Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Un corazón para Dios°


2 Crónicas 16:9ª. (LBLA) Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo.

La concepción hebrea de la palabra “corazón” lo señala como el centro que gobierna todo el ser y, por consiguiente, todas sus acciones. La Biblia usa la palabra corazón para referirse a los aspectos emocionales, intelectuales y volitivos, entre otros usos. Sabemos que estas tres partes se encuentran en el alma, por lo tanto, bien podría decirse que el corazón es también el alma, de acuerdo a las Escrituras. En el Nuevo Testamento, la palabra corazón es sinónimo de persona.

Desde el Antiguo Testamento, Dios muestra al hombre la necesidad de arrepentimiento y conversión del corazón, haciendo notar que se necesita un corazón nuevo: “Y les daré un corazón nuevo, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne” (Ezequiel 11:19).

Sabemos que el corazón del hombre es contrario al corazón de Dios. El corazón del hombre es arrogante, duro, rebelde, egoísta y engañoso, entre otros muchos defectos. El de Dios, en cambio, es un corazón manso y humilde.

Un corazón completamente suyo es aquel que es conforme al corazón de Dios. ¿Qué quiere decir ser una persona conforme al corazón de Dios? Quiere decir vivir la vida en armonía con el Señor. Lo que es importante para Él, es importante para uno. Lo que a Él le interesa, le interesa a uno. Cuando Él dice: “Ve a la derecha,” uno va a la derecha. Cuando Él dice: “Deja eso en tu vida,” uno lo deja. Cuando Él dice: “Esto está mal, y tienes que cambiar,” uno lo resuelve porque uno tiene el corazón dedicado a Dios. Eso es cristianismo básico y bíblico.

Cuando uno es un hombre o mujer conforme al corazón de Dios, uno es profundamente sensible a las cosas espirituales. ¿Qué es lo que Dios está buscando? Está buscando hombres y mujeres que tienen su corazón perfecto para con Él. Eso quiere decir que cuando uno hace algo malo, lo admite y lo resuelve. Uno anhela complacer a Dios con las acciones. Uno se preocupa profundamente por los motivos detrás de las acciones. Dios no está buscando especímenes imponentes de humanidad. Está buscando siervos profundamente espirituales, genuinamente humildes, honestos, que tengan integridad.

Algunos de los sinónimos de la palabra hebrea que se traduce “integridad”: “completo, total, inocente, teniendo sencillez de vida, integral, sólido, sin estorbos.” Es lo que uno es cuando nadie lo está viendo. Vivimos en un mundo que dice, de muchas maneras: “Si simplemente das una buena impresión, eso es todo lo que importa.” Pero usted nunca será un hombre o mujer de Dios si esa es su filosofía. Nunca. No se puede fingir ante el Todopoderoso. Él no se impresiona con lo externo. Él siempre enfoca las cualidades internas, como el carácter y el corazón; esas cosas exigen disposición, tiempo y disciplina.

Los tiempos peligrosos han llegado, los tiempos de las profecías del cumplimento de las cosas finales antes de la segunda venida del Señor Jesucristo. Es nuestra responsabilidad obedecer las órdenes de avanzar hacia la presencia de Dios y mostrarles a otros el amor de Cristo. Siga el modelo de los adoradores en espíritu y en verdad. Manténgase en la verdad de la Biblia. Proclame el mensaje de Cristo. Mantenga una vida ejemplar, sea sal y luz en medio del lugar en el que Dios le ha permitido vivir y moverse, en su hogar, en su familia, en su vecindario, en su trabajo, en su colegio, en su universidad, en su empresa.

Lo más preciado y hermoso sobre la tierra es la presencia de Dios, porque Dios es amoroso, perfecto, santo, justo, compasivo. La maldad que hay sobre la tierra es consecuencia de los malos pensamientos y los malos actos que salen de los corazones de las personas.

