Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Conociendo a Dios°


¿Tú conoces realmente a Dios? ¿Conoces realmente a Jesucristo?

Jesús dice: Yo Soy el Buen Pastor y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Este conocimiento bíblico no se refiere a un conocimiento del intelecto, no es un conocimiento que se obtiene por el resultado de esfuerzos sistemáticos y metódicos de investigación. Sino un conocimiento que tiene como punto de partida la experiencia, un conocimiento basado no en el intelecto sino en la realidad, conocer es tener experiencia concreta de algo.

Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3 (RVR60)

Las Escrituras nos enseñan que la vida eterna es el conocer a Jesucristo. La vida eterna solo se logra por medio de conocer a la persona de Jesucristo. Este conocimiento no solo se limita a la salvación, pero va más allá en lograr tener una relación continua, permanente y duradera. Después que uno conoce a Jesús como su Salvador personal debemos comprender que esto solo el primer paso. Jesús desea revelarse de una manera personal y real a nuestras vidas diariamente. En una relación personal con Él es que encontraremos el verdadero significado de la vida eterna.

¡Al conocerlo a Él hallaremos la vida eterna! Esta vida eterna no es tan solo algo que se obtiene en un futuro, sino es algo que uno ya posee en el presente tiempo. La vida eterna que poseemos hoy día en Jesucristo tiene más que ver con la calidad de vida que tan solo de su duración en la eternidad. Hoy día nosotros no solo tenemos una vida eterna prometida después de la muerte, pero somos bendecidos con esta vida hoy. La vida que tenemos en Jesucristo es suprema, involucra una experiencia íntima y continua con Jesús diariamente.

Juan 17 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

17  Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; 2 como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. 3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. 6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. 

7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; 8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. 

12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. 13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 

18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. 20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. 

24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. 26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

Un conocimiento en donde Dios y el hombre se hacen uno "como tú en mí y yo en ti que ellos sean uno en nosotros. Yo en ellos y Tú en mí para que sean perfectamente uno. 

Jesucristo quiere que le conozcan, un conocimiento real, porque él es el único capaz de revelar al Padre, nadie conoce quien es el hijo sino el Padre; y quien es el Padre sino el hijo. El apóstol Juan tuvo esta experiencia, este conocimiento profundo dirá lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos. No es un conocimiento meramente racional sino íntimo y concreto.

Solamente tendrá vida eterna aquel que cree en él y para que crean en Cristo la Palabra del Padre, la Palabra que existía en el principio, la Palabra que estaba con Dios, la Palabra que era Dios. Es necesario que él se haga carne y que ponga su morada entre nosotros, todos aquellos que creen contemplan su gloria, él manifiesta su gloria y así como Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto así tiene que fuertes y la Palabra de Dios habita en vosotros, y si alguno guarda su Palabra no verá la muerte jamás, Jesús insiste en esto si alguno guarda mi Palabra no probará la muerte jamás. Es importante lo que dice Jesús refiriéndose al Padre "Yo le conozco, yo sí que le conozco, si dijera que no le conozco sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco y guardo su Palabra.

Por eso, dice Jesús si mis Palabras permanecen en vosotros, porque las palabras que escucháis no son mías sino del Padre que me ha enviado, este es el alimento que permanece para la vida eterna. Dirá Jesucristo, es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo. Jesús declarará Yo Soy el Pan de la Vida el que venga a mí no tendrá hambre y el que crea en mí no tendrá nunca sed. 

Porque todo el que ve al Hijo y cree en el tiene vida eterna. Pero nadie puede ir a Jesús sino el Padre no lo atrae. Jesús dice os lo he dicho me habéis visto y no creéis, sin embargo la voluntad de Dios es que todo el que vea al Hijo y crea en él tenga vida eterna. Por eso, Jesús le dirá a Felipe: ¿tanto tiempo hace que estoy con vosotros Felipe y no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre, en otro lugar Jesús dice cada vez que lo hicisteis con estos hermanos míos más pequeños conmigo lo hicisteis.

Por tanto el hombre de hoy puede así como Felipe estar cerca de Dios y no conocerlo, estar en el templo, y no conocerlo, ¿hace tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces? Sin embargo, "Esta es la Vida Eterna, que te conozcan a ti único Dios verdadero y al que tú has enviado Jesucristo" porque esta es la voluntad del Padre que todo el que vea al Hijo y crea en él tenga vida eterna. Jesús también advierte que todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica será como el hombre insensato. Por eso, Jesucristo dice que es estrecha la entrada y angosto el camino que lleva a la vida y pocos son los que lo encuentran. 

