del Espíritu sea imposible.

La rendición también se relaciona con la guía. En muchos casos la Palabra de Dios no es explícita en cuanto a decisiones que un cristiano tiene que enfrentar. Aquí el creyente debe de ser guiado por los principios de la Palabra de Dios, y el Espíritu de Dios puede darle la guía sobre las bases de lo que la Escritura revela. De acuerdo a ello, la obediencia a la guía del Espíritu es necesaria para la plenitud del Espíritu. Ro. 8:14.

En algunos casos el Espíritu puede ordenar a un cristiano que haga algo y en otras ocasiones puede prohibirle que siga el curso de una acción. Una ilustración es la experiencia de Pablo, quien fue impedido de predicar el evangelio en Asia y Bitinia en las primeras etapas de su ministerio y más tarde se le instruyó que fuera a estas mismas áreas a predicar. La plenitud del Espíritu incluye el seguir la guía del Señor. Hch. 16:6-7. Hch. 19:10.

Un cristiano también debe de estar rendido a los hechos providenciales de Dios, los cuales a menudo acarrean situaciones o experiencias que no son deseadas por el individuo. De acuerdo a ello, un creyente debe de entender lo que es ser sumiso a la voluntad de Dios aun cuando ello implique el sufrimiento y sendas que en sí mismas no son placenteras.

La suprema ilustración de lo que significa ser lleno con el Espíritu y rendido a Dios es el Señor Jesucristo mismo. En Filipenses se revela que Jesús, al venir a la tierra y morir por los pecados del mundo, estaba deseando ser lo que Dios había escogido, deseando ir donde Dios había elegido y deseando hacer lo que Dios había decidido. Un creyente que desea ser lleno con el Espíritu debe tener una actitud similar en cuanto a rendición y obediencia. Fil. 2:5-11.

2. En conexión con la plenitud del Espíritu, se le exhorta también a «no contristar al Espíritu» (Ef. 4:30). Aquí se presume que el pecado ha entrado en la vida de un cristiano y como un hecho de su experiencia ha sobrevenido la falta de rendición. Para poder entrar en un estado en el que pueda ser lleno con el Espíritu, o para volver a tal estado, se le exhorta a que no continúe en su pecado, el cual contrista al Espíritu Santo. Cuando en el creyente, el Espíritu de Dios es contristado, la comunión, guía, instrucción y poder del Espíritu es estorbado; el Espíritu Santo, aunque está morando, no está libre para cumplir su obra en la vida del creyente. La experiencia de la plenitud del Espíritu puede ser afectada por las condiciones físicas.

Un cristiano que físicamente está cansado, hambriento o enfermo puede no experimentar el gozo normal y la paz, los cuales son frutos del Espíritu. El mismo apóstol que exhorta a ser llenos con el Espíritu confiesa en 2 Corintios 1: 8-9 que ellos estuvieron «abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida». De acuerdo a ello, aun un cristiano lleno con el Espíritu puede experimentar algún trastorno interior. Sin embargo, cuanto más grande sea la necesidad en las circunstancias del creyente, mayor es la necesidad de la plenitud del Espíritu y la rendición a la voluntad de Dios para que el poder del Espíritu pueda ser manifestado en la vida individual. Cuando un cristiano toma conciencia del hecho de que ha contristado al Espíritu Santo, el remedio está en cesar de contristar al Espíritu, como se expresa en Efesios traducido literalmente.

Ef. 4:30. Esto puede cumplirse obedeciendo 1 Jn. 1:9, donde se instruye al hijo de Dios: «Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.» Este pasaje se refiere a un hijo de Dios que ha pecado contra su Padre Celestial. La vía de restauración está abierta porque la muerte de Cristo es suficiente, para todos sus pecados. 1 Jn. 2:1-2.

Así, la manera de volver a la comunión con Dios para un, creyente es confesar sus pecados a Dios, reconociendo nuevamente las bases para el perdón en la muerte de Cristo y deseando la restauración a una comunión íntima con Dios el Padre, así como también con el Espíritu Santo. No es un es un asunto de justicia en una corte legal, sino más bien una relación restaurada entre padre e hijo que se había descarriado. El pasaje asegura que Dios es fiel y justo para perdonar el pecado y quitarlo como una barrera que se interpone en la comunión cuando un cristiano confiesa sinceramente su iniquidad a Dios.