Mateo 15:16-19 (LBLA) 16 Y Él dijo: ¿También vosotros estáis aún faltos de entendimiento? 17 ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al estómago y luego se elimina? 18 Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. 19 Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias.  

Génesis 6:5 (LBLA) Y el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal.

La forma en que Dios quiere acercarnos a su presencia es sólo una: a través del Señor Jesucristo, de su sacrificio en la cruz de calvario, de su señorío sobre nuestro corazón, de vivir vidas rendidas con una conciencia de la realidad de su presencia. Este es un asunto del corazón de cada uno de nosotros, de nuestra disposición a acercarnos a Dios. Dios ha provisto que con la ayuda y obra del Espíritu Santo podamos entender la realidad del Reino de los cielos, de quien es Jesucristo y que es lo que debemos hacer.

¿Realmente tenemos conciencia de la presencia de Dios y de quién es Él? Todos los seres humanos vamos a estar delante de Dios en un juicio cómo nos lo afirma la Biblia en la carta a los Hebreos 9.27 (LBLA) así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio. ¿Estás preparado para encontrarte con Dios? Amós 4:12 (LBLA) Por tanto, así haré contigo, Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para encontrarte con tu Dios, oh Israel.

Hay varios juicios a los que cada ser humano sin importar la condición debe presentarse; uno de ellos es el juicio del gran trono blanco y el otro es el juicio del tribunal de Cristo. Nuevamente hago la pregunta ¿Estás preparado para encontrarte con Dios? ¿Qué significarán para nosotros la Segunda Venida y el tribunal de Cristo? En otros sermones trataremos el tema de los juicios. El asunto del mensaje de hoy es confrontarnos para saber qué clase de corazón tenemos y que cambios debemos hacer si en verdad estamos dispuestos a vivir para Dios por lo que Él es.

Al hombre le fue delegado por parte del Señor la administración de la tierra, de los recursos que se encuentran en ella, se le dio autoridad sobre todos los animales, se dio la responsabilidad del hogar, de guiar a su familia a los caminos de Dios, de guiar a otros al conocimiento del Rey de Reyes, el Señor Jesucristo, porque Adán y Eva perdieron el Jardín del Edén con todos sus beneficios y responsabilidades. Allí en ese jardín la humanidad estaba destinada a habitar. Todo fue restaurado a través de Cristo y para acceder a esto debemos rendir nuestro corazón al señorío del Hijo de Dios. Lucas 23:43 (LBLA) Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Génesis 1:26-28 (LBLA) Creación del hombre y de la mujer. 26 Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. 27 Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.

El corazón del hombre ¡Cuántas veces encontramos a Dios reprochando el corazón de los israelitas! A través de los profetas, Dios persuadía a Israel una y otra vez para que se volvieran de sus malos caminos y de su malvado corazón; pero ellos, haciendo caso omiso, se marchaban en pos de sus ídolos, cometiendo toda clase de pecados contra Dios.

El corazón de los israelitas es el prototipo del corazón de todo el género humano, con excepción del Señor Jesucristo. Esteban reprochó a los judíos: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos!” (Hechos7:51). El corazón incircunciso es el corazón no regenerado, no convertido. Es aquel que aún no ha experimentado el nuevo nacimiento. El Espíritu Santo de Dios es el que regenera el corazón llenándolo de la vida de Cristo. Nacer del Espíritu es volver a nacer: Dios ha derramado el Espíritu Santo para que donde quiera que se predique el evangelio las almas sean regeneradas. El Espíritu Santo redarguye de pecado trayendo al convencimiento del pecado a los hombres que han vivido lejos de Dios.

Una vez que la persona está regenerada, ha de aprender a ser manso y humilde de corazón. Es un camino largo y constante que hay que recorrer, pues, aunque tenemos un corazón nuevo y un espíritu nuevo dentro de nosotros, aún quedan los surcos y las huellas que dejó el dominio del antiguo corazón. El nuevo corazón es Cristo morando en nosotros.