Mateo dice que junto al camino hay dos ciegos en Jericó que le piden a Jesús Señor que se abran nuestros ojos; es decir, que vea ¿ver qué? ¿Qué quieren ver los ciegos? Quieren ver la luz, quieren ver aquella luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Jesucristo es la luz del mundo, él es el resplandor de la gloria del Padre, él es la Palabra que estaba con Dios que se ha hecho carne y puso su morada entre nosotros. Los suyos han contemplado y experimentado su gloria, porque Cristo se ha transfigurado a los suyos.

Pero hay otro tipo de hombre que son los que murmuran de él, lo desprecian y dicen ¿no es este Jesús, hijo de José cuyos padre y madre conocemos? Por eso, dirá Jesucristo hay alguno entre vosotros que no creen. Sin embargo, sus discípulos los que verdaderamente creen en Cristo, les dirá nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios y en otro lugar nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Pero otros aún viendo a Jesús, viendo sus obras, los milagros que realiza, viéndolo vivo le dicen: ¿acaso va a venir de Galilea el Cristo? tú das testimonio de ti mismo tú testimonio no vale.

Por eso, Jesús les dirá no me conocéis ni a mí ni a mi Padre, si me conocieras a mí, conocerías también a mi Padre. Por tanto, si no creéis que Yo Soy moriréis en vuestros pecados, el que comete pecado es aún esclavo, vosotros sois de vuestro Padre el diablo, el que es de Dios escucha las Palabras de Dios.

Vemos en el evangelio de Juan que hay un hombre ciego de nacimiento, Jesús encontrándose con él le dijo: ¿tú crees en el hijo del hombre? Él respondió quién es Señor para que crea en él? Jesús le responde lo has visto el que está hablando contigo. Entonces le dijo creo Señor y se postró ante él. Por eso, Jesús dice Yo he venido para que los que no ven vean, pero bien dice el profeta Ezequiel, tienen ojos y no ven, tienen oídos para oír y no oyen, otros en cambio dicen, lo hemos visto con nuestros ojos lo que contemplamos y tocaron nuestras manos. Pues la vida se manifestó y nosotros la hemos visto y os anunciamos esta vida eterna.

Por eso, Jesucristo dirá que solo sus ovejas escuchan su voz, Cristo ha venido para que sus ovejas tengan vida, la vida eterna la da Jesús. Porque tanto amo Dios al mundo para que todo el que crea en él tenga vida eterna, el que cree en el hijo tiene vida eterna, el que rehúsa creer en el hijo, no verá la vida. Por eso, dirá Jesucristo vosotros no queréis venir a mí para tener vida. Porque Cristo es el Pan de Dios que ha bajado del cielo y da la vida al mundo, dice Jesús Yo Soy el pan de la vida, Yo Soy el pan vivo bajado del cielo el que coma de este pan vivirá para siempre. San Juan dice en su evangelio que estas cosas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios y creyendo tengáis vida en su Nombre.

Él es el buen pastor que da su vida por sus amigos, conoce a sus ovejas y sus discípulos también le conocen, es decir, comprende que Jesús está en el Padre vosotros en mí y Yo en vosotros, para que todos sean uno, como tú en mí y yo en vosotros. Pero uno puede estar cerca de Jesús verlo, escuchar sus palabra, estar en el templo, leer las Sagradas Escrituras sin embargo, decir refiriéndose a Jesús, tiene un demonio y en otro lugar encontramos que dicen de él está loco. Por eso, Jesucristo les dirá, ya os lo he dicho y no me creéis porque no son de mis ovejas, no creen en él, no han tenido una experiencia, no han tenido un encuentro profundo con el Hijo de Dios. Por eso, no tienen vida, porque Jesús dice. Yo a mis ovejas les doy vida eterna.

Pidamos que nuestro conocimiento de Dios sea más que solo información de Él y que lleguemos a conocerlo de una manera personal. Hay personas que hoy conocen de Dios, pero no conocen a Dios. El conocer a Dios se compone de una experiencia continua y diaria. ¡Esto es el todo de la vida! El conocerlo a Él. No hay otro plan, ni otro camino. Él es el “único Dios verdadero.” ¿Deseamos la vida eterna? Entonces la encontraremos en una relación íntima y personal con Jesucristo.