Mientras que en algunas situaciones la confesión del pecado puede requerir que se vaya a los individuos que han sido ofendidos y corregir las dificultades, la idea principal es establecer una nueva relación íntima con Dios mismo. Confesando sus pecados, el cristiano debe de estar seguro de que del lado divino el perdón es inmediato. Cristo, como el intercesor del creyente y como el que murió en la cruz, ha hecho ya todos los ajustes necesarios del lado celestial. 

La restauración a la comunión está sujeta, por lo tanto, sólo a la actitud humana de confesión y rendición. La Biblia también advierte al creyente contra los serios resultados de estar contristando continuamente al Espíritu. Esto, a veces, resulta en el castigo de Dios para con el creyente con el propósito de restaurarle, como se menciona en: He. 12:5-6. 1 Co. 11:31-32. En cualquier caso, hay una pérdida inmediata cuando un cristiano está caminando fuera de la comunión con Dios, y existe el constante peligro del juicio severo de Dios como un padre fiel que trata con su, hijo errado.

3. El andar en el Espíritu es un mandamiento positivo, en contraste a los mandamientos previos, los cuales son negativos. Caminar en el Espíritu es un mandamiento para apropiarse del poder y la bendición que es provista por el Espíritu que mora en el creyente. El andar en el Espíritu es un mandamiento en el tiempo presente, esto es, un cristiano debe de mantenerse andando por medio del Espíritu.
Ga. 5:16. El nivel cristiano de la vida espiritual es alto, y él no es capaz de cumplir la voluntad de Dios aparte del poder de Dios. De acuerdo a ello, la provisión del Espíritu, que mora, hace posible para el cristiano el estar andando por medio del poder y la guía del Espíritu que vive en él.

El andar en el Espíritu es un acto de fe. Depende del Espíritu el hacer lo que sólo el Espíritu puede hacer. Las altas normas de la era presente, donde se nos ordena amar como Cristo ama. Jn. 13:34. Jn. 15:12. Y donde se ordena que cada pensamiento sea traído a la obediencia en Cristo, son imposibles aparte del poder del Espíritu. 2 Co. 10:5. De igual manera, las otras manifestaciones de vida espiritual, tales como el fruto del Espíritu Ga. 5:22-23.

Y mandamientos como «estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Ts. 5:16-18), son imposibles a menos que uno esté andando en el Espíritu. Obtener una norma alta de vida espiritual es de lo más difícil porque el cristiano está viviendo en un mundo pecador y está bajo constante influencia maligna. Jn. 17:15. Ro. 12:2. 2 Co. 6:14. Ga. 6:14. 1 Jn. 2:15. De igual manera, el cristiano tiene oposición por el poder de Satanás y está comprometido en una lucha incesante con este enemigo de Dios. 2 Co. 4:4. 2 Co. 11:14. Ef. 6:12.

Además del conflicto con el sistema mundial y con Satanás, el cristiano tiene un enemigo de dentro, su antigua naturaleza, la cual desea conducirle de vuelta a la vida de obediencia a la carne pecaminosa. Ro. 5:21. Ro. 6:6. 1 Co. 5:5. 2 Co. 7:1. 2 Co. 10:2-3. Ga. 5:16-24. Ga. 6:8. Ef. 2:3.

Por estar la antigua naturaleza constantemente en guerra con la nueva naturaleza en el cristiano, sólo la continua dependencia en el Espíritu de Dios puede traer victoria. Así es que, aunque algunos han llegado a la conclusión errónea de que un cristiano puede alcanzar una perfección sin pecado, existe la necesidad de caminar constantemente en el Espíritu para que este poder pueda llevar a cabo la voluntad de Dios en la vida de un creyente. Al creyente le espera la perfección final del cuerpo y el espíritu en el cielo, pero la lucha espiritual continúa sin disminuir hasta la muerte o el traslado espiritual. Todas estas verdades enfatizan la importancia de apropiarse del Espíritu andando en su poder y guía y dejando que el Espíritu tenga control y dirección de una vida cristiana.