Antes de la conversión, nuestro espíritu estaba muerto para Dios. Ahora, con el espíritu renacido, hacemos morar a Cristo por la fe en él. Entonces, el cambio de corazón consiste en que antes no teníamos vida eterna porque no habíamos recibido a Cristo; pero ahora que le hemos recibido, Él mora en nuestros corazones y ha pasado a ser la Vida de nuestra vida.

Después de caminar un tiempo hermoso con el nuevo corazón, empezamos a ver las contradicciones de lo antiguo con lo nuevo. Vemos que la vida natural que está en el alma quiere actuar independientemente de la vida de Dios que mora en nuestro espíritu. Es la lucha entre la carne y el Espíritu. Antiguos pecados que estaban vencidos, vuelven a la carga para atacar. El carácter heredado de nuestros padres vuelve a manifestarse. Se pierde de vista el carácter de Cristo, y los demás nos ven a nosotros y no al Señor en nosotros. ¿Qué pasa? Jeremías dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas” (Jeremías 17:9) Salomón dice a su hijo: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón” (Proverbios 4:23). El Señor Jesucristo dice a las iglesias: “Yo soy el que escudriña la mente y el corazón” (Apocalipsis 2:23).

Cuatro tipos de corazones. En la parábola del sembrador (Mateo capítulo 13) encontramos cuatro tipos de terrenos que representan cuatro tipos de corazones. El sembrador salió a sembrar la semilla del reino. Parte de la semilla cayó junto al camino; otra parte cayó en tierra de pedregales; otra parte cayó entre espinos y abrojos; y finalmente, otra parte de la semilla cayó sobre la buena tierra, la cual dio fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno.

Ninguno de nosotros era naturalmente una buena tierra. El Señor ha estado haciendo una excelente labor en nuestros corazones, pues él sabe, como todo agricultor, que echar semilla en un terreno endurecido, o pedregoso, o lleno de malezas, sería completamente inútil. Él espera que la lluvia de su Palabra remoje y ablande la tierra endurecida que, el tránsito de las personas, la había convertido en camino.

Lo mismo pasó con el corazón que se había llenado del cascajo de la religión. Este tipo de corazón representa a los cristianos superficiales. En ellos la palabra del reino no puede penetrar, porque el suelo de tierra es poco profundo, entonces viene el sol y quema las raíces. Así, la siembra se hace infructuosa. El cascajo representa el lastre de la religión, cualquiera sea su nombre.

Se puede tener la mejor religión, pero ésta sólo mantiene a los hombres en una apariencia de piedad. Algunos ponen el acento en la vestimenta, otros en las comidas, otros en el estudio de la Biblia (el estudio de la Biblia es bueno pero no como un fin en sí mismo, sino como un medio para que nos muestre a Cristo; de lo contrario es pura letra). Algunos repiten canciones; otros oran con repeticiones. Sin embargo, los peores son los que tienen una justicia propia. Sacar este lastre religioso es más difícil que sanar el corazón de los maltratados. Pero hay esperanza. Son muchos los que vienen en estas condiciones, y el Señor tiene poder para limpiarlos hasta dejarlos aptos.

El terreno con malezas es un tipo de corazón mezclado. Este es el tipo de cristiano que convive con el mundo y la iglesia. Quiere la semilla del reino pero también quiere la semilla de otras filosofías. Mantiene compromisos con sistemas políticos, alimentando esperanzas de un mundo mejor a través de la ciencia, el arte y la cultura. Viene a las reuniones, pero no se compromete; observa a los demás cómo andan en el camino del Señor, los juzga, emite opiniones, no está conforme. Él es un espectador que ve la carrera desde las tribunas. Cree tener la razón en todo. “Ni muy adentro ni muy afuera” es su manera de conducirse.