¡Realmente no conozco a Dios! Eso es que no le conozco de la manera que él quiere que le conozca.

En el Antiguo Testamento, Dios tomó a un pueblo para él - No un pueblo ni más rico o más inteligente que el resto - sólo para que él pudiera ser Dios para ellos: "Y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios" Éxodo 6:7. Dios estaba diciendo, en otras palabras, "¡Voy a enseñarles a ser mi pueblo - para que pueda ser Dios para ustedes!"

De hecho, Dios se reveló y manifestó a sí mismo a su pueblo una y otra vez. Envió ángeles. Les habló audiblemente. Cumplió cada promesa con grande liberación. Pero después de cuarenta años de milagros, señales y maravillas, la estimación de Dios de su pueblo fue: "¡Ustedes no me conocen - ustedes no conocen mis caminos!"

¡Esta tiene que ser una de las cosas más impactantes en toda la Biblia! Dios había buscado un pueblo que le permitiera ser Dios para ellos y verdaderamente consiguiera conocerle en todo su poder y gloria.

Entonces los llevó a Canaán para poseer casas que ellos no construyeron, viñas que ellos no plantaron, industrias que ellos no desarrollaron. Les dio colmenas llenas de miel, rebaños que daban leche, y todo tipo de riqueza. El pueblo tomó posesión de todo esto. Todas las cosas fueron suyas por la mano poderosa de Dios. Pero el testimonio de las Escrituras fue que, incluso después de todos los milagros increíbles y las bendiciones que Dios les había dado, ¡aún no conocían a Dios!

"Cuarenta años estuve disgustado con la nación, y dije: Pueblo es que divaga de corazón, y no han conocido mis caminos" Salmo 95:10. Dios dijo "¡En todo esto ustedes nunca me han permitido realmente ser Dios! ¡En mis cuarenta años de querer enseñarles, ustedes todavía no me conocieron - todavía no saben cómo trabajo!" Hebreos 3:9-10. "Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos."

Dios todavía está buscando un pueblo que le permita ser Dios para ellos - ¡al punto que le conozcan de verdad y aprendan sus caminos! Aun así pocos en la iglesia hoy le conocen de esta manera. Somos como Israel: Todos hemos sido testigos de milagros. Hemos experimentado manifestaciones de su presencia. Hemos tenido oraciones contestadas, pecados perdonados. Hemos enseñado sobre Dios y le amamos lo mejor de nuestro conocimiento. Pero, al final, Dios puede decir de sólo unos cuantos: "Ellos me conocen como Dios. ¡Ellos realmente saben y caminan en la revelación de mis caminos!"

La Escritura dice de Israel "Y volvían, y tentaban a Dios, y provocaban al Santo de Israel." (Salmo 78:41). Israel se volvió de Dios en incredulidad. E igualmente, ¡creo que limitamos a Dios hoy con nuestra duda e incredulidad!

Confiamos en Dios en la mayoría de las áreas de nuestras vidas – pero nuestra fe siempre tiene linderos y límites. Tenemos por lo menos una pequeña área que bloqueamos, donde realmente no creemos que Dios va a encargarse de nosotros.

Israel murmuró continuamente, "¿Puede Dios?… Seguro, él hizo un camino para nosotros a través del Mar Rojo. Pero - ¿puede darnos pan?" Dios les dio pan - de hecho, extendió una mesa para ellos en el desierto. "Pero ¿puede darnos agua?", preguntaron. Les dio agua de una Roca. "Pero ¿puede darnos carne?" Les dio carne del cielo. "Pero ¿puede librarnos de nuestros enemigos?" Vez tras vez, Dios proveyó y liberó en cada área. Todavía el pueblo pasó cuarenta años diciendo, "¿Puede Dios? ¿Puede Dios?" Dios puede y hará todo lo que pidamos y creamos que puede hacer.

¡Es tiempo de que descanses confiadamente en el amor de Dios! Debes ponerte de pie y decir, "No aceptaré las acusaciones del diablo - porque de todos modos, nunca seré digno. ¡Todo mi valor viene a través de Jesús! Él me ha limpiado por su sangre." Bendiciones.


Dios hace las cosas nuevas para nosotros°


Isaías 43:18-19. No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. Salmos 100:4. Entrad por Sus puertas con acción de gracias, y a Sus atrios con alabanza. Dadle gracias, bendecid Su nombre.