C. Los Resultados De La Plenitud Del Espíritu.

Cuando uno está rendido a Dios y lleno con el Espíritu vienen imprevisibles resultados.

1. Un cristiano que camina en el poder del Espíritu experimenta una santificación progresiva, una santidad de vida en la cual el fruto del Espíritu está cumplido. Esta es la suprema manifestación del poder del Espíritu y es la preparación terrenal para el tiempo cuando el creyente, en los cielos, será completamente transformado a la imagen de Cristo. Ga. 5:22-23.

2. Uno de los importantes ministerios del Espíritu es el de enseñar al creyente las verdades espirituales. Sólo mediante la guía e iluminación del Espíritu un creyente puede comprender la infinita verdad de la Palabra de Dios. Así como el Espíritu de Dios es necesario para revelar la verdad concerniente a la salvación, antes de que una persona pueda ser salva, así el Espíritu de Dios guía también al cristiano a toda verdad. Jn. 16:7-11. Jn. 16:12-14. Las cosas profundas de Dios, verdades que sólo pueden ser comprendidas por un hombre enseñado por el Espíritu, son reveladas a uno que está andando por el Espíritu. 1 Co. 2:9. 1 Co. 3:2.

3. El Espíritu Santo es capaz de guiar a un cristiano y aplicar las verdades generales de la Palabra de Dios a la situación particular del cristiano. Esto es lo que se expresa en Romanos 12:2, demostrando «cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta». Como el siervo de Abraham, un cristiano puede experimentar la declaración «guiándome Jehová en el camino» (Gn. 24:27). Una guía tal es la experiencia normal de los cristianos que están en una relación correcta con el Espíritu de Dios. Ro. 8:14. Ga. 5:18.

4. La seguridad de la salvación es otro resultado importante de la comunión con el Espíritu. De acuerdo a Ro. 8:16, «el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios». Es normal para un cristiano el tener la seguridad de su salvación, como lo es para un individuo el saber que está físicamente vivo. Ga. 4:6. 1 Jn. 3:24. 1 Jn. 4:13.

5. Toda la adoración y el amor de Dios son posibles solamente cuando uno está andando por el Espíritu. En el contexto de la exhortación de Efesios 5: 18 los versículos siguientes describen la vida normal de adoración y comunión con Dios. Una persona fuera de la comunión no puede adorar verdaderamente a Dios aun cuando asista a los servicios de la iglesia en bellas catedrales y cumpla con el ritual de la adoración. La adoración es un asunto del corazón, y como Cristo le dijo a la mujer samaritana: «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Jn. 4:24).  Efe 5:18-21.

6. Uno de los aspectos más importantes de la vida de un creyente es su oración de comunión con el Señor. Aquí nuevamente el Espíritu de Dios debe guiar y dirigir si la oración ha de ser inteligente. Aquí también debe de comprenderse la Palabra de Dios si la oración ha de ser de acuerdo a la Palabra de Dios: La verdadera alabanza y acción de gracias son imposibles aparte de la capacitación del Espíritu. Además de la oración del creyente mismo, el Espíritu intercede por el creyente. De acuerdo a ello, una vida de oración efectiva depende del andar en el Espíritu. Ro. 8:26.

7. Además de todas las cualidades ya mencionadas, toda la vida de servicio y el ejercicio de sus dones naturales y espirituales dependen del poder del Espíritu. Cristo se refirió a esto en Jn. 7:38-39, donde describió la obra del Espíritu como un río de agua viva fluyendo del corazón del hombre. De acuerdo a esto, un cristiano puede tener grandes dones espirituales y no usarlos por no estar andando en el poder del Espíritu. En contraste, otros con relativamente pocos dones espirituales pueden ser usados grandemente por Dios porque están andando en el poder del Espíritu. La enseñanza de la Escritura sobre la plenitud del Espíritu es, por lo tanto, una de las líneas de verdad más importantes que un cristiano deben comprender, aplicar y apropiarse de ella.