Hasta que llega el día en que es alcanzado por la palabra del reino. En este punto es de suma importancia el ministerio de la palabra en las iglesias. Los pastores tienen que darse cuenta que ellos solos no son suficientes para edificar a los hermanos. Se necesita el modelo de Efesios 4 para llevar a cabo esta siembra.

Por lo expuesto hasta aquí, queda claro que no hay terrenos naturalmente buenos y que todos necesitamos los oficios del agricultor divino. Le diremos: “¡Señor, envía la lluvia, ablanda nuestros corazones con tu palabra, mete tu arado, quebranta nuestros corazones!”. Sólo entonces los terrenos estarán aptos para recibir la palabra del reino. Tal vez Dios utilizará la palabra de la gracia para ablandar los corazones, sanarlos y limpiarlos, antes de que la palabra del reino pueda ser sembrada y recibida, y dar así el fruto anhelado.

El corazón de Jesús. El Evangelio de Mateo nos presenta a Jesús como el Rey. Nos dirá que la característica de este Rey es que su corazón es manso y humilde. Él es distinto a todos los demás reyes de la tierra. Ellos son arrogantes autoritarios, soberbios, prepotentes, dominantes etc., pero el Señor Jesucristo es diferente. Y es que su reino no es de este mundo. El viene a formar súbditos que compartirán con él –por ahora– un reinado sobre el pecado, el mundo, la carne y Satanás; y –en un futuro cercano– reinarán con El sobre las naciones en un reinado de paz.

Sus enseñanzas se encuentran en Mateo 5 al 7y comienzan con el famoso Sermón de la Montaña: “Bienaventurado los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurado los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad... Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.

“Pobres de espíritu” son aquellos que reconocen que en sí mismos no tienen la solvencia moral para ajustarse a los requerimientos de Dios. Se dan cuenta de que por más sinceros que quieran ser para con Dios, no logran agradarlo acatando sus demandas. Cuando comparan su carácter con el carácter del Rey se juzgan a sí mismos confesando su debilidad, diciendo: “¡Señor, yo no puedo ser como tú eres!”. Entonces lloran su pecado y lamentan no poder ser como es su Señor. Es ahí cuando reciben consolación. Dios había declarado: “Yo habito en la altura y en la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías57:15). 


Así se va formando el carácter del Rey en nosotros y se va purificando el corazón. Mateo nos muestra el corazón de nuestro Rey: “...Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29). El Rey nos invita para aprender de Él. Estamos siendo conformados a su imagen. Bendiciones.

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia°





Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia.

Estamos en tiempos de crisis y muchas personas han perdido sus puestos de trabajo. Hay mucha gente sufriendo y sin saber qué va a pasar con sus vidas y las de sus familias. Son tiempos difíciles los que estamos viviendo, pero en medio de todas estas cosas los cristianos tenemos grandes promesas de Dios y no tenemos que vivir con ansiedad o preocupación.

Mateo 6:33. (RVR1960) Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Es el deseo de Dios que le busquemos de todo nuestro corazón, que estemos con él por la eternidad como esta revelado en la oración intercesora más poderosa que se ha hecho sobre esta tierra (Juan 17), en dónde nos deja ver el deseo profundo del Señor Jesucristo y la perfecta y amorosa voluntad del Padre Celestial para cada ser humano. Sólo hay una manera de buscar a Dios, un sólo camino, un sólo Dios, un sólo ayudador, es a la manera de Dios y no a la manera de los hombres, el Señor nos ha dejado revelado en su Palabra como debemos hacerlo. Dios ha prometido cuidar de Sus hijos y Él siempre cumple Sus promesas. Hebreos 13:5b dice: “Nunca te dejaré ni te abandonaré”. Eso lo experimentamos los cristianos cada día.