La vida cristiana normal, bajo el punto de vista de la Palabra de Dios, es una vida de victoria, no de acuerdo a los parámetros humanos sino a los de Dios. La vida de victoria sobrenatural es aquella que triunfa en medio de las dificultades y luchas de la vida. A los ojos de Dios la victoria no es necesariamente resultadista sino cuestión de carácter. Cualquier persona cuando todo le sale bien está contenta y se siente un "gigante triunfador", pero Dios se agrada más de aquél que aún en medio de su problema o dolor mantiene una actitud victoriosa. Esa actitud de victoria es la que necesitamos aprender, independientemente de las circunstancias que nos rodean. VICTORIA es firmeza para no caer; constancia para no detenerse; crecimiento para no debilitarse.


Veamos la definición de “Victoria”: “Es la actitud interior de fe que nos impulsa a vivir independientemente de las circunstancias que nos rodean, creyendo en el cumplimiento de las promesas fieles de Dios”

Quiero compartir la siguiente ilustración: Un campesino, que luchaba con muchas dificultades, poseía algunos caballos para que lo ayudasen en los trabajos de su pequeña hacienda. Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los caballos había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y seria extremadamente difícil sacar el caballo de allí. El campesino fue rápidamente hasta el lugar del accidente, y revisó la situación, asegurándose que el animal no se había lastimado. 

Pero, por la dificultad y el alto precio para sacarlo del fondo del pozo, creyó que no valía la pena invertir en la operación de rescate. Tomó, entonces, la difícil decisión: Determinó que el capataz sacrificase al animal tirando tierra en el pozo hasta enterrarlo, allí mismo. Y así se hizo. Los empleados, comandados por el capataz, comenzaron a lanzar tierra adentro del pozo de forma de cubrir al caballo. Pero, a medida que la tierra caía en el animal, éste la sacudía y se iba acumulando en el fondo, posibilitando al caballo para ir subiendo. Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba enterrar, sino al contrario, estaba subiendo hasta que finalmente, consiguió salir! 

Si estas "allá abajo", sintiéndote poco valorado, y los otros lanzan sobre ti la tierra de la incomprensión, la falta de oportunidad y de apoyo, recuerda el caballo de esta historia. No aceptes la tierra que tiraron sobre ti, sacúdela y sube sobre ella. Y cuanto más tiraren, más iras subiendo, subiendo, subiendo... alabando y adorando a Dios con todo tu corazón, confiando en el que todo lo puede por nosotros: nuestro Hacedor y Dios, Padre, Hijo (Jesucristo) y Espíritu Santo.

Muchos creen que estar atribulados, en apuros, perseguidos y derribados significa estar derrotados, pero no; podemos evitar la derrota si nos levantamos con el Espíritu de victoria en Cristo Jesús. Una cosa es perder un round de una pelea, y otra muy distinta es perder toda la pelea. No nos dejemos asustar e intimar por las tribulaciones, apuros, persecuciones y todo lo que nos quiere derribar, sino resistamos en el Nombre del Señor sabiendo que nuestra actitud de victoria nos guiará a la puerta de la victoria final.

Proverbios 24:16. Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse. Salmo 37:23-24. Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado porque Jehová sostiene su mano. No importa cuales sean las situaciones que hoy nos quieren derrotar y abatir, en el Nombre del Señor, y por obediencia a la Palabra de Dios, cambiemos la actitud de derrota, negativa por una nueva y bendecida: El Espíritu de victoria de nuestro Dios. No importa lo que estés atravesando, por más difícil que parezca, decidamos ahora mismo levantarnos en el Nombre del Señor Jesucristo y adoptar una actitud victoriosa en medio de los tiempos difíciles. Esa es la actitud que el Señor espera de aquellos que anhelan llegar a disfrutar la bendición final.

Demos una mirada a la vida de un personaje de la Biblia al que en algún momento de la vida tuvo en contra todas las circunstancias. La Biblia nos dice que Josafat amaba mucho a Dios. Josafat seguía a Dios con todo su corazón. Un día cuando Josafat era rey de Israel, tuvo la oportunidad de verdaderamente confiar en Dios. El rey Josafat recibió unas noticias que causaron temor. Un día el guardia que estaba como atalaya de la ciudad trajo una nuevas muy terribles. Un enemigo venía. Estaban muy cerca de la ciudad los soldados de ese enemigo. El ejército era grande y poderoso. La situación aparentaba ser temerosa. Lo primero que hizo Josafat fue orar y pedir la ayuda de Dios. Josafat le pidió a toda la gente que no comiera por un día entero. En lugar de comer iban a orar y pedir la ayuda de Dios. Después Josafat se paró ante el pueblo y oró a Dios. Josafat alabó a Dios porque es poderoso y maravilloso. Pidió a Dios que le ayudara a derrotar a su enemigo. Josafat le dijo a Dios que no haría nada sin la ayuda de Dios.