PREGUNTAS.

1. ¿Qué diferencia hay entre la plenitud del Espíritu y la obra del Espíritu en la salvación?
2. ¿Qué ejemplos de plenitud del Espíritu pueden observarse antes del día de Pentecostés?
3. ¿Estaba la plenitud del Espíritu al alcance de todo aquel que se rindiera a Dios antes de Pentecostés?
4. ¿Cómo la venida del Espíritu en el día de Pentecostés cambió la posibilidad de ser llenos con el Espíritu?
5. Definir la plenitud del Espíritu.
6. Contrastar el ser llenado con el Espíritu con la madurez espiritual.
7. ¿Cualquier cristiano puede ser lleno del Espíritu?
8. ¿Cuál es la relación entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual?
9. ¿En qué sentido hay tres grados de manifestación de la plenitud del Espíritu?
10. ¿Qué ilustraciones destacables de ser llenos con el Espíritu se encuentran en el libro de los Hechos?
11. ¿A qué, y porqué, compara Pablo el ser lleno con el Espíritu en Efesios 5.18?
12. ¿Por qué es inexacto referirse a la plenitud del Espíritu como una segunda obra de gracia?
13. ¿Qué significa el mandamiento de «no apaguéis el Espíritu»?
14. ¿Por qué es necesario rendirse a Dios para ser lleno con el Espíritu?
15. Contrastar el paso inicial de presentar el cuerpo como un sacrificio vivo con la vida de continua rendición.
16. Nombrar los varios aspectos de la rendición de un cristiano a Dios.
17. ¿Por qué Cristo es el ejemplo supremo de la rendición a Dios?
18. ¿Cuál es el significado del mandamiento «no contristéis al Espíritu»?
19. ¿Cómo las circunstancias de un cristiano afectan su experiencia de ser lleno con el Espíritu?
20. ¿Cuál es el remedio al haber contristado al Espíritu?
21. ¿Por qué un cristiano confiesa su pecado confiando que será perdonado?
22. ¿Cuáles son algunos de los serios resultados de continuar contristando al Espíritu?
23. Definir lo que significa andar en el Espíritu.
24. ¿Por qué la elevada norma de vida espiritual en el cristiano hace que el andar en el Espíritu sea necesario?
25. ¿Por qué es necesario andar en el Espíritu a la luz del hecho de que los cristianos viven en un mundo pecador?
26. ¿Por qué el andar en el Espíritu es necesario en vista de la naturaleza pecaminosa del cristiano?
27. ¿Por qué la necesidad de andar en el Espíritu demuestra que es imposible para un cristiano alcanzar la perfección sin pecado en esta vida?
28. Nombrar y definir brevemente siete resultados de la plenitud del Espíritu.

29. Nombrar las razones importantes para que un cristiano sea lleno del Espíritu.

SRV Clase 18. Dios el Espíritu Santo: Su Bautismo°

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Es tiempo de sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina Valera: TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.

Juan 5:39. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original y su caída en pecado.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2. Es el estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución, redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección, predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la unión mística del creyente con Cristo.  Incluye el estudio de las doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto, organización y ordenanzas.  Incluye el estudio de las profecías de la Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial, los juicios finales y el estado eterno.

Clase 18. Dios el Espíritu Santo: Su Bautismo por Lewis Sperry Chafer

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A. EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO.

Probablemente ninguna otra doctrina del Espíritu Santo ha creado más confusión que el bautismo del Espíritu. Mucho de esto se deriva del hecho de que el bautismo del Espíritu comenzó al mismo tiempo en que ocurrían otras grandes obras del Espíritu, tales como la regeneración, la morada y el sellado. También en algunas ocasiones el bautismo del Espíritu y la plenitud del Espíritu ocurren al mismo tiempo.

Esto ha guiado a algunos expositores a hacer sinónimos de estos dos acontecimientos. El conflicto en la interpretación, sin embargo, se resuelve si uno examina cuidadosamente lo que la Escritura dice con relación al bautismo del Espíritu. En total hay once referencias específicas al bautismo del Espíritu en el Nuevo Testamento. Mt. 3:11. Mr. 1:8. Lc. 3:16. Jn. 1:33. Hch. 1:5. Hch. 11:16. Ro. 6:1-4. 1Co. 12:13. Ga. 3:27. Ef. 4:5. Col. 2:12.

B. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO ANTES DE PENTECOSTES.

Al examinar las referencias en los cuatro evangelios y en Hechos 1:5, se aclara que el bautismo del Espíritu es considerado en cada caso como un acontecimiento futuro, el cual nunca había ocurrido previamente. Hch. 1:5. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

No hay mención del bautismo del Espíritu en el Antiguo Testamento, y los cuatro evangelios se unen con Hechos 1:5 en anticipar el bautismo del Espíritu como un evento futuro. En los evangelios, el bautismo del Espíritu se presenta como una obra la cual Cristo hará por medio del Espíritu Santo como su agente, como, por ejemplo, en Mateo 3:11, donde Juan el Bautista predice que Cristo «os bautizará en Espíritu Santo y fuego». La referencia al bautismo por fuego parece hacer alusión a la segunda venida de Cristo y los juicios que ocurrirán en ese tiempo, y también se menciona en Lucas, pero no en Marcos o en Juan.

Mt. 3:11. Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Lc. 3:16. Respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Mr. 1:8. Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo. Jn. 1:33. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

A veces la intervención del Espíritu Santo se expresa por el uso de la preposición griega en, como en Mateo 3:11, Lucas 3:16 y Juan 1:33. Ya sea que la preposición se use o no, el pensamiento es claro en cuanto a que Cristo bautizó por el Espíritu Santo. Algunos han tomado esto como algo diferente del bautismo del Espíritu del que se habla en Hechos y en las Epístolas, pero el punto de vista preferible es que el bautismo del Espíritu es el mismo en todo el Nuevo Testamento. El bautismo en cualquier caso es por medio del Espíritu Santo.

La norma de la doctrina es expresada por Cristo mismo cuando El contrastó su bautismo, administrado por Juan, con el futuro bautismo de los creyentes por medio del Espíritu Santo, lo cual ocurriría después de su ascensión. Cristo dijo: «Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días». Hch. 1:5.

C. TODOS LOS CRISTIANOS SON BAUTIZADOS POR EL ESPIRITU EN LA EDAD PRESENTE.

A causa de la confusión en cuanto a la naturaleza y tiempo del bautismo del Espíritu, no siempre ha sido reconocido que cada cristiano es bautizado por el Espíritu dentro del cuerpo de Cristo en el momento de su salvación. Este hecho es destacado en el pasaje central sobre el bautismo del Espíritu en el Nuevo Testamento en 1 Corintios 12:13. Allí se declara: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”

En este pasaje la preposición griega «en» es traducida correctamente «por», en lo que se llama el uso instrumental de esta preposición. Este uso instrumental es ilustrado por medio de la misma preposición en Lucas 4:1, donde se dice que fue «llevado por el Espíritu al desierto», y por la expresión «por vosotros» en 1 Corintios 6:2, por la expresión «por medio de El» en Colosenses 1:16 y por la frase «todos nosotros» se refiere claramente a todos los cristianos, no a todos los hombres, y no de estar limitada a algún grupo de cristianos en particular.

La verdad es más bien que cada cristiano desde el momento que es salvo es bautizado por el Espíritu dentro del cuerpo de Cristo. Así, Efesios 4:5 se refiere a «un Señor, una fe, un bautismo». Mientras que los rituales del bautismo por agua varían, hay un solo bautismo del Espíritu. La universalidad de este ministerio se destaca por el hecho de que en la Escritura el cristiano nunca es exhortado a que sea bautizado por el Espíritu, mientras sí se le exhorta a ser lleno del Espíritu. Ef. 5:18. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.

D. EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU DENTRO DEL CUERPO DE CRISTO

Por medio del bautismo del Espíritu se cumplen dos resultados importantes. El primero, que el creyente es bautizado o ubicado dentro del cuerpo de Cristo; relacionado con esto es la segunda figura del bautismo en Cristo mismo. Estos dos resultados simultáneos del bautismo del Espíritu son tremendamente significativos. Por medio del bautismo del Espíritu el creyente es colocado dentro del cuerpo de Cristo en la unión viviente de todos los creyentes verdaderos en la edad presente. Aquí el bautismo tiene su significado primario en el hecho de ser ubicado, iniciado, y en que nos ha sido dada una relación nueva y permanente. Por consiguiente, el bautismo del Espíritu relaciona a los creyentes con todo el cuerpo de la verdad que se revela en la Escritura concerniente al cuerpo de Cristo.

El cuerpo de los creyentes, formado así por el bautismo del Espíritu y aumentado a medida que los miembros adicionales son añadidos, se menciona frecuentemente en las Escrituras. Hch. 2:47. 1 Co. 6:15. 1 Co. 12:12-14. Ef. 2:16. Ef. 4:4-5,16. Ef. 5:30-32. Col. 1:24. Col. 2:19. Cristo es la Cabeza de su cuerpo y el Único que dirige sus actividades. 1 Co. 11:3. Ef. 1:22-23. Ef. 5:23-24. Col. 1:18.

El cuerpo así formado y dirigido por Cristo también es nutrido y cuidado por Cristo. Ef. 5:29. Fil. 4:13. Col. 2:19. Una de las obras de Cristo es la de santificar el cuerpo de Cristo en preparación para su presentación en gloria. Ef. 5:25-27. Como miembro del cuerpo de Cristo, al creyente se le dan también dones o funciones especiales en el cuerpo de Cristo. Ro. 12:3-8. 1 Co. 12:27-28. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.

Ef. 4:7-16. Siendo colocado dentro del cuerpo de Cristo por medio del Espíritu Santo, no sólo es segura la unidad del Cuerpo, sin distinción de raza, cultura o fondo social, sino que también es seguro que cada creyente tiene su lugar y función particulares y su oportunidad para servir a Dios sin el armazón de su propia personalidad y dones. El cuerpo como un todo es «unido entre sí» (Ef. 4: 16); esto es, aunque los miembros difieran, el cuerpo como un todo está bien planeado y organizado.

E. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU EN CRISTO.

En adición a su relación con respecto a los otros creyentes en el cuerpo de Cristo, el que es bautizado por el Espíritu tiene una nueva posición en cuanto a estar en Cristo. Esto fue anticipado en la predicción de Juan 14:20, donde Cristo dijo la noche antes de su crucifixión: «En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros» La expresión «vosotros en mí» anticipaba el futuro bautismo del Espíritu.


Como consecuencia de que el creyente está en Cristo, es identificado en lo que Cristo hizo en su muerte, resurrección y glorificación. Esto se presenta en Romanos 6:1-4. Donde se declara que el creyente es bautizado en Jesucristo y en su muerte, y si lo es en su muerte, está sepultado y resucitado con Cristo.
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Esto ha sido tomado a menudo para representar el rito del bautismo por agua, pero en cualquier caso también representa la obra del Espíritu Santo, sin la cual el rito sería carente de significado. Un pasaje similar se encuentra en Colosenses 2:12. Nuestra identificación con Cristo a través del Espíritu es una base importante para todo lo que Dios hace por el creyente en el tiempo y la eternidad.

Col. 2:12. Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

Dado que un creyente está en Cristo, él también tiene la vida de Cristo, la cual es compartida por la cabeza con el cuerpo. La relación de Cristo con el cuerpo como su Cabeza también se relaciona con la dirección soberana de Cristo de su cuerpo, del mismo modo como la mente dirige al cuerpo en el cuerpo humano de los creyentes.

F. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU EN RELACION CON LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL.

En vista del hecho de que cada cristiano es bautizado por el Espíritu en el momento de su salvación, está claro que el bautismo es una obra de Dios para ser comprendida y recibida por la fe. Aunque la experiencia espiritual subsiguiente puede confirmar el bautismo del Espíritu, el bautismo no es una experiencia en sí mismo. Por ser universal y relacionado con nuestra posición en Cristo, el bautismo es un acto instantáneo de Dios y no es una obra para ser buscada después de haber nacido de nuevo.