Nada de lo que les pasa a los hijos de Dios puede ser para mal ni está fuera de Su control; podemos descansar en Sus promesas. Entonces, ¿podemos pensar que Dios va a permitir que nos falte lo necesario? De ninguna manera. Dios sabe cuáles son nuestras necesidades y las va a suplir.

Hechos 5:29 (LBLA) Mas respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.

Nuestro Señor Jesucristo con su propia vida consumó el plan de Salvación por toda la humanidad derramando su sangre en aquella cruz y entregando su propia vida para podernos redimir de la muerte, Salmos 40:8. (LBLA) Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón. Lucas 22:40-43. (LBLA) 40 Cuando llegó al lugar, les dijo: Orad para que no entréis en tentación. 41 Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba, 42 diciendo: Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43 Entonces se le apareció un ángel del cielo, fortaleciéndole.

Juan 17:1-11. La Biblia de las Américas (LBLA) Oración intercesora de Jesús.

1 Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti, 2 por cuanto le diste autoridad sobre todo ser humano para que dé vida eterna a todos los que tú le has dado. 3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 4 Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera. 5 Y ahora, glorifícame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera. 6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; eran tuyos y me los diste, y han guardado tu palabra. 7 Ahora han conocido que todo lo que me has dado viene de ti; 8 porque yo les he dado las palabras que me diste; y las recibieron, y entendieron que en verdad salí de ti, y creyeron que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos; 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo, mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, para que sean uno, así como nosotros.

El evangelio es sencillo pero muchos lo hacen complicado para ellos y para otros, en estos tiempos peligrosos de cumplimientos proféticos en dónde la maldad y la falta de amor están en todas las naciones de una manera sin precedentes. Mateo cap. 25; 2 Timoteo cap. 3.

Sólo hay que colocar cualquier canal de noticias y podemos ver como abundan el egoísmo, la envidia, el amor por el mundo, el amor por las cosas del mundo, en miles no hay temor a Dios, no hay respeto por los padres, no hay respeto por las autoridades, se respira anarquía, muchos buscan lo suyo, adulterios, fornicaciones, orgías, borracheras, asesinatos, violaciones a mujeres, niños y hombres, hay injusticias, la corrupción abunda en los organismos de los estados y de los sectores privados en todas las naciones, la mentira y el engaño son una forma de vivir para muchos, el amor al dinero y la avaricia ha hecho que muchos y muchas busquen cualquier manera de conseguir lo que desean a cualquier costo como el narcotráfico, la prostitución (de mujeres, de hombres, de niños, de homosexuales, de lesbianas), vendiendo armas, secuestrando, la pornografía, la drogadicción es aceptada de manera normal por muchas sociedades. Se respira maldad en toda la tierra a pesar que los avances tecnológicos y de la ciencia han llegado a niveles nunca antes vistos como lo declaró el profeta Daniel.

Así también nosotros cuando vemos estas cosas que nos recuerdan las palabras de la Biblia, debemos recordar que antes de la Segunda Venida del Señor tienen que venir muchos dolores como los de una mujer de parto. Dios está en control de todo.

Daniel 12 (LBLA) El tiempo del fin.

12 En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. 2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. 3 Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.

4 Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará. 5 Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río. 6 Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas? 7 Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.

8 Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? 9 El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. 10 Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán. 11 Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. 12 Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días. 13 Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.

Muchos tienen conocimiento de que Jesús dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios”. ¿Pero qué significa esto? ¿Por qué es necesario? ¿Cómo podemos cumplir este mandato?

Como parte de su famoso Sermón del Monte Jesús habló sobre las cuestiones comunes que cada uno de nosotros enfrenta para sobrevivir (Mateo 6:25-34). ¿Cómo voy a llenar mis necesidades? ¿Tendré comida y bebida? ¿Tendré ropa? Hablando sobre estas cuestiones, Jesús dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios, y su justicia; y todas estas cosas os serán añadidas” (v. 33). En esencia, Jesús estaba advirtiéndonos de no preocuparnos acerca de estos intereses humanos y más bien darle prioridad a buscar el Reino de Dios.