Dios escuchó la oración de Josafat. Dios envió un mensajero llamado Jahaziel para hablar con toda la gente. Les dijo que escucharan el mensaje de Dios. Dijo: No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía. Dios les dijo que esperaran hasta al día siguiente para pelear. Dios les dijo que cuando marcharan a la pelea iban a ver como Dios iba a ganar la batalla por ellos. Cuando Josafat escuchó las nuevas, se arrodilló y adoró a Dios. Estaba muy agradecido por la ayuda de Dios y por la benignidad de Dios para con él y con el pueblo. Le dio gracias a Dios por ser maravilloso. Temprano la siguiente mañana, Josafat y su ejército fueron a la pelea como les había dicho Dios. El rey Josafat le dijo al pueblo que tuvieran confianza en Dios y que le obedecieran. La gente salió a cantar cantos a Dios y empezaron a tocar música muy hermosa. Cantaron ante el ejército de enemigos. Los músicos dijeron: “Den gracias al Señor; su gran amor perdura para siempre.”

Mientras cantaban Dios puso emboscadas contra los enemigos. Esto quiere decir que vino otro enemigo y peleó en contra de ellos. Estaban sorprendidos. Los dos enemigos pelearon hasta que habían sido derrotados los dos. Cuando Josafat y su ejército llegaron a la orilla donde podían ver, quedaron atónitos con lo que Dios hizo. Dios había ganado la batalla. Cuando el ejército regresó a la ciudad, alabaron a Dios y le dieron gracias por haber ganado la batalla por ellos. Tocaron flautas, panderos y arpas en el templo como alabanza a Dios y para darle las gracias por haber liberado al pueblo de sus enemigos.

Porque Josafat amaba a Dios, tuvo paz durante su vida y su reinado. Como Josafat, hay veces que tenemos miedo. Cuando estamos en esta situación, debemos orar y pedir la ayuda de Dios como lo hizo Josafat. Josafat no solo pidió la ayuda de Dios sino que también alabó a Dios diciéndole que era bueno y maravilloso por todas las cosas que había hecho. También cuando Dios les dijo que hicieran, obedecieron. Cuando Dios les dijo que esperaran hasta al día siguiente para marchar a la pelea en contra de sus enemigos, confiaron en Dios y obedecieron sus mandamientos. Ellos siguieron a Dios y vieron a Dios obrar un milagro.

Josafat amaba a Dios con todo su corazón. Josafat sabía que Dios es el único que podía salvar al pueblo de su enemigo. Dios ha proveído la manera de salvarnos a nosotros también. Nosotros no tenemos un enemigo como Josafat. Nuestro pecado nos separa de Dios. Para salvarnos y quitar la pared que nos separa de Él envió a Cristo a morir en la cruz por nuestros pecados. Si creemos en Cristo y que Dios lo resucitó, Él vendrá a nuestras vidas y nos perdonara. Un día nos llevará al cielo.

Ayer ya es pasado, ¿Llorar por lo pasado, traerá resultados positivos?, no lo creo, y es que somos número uno para recordarnos del pasado y permitir que eso nos afecte para mal. Tu mejor que nadie sabes que no te fue bien, que hubieras querido que las cosas fueran de otra manera, que nunca te imaginaste el resultado que daría todo lo que se veía venir, pero ya está, se dio, sucedió, las cosas se dieron no como pensaste, pero ahora el panorama es otro.

Quizá en algún momento te preguntes: ¿Por qué Dios permitió?, pero yo te invito a que puedas hacerte otra pregunta: ¿Qué decisiones o acciones tuyas propiciaron esto?, y es que a veces pareciera que le queremos echar la culpa a Dios por lo que nosotros mismos hemos decidido, como que Dios tuviera la culpa de que me haya equivocado o que las cosas me hubieran salido totalmente contrarias a como hubiera querido. Y es que Dios no tiene la culpa de tus decisiones, tu eres libre de decidir qué es lo que quieres hacer o no, y eso también implica que cada decisión que tomes traerá consecuencias; buenas, si son decisiones buenas; malas, si son decisiones malas, lo más recomendable es ir delante del Señor y pedirle que nos guie y esperar a que pueda responder. Lastimosamente la mayoría de veces tomamos nuestras propias decisiones basados en lo que creemos que es lo correcto, olvidándonos de consultar a Dios y esperar una respuesta de Él.