Se ha originado mucha confusión por la afirmación de que los cristianos deberían buscar el bautismo del Espíritu especialmente como se manifestaba en el hablar en lenguas en la Iglesia primitiva. Mientras que en los tres ejemplos en Hechos (caps. 2, 10 y 19) los creyentes hablaron en lenguas en el tiempo de su bautismo por el Espíritu, queda claro que esto fue excepcional y relacionado al carácter transitorio del libro. En todos los otros ejemplos donde figura la salvación no hay mención del hablar en lenguas como algo que acompañe al bautismo del Espíritu.

Más adelante, es bastante claro que mientras que todos los cristianos son bautizados por el Espíritu, no todos los cristianos hablaron en lenguas en la Iglesia primitiva Por lo tanto, el concepto de buscar el bautismo del Espíritu como un medio de una obra excepcional de Dios en la vida del cristiano es sin fundamento escritural. Aun la plenitud del Espíritu no se manifiesta en hablar en lenguas, sino más bien en el fruto del Espíritu, como se menciona en Gálatas 5:22-23. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

El hecho es que los cristianos corintios hablaron en lenguas sin estar llenos del Espíritu. A veces se alega un error similar, el cual sostiene que hay dos bautismos del Espíritu, uno en Hechos 2 y el otro en 1 Co. 12:13.

Hch. 2:1-4. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

1 Co. 12:13. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

Una comparación de la conversión de Cornelio en Hechos 10-11 con Hechos 2 aclara que lo que le ocurrió a Cornelio, un gentil, fue exactamente lo mismo que lo que les había ocurrido a los discípulos en el día de Pentecostés. Pedro dice en Hechos 11:15-17: «y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: «Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?» Considerando que el bautismo del Espíritu coloca al creyente dentro del cuerpo de Cristo, es, pues, la misma obra de Hechos 2 a través de la presente dispensación.

El bautismo del Espíritu Santo es, por lo tanto, importante, puesto que es la obra del Espíritu que nos coloca en una nueva unión con Cristo y nuestros hermanos creyentes, una nueva posición en Cristo. Es la base para la justificación y para toda la obra de Dios, la cual presenta al final al creyente perfecto en gloria.

PREGUNTAS.

1. ¿Cómo distinguiría el bautismo del Espíritu, de la obra del Espíritu en la regeneración, morada y sellado?
2. ¿Cómo distinguiría el bautismo del Espíritu de la plenitud del Espíritu?
3. ¿Por qué ha habido confusión entre el bautismo del Espíritu y otras obras del Espíritu?
4. ¿Cuál es el significado del hecho de que el bautismo en Espíritu en los cuatro evangelios y en Hechos 1 se mencione como una obra futura?
5. ¿Qué evidencia puede alegarse respecto a que todos los cristianos son bautizados por el Espíritu en la edad presente?
6. ¿Por qué nunca se exhorta a los cristianos que sean bautizados por el Espíritu?
7. ¿Cuál es el significado de ser bautizado dentro del cuerpo de Cristo?
8. ¿Cómo indica la figura del cuerpo de Cristo que Cristo dirige la Iglesia ?
9. ¿Cómo presenta la figura del cuerpo de Cristo dones especiales dados a los creyentes?
10. ¿Qué verdades especiales son presentadas por el bautismo del Espíritu en Cristo?
11. ¿Cómo se relaciona el bautismo en Cristo a nuestra identificación con El en su muerte, resurrección y glorificación?
12. ¿Cómo el bautismo en Cristo sostiene la idea de que compartimos la vida eterna?
13. ¿Por qué el bautismo del Espíritu no es en sí mismo una experiencia espiritual?
14. ¿Es necesario el hablar en lenguas para ser bautizado por el Espíritu?
15. ¿Es necesario hablar en lenguas para ser lleno por el Espíritu?
16. ¿Por qué es incorrecto que el bautismo del Espíritu de Hechos 2 difiere del bautismo del Espíritu en 1 Corintios 12: 13?
17. Resumir la importancia del bautismo del Espíritu como una obra relacionada con nuestra salvación.