Algunos otros se enojan con Dios porque dicen que le consultaron, y es que hay una gran diferencia entre consultar a Dios y esperar a que El responda a la consulta. La mayoría quizá pueda consultarle al Señor sobre algo en específico, pero son pocos los que esperan la respuesta de Dios para esa decisión y se dejan llevar por lo que creen que es lo mejor. Por todo eso quizá últimamente te sientes un poco derrotado, como que al no salir las cosas como quisieras te has sentido defraudado y con un sentimiento de impotencia frente a todo, mas Dios en este día en especial a través de los versos que leímos al inicio te dice lo siguiente:

Primero, “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas”, en pocas palabras, olvida de una vez por todas esos malos episodios, su voluntad no es que estés lamentándote todo el tiempo sobre “lo que hubiera sido”. 

Segundo, “He aquí que yo hago cosa nueva…”, que difícil asimilar lo que Dios puede y quiere hacer, mas cuando nuestra mente esta nublada por recuerdos del pasado, por eso el Señor en primera lugar nos insta a olvidar lo pasado, y ahora nos promete que “hará cosa nueva”. Y es que así es el Señor, mi Dios es un Dios de nuevas oportunidades, que a pesar de nuestros constantes errores está dispuesto a hacer nuevamente algo precioso en nuestra vida. 

Tercero, “Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”, además de prometernos que hará algo nuevo, también nos recuerda su poder sobrenatural, en pocas palabras para El no hay nada imposible, lo que para nosotros puede ser algo que jamás podrá volver a ser, para Dios es de lo más fácil y lo puede volver a hacer y aun mejor que lo primero. Hoy Dios quiere que olvides el pasado, te promete que hará algo nuevo y te confirma que su poder es un Poder Sobrenatural, frente a todo esto, ¿Por qué temer?, ¿Por qué dudar?, ¿Por qué desfallecer?, lo que Dios dice, lo cumple.

¡Vamos! es hora de levantarnos y comenzar a creer en lo que Dios puede hacer en nuestra vida, no limitemos el Poder de Dios, no pensemos que todo está perdido pues El hace de lo perdido algo NUEVO. Sonríe, sécate las lágrimas, date cuenta que tu Dios es un Dios Poderosos, Omnipotente y Soberano. La Palabra que Dios quiere que tu mente y corazón guarden en este día es: “He aquí que yo hago cosa nueva”.

La Biblia dice que el cristiano puede vivir en victoria constante: 2 Corintios 2:14. Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. 1 Corintios 15:57. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria. Dios nos impregna de victoria para que manifestemos en todo lugar olor a victoria. El olor “espiritual” es la fragancia percibida por los demás, y no depende de lo que uno haga sino de lo que fluye de su ser.

Esto es lo que diferencia al cristiano que vive sobre sus dificultades de aquél que se rinde vencido debajo de sus dificultades. Deuteronomio 28:1 y 13 dicen: Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltara sobre todas las naciones de la tierra. Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedeciereis los mandamientos.

Como creyentes podemos caracterizarnos por tener una actitud diferente ante las adversidades de la vida. Esta es una actitud que puede ser aprendida. La vida del Apóstol Pablo también es un ejemplo de aquellos que vivieron una vida de victoria. Este hombre de Dios tuvo todo para ser un derrotado y miserable en su vida, pero vamos a ver en los siguientes pasajes, que de su vida fluía un espíritu de victoria (no exitista o resultadista, que es otra cosa). El pasaje de 2 Corintios 4:7-10 revela varias actitudes victoriosas que podemos aprender:

2 Corintios 4:8. Atribulados en todo, mas no angustiados. 2 Corintios 7:5 dice: En todo fuimos atribulados de fuera, conflictos; de dentro, temores. 2 Corintios 4:8. En apuros, mas no desesperados. 2 Corintios 4:9. Perseguidos, mas no desamparados. Cuando el enemigo nos separa del rebaño, no da el zarpazo final. 2 Corintios 4:9. Derribados, pero no destruidos. Entonces, según la Biblia podemos como creyentes estar: Atribulados mas NO ANGUSTIADOS; En apuros, mas NO DESESPERADOS; Perseguidos, mas NO DESAMPARADOS; Derribados, mas NO DESTRUIDOS. Isaías 42:9.  Las cosas pasadas se han cumplido, y ahora anuncio cosas nuevas; las anuncio antes que sucedan.

Isaías 48:6. De todo esto has tenido noticia, ¿y no vas a proclamarlo? Desde ahora te haré conocer cosas nuevas; cosas que te son ocultas y desconocidas. Lamentaciones 3:21-23. Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!

¡Es posible tener una nueva vida a partir de una vieja historia! Solo cree, obedece y declara que hay cielos abiertos para ti. 

Las promesas del Señor son eternas y grandiosas. Él no hace remodelaciones, sino que hace cosas nuevas, diferentes y mejores. Por eso, cuando decidimos entregarle nuestro corazón, decimos que nacemos de nuevo, porque somos formados otra vez, según Su propósito. Por supuesto que no es posible salir otra vez del vientre de nuestra madre, pero es casi como eso, porque nuestro pensamiento, espíritu y corazón cambian tan radicalmente que pareciera que somos otra persona. Incluso rejuvenecemos porque hay tanta esperanza al ver la vida desde otra perspectiva que nos llenamos de vitalidad y de proyectos. Justo eso es lo que el Señor promete cuando dice que saldrá la luz, se abrirán nuevos caminos y ríos.

Es necesario comprender esto para apreciar y aprovechar en toda su dimensión aquello que Dios nos ofrece: ver cielos abiertos a la posibilidad de hacer realidad aquello que Él desea, es decir, desarrollar todo nuestro potencial para alcanzar grandes conquistas. Pero todo es cuestión de que nos dispongamos a aprender de Su Palabra para abrir los ojos de la fe y descubrir esa nueva perspectiva que nos enfrenta a la realidad y nos reta a buscar cada vez algo mejor. Por ejemplo, cuando vemos un vaso con agua, si no está al tope, podemos decir que está medio lleno o que está medio vacío, no importa. 

Claro que algunos aconsejan decir que está medio lleno porque decir que está medio vacío implica concentrarse más en lo que no se tiene. Está bien, pero lo importante es reconocer que no está lleno y que por lo tanto, se está desperdiciando su propósito que es contener algún líquido. Lo mismo sucede con nosotros. Si no estamos desarrollando todo nuestro potencial, significa que lo estamos desperdiciando, así de sencillo. ¡Acepta el reto de comenzar de nuevo!

Si entramos en la dimensión del Espíritu, nuestra verdad comienza a cambiar. La vida nueva en el Señor no está basada en la percepción natural, sino en aspirar a todo lo que nos ha prometido, que es, nada más y nada menos, que cielo nuevo y tierra nueva ahora, si te decides a aceptar tu naturaleza de pueblo escogido y linaje bendito, a quien Dios escucha y favorece.

Levanta tus ojos al cielo, porque eso es lo que Dios quiere que hagamos. Los hombres que alcanzaron grandes proezas aprendieron a ver cielos nuevos, vieron hacia arriba. Por eso, Jesús, en el Padre Nuestro, pidió que se hiciera la voluntad de Dios en la tierra, como sucede en el cielo. Por eso, la promesa para Abraham fue que su descendencia sería tan abundante como las estrellas del cielo; por eso, Jesús inició su ministerio luego de ser bautizado, cuando el cielo se abrió y descendió el Espíritu Santo sobre Él. Así que no bajes tu mirada, mantén tus ojos puestos en lo alto, en el Señor.

Proverbios 3:1-2 enseña: Hijo mío, no te olvides de mí ley y  tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida? Y paz te aumentarán. Proverbios 4:24 aconseja: Aparta de ti la perversidad de la boca? Y aleja de ti la iniquidad de los labios.

Por supuesto que tener esa actitud no significa que debemos esperar que todo caiga del cielo, sino que implica que nuestra esperanza está puesta en Dios, quien nos abrirá paso, incluso para superar las dificultades que se nos puedan presentar. Aprendamos a obedecer a Dios y dejarnos guiar por el Espíritu Santo. Honrrémosle en todos nuestros caminos y tengamos cuidado con las palabras que salen de nuestra boca. Bendiciones.