Por qué debemos buscar el Reino de Dios.

La razón por la que debemos buscar el Reino de Dios es que miles de años de historia muestran que los seres humanos no podemos gobernarnos de manera efectiva; y al final, todos los gobiernos humanos con la excepción de Dios fracasarán. Salomón escribió en Proverbios 14:12 que “hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”. Jeremías agregó: “Conozco, oh Eterno, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23).

¿Cómo podemos buscar el Reino y la justicia de Dios?

En su enseñanza Jesús incluyó instrucción sobre cómo buscar el Reino de Dios: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). El arrepentimiento y la fe son las dos piedras fundamentales por las cuales será permitida la entrada a este Reino glorioso.

La razón por la que debemos arrepentirnos es porque “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Romanos 6:23 agrega que “la paga del pecado es muerte, mas la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Arrepentirnos significa que debemos cambiar nuestra forma normal de pensar, la cual es contraria a Dios. La Biblia revela que “los designios de la carne (la mente natural, humana) son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7). Por lo tanto, nosotros necesitamos un cambio en nuestra forma de pensar que entonces nos conducirá a apartarnos del pecado y a guardar los mandamientos de Dios. Como dijo Jesús: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17).

Los humanos han probado toda forma de gobierno, no obstante todas finalmente han llegado a su final. Al hablar acerca de los acontecimientos que conducirán al fin de la era en que el hombre se gobierna a sí mismo y el principio del gobierno de Dios sobre esta tierra, Jesús dijo: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”. Continuando, Él dijo: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo” (Mateo 24:21-22).

Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y empezamos a guardar los mandamientos de Dios, el siguiente paso es el bautismo. Hablándoles a personas que habían sido convictas de sus pecados y querían saber lo que debían hacer, Pedro dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). El bautismo—inmersión bajo el agua como un símbolo del lavamiento de nuestros pecados y el final de nuestro estilo de vida pecaminoso—es un pacto que hacemos con Dios y Cristo. Representa nuestro entendimiento de que hemos quebrantado la ley de Dios y necesitamos ser perdonados de nuestros pecados. También significa nuestro compromiso de obedecer la ley de Dios.

Nosotros ahora somos convictos de nuestra necesidad de vivir por cada palabra que viene de Dios y Cristo. Como Jesús advirtió: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).

El siguiente paso en el bautismo es recibir el Espíritu Santo 
(Hechos 19:6). El don del Espíritu Santo es lo que lo convierte a uno en un hijo de Dios. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14).

Como hijos de Dios, nosotros entonces debemos crecer en “la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18). Juan se refirió a esto como un proceso continuo de purificación (1 Juan 3:3).

El plan de Dios para nosotros en el Reino

Dios creó al hombre a su imagen con poderes y habilidades inferiores con el fin de preparar al hombre para gobernar con Él en un gobierno que será eterno. El propósito de Dios al decirnos “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” es ayudarnos a desarrollar, a través de nuestras experiencias en esta vida, su carácter santo y justo y prepararnos para gobernar bajo Cristo como reyes y sacerdotes sobre esta tierra (Apocalipsis 5:10).

Pero no podemos hacerlo solos, ni a nuestra manera, todo comenzó en el corazón de Dios y su gran amor por la humanidad, no podemos entenderlo desde nuestras mentes humanas y carnales; lo podemos entender cuando es el mismo Dios abriéndonos el entendimiento y dándonos una mente espiritual, cuando hemos nacido de nuevo, cuando el velo que el diablo puso en nosotros es quitado, cuando viene sobre nuestras vidas el Espíritu Santo y empieza a hacer su obra en nosotros, nos redarguye, nos enseña, nos da vida, nos restaura, nos guía, nos lleva a rendirnos al señorío de Jesucristo, nos lleva a la presencia de Dios, nos enseña y ayuda a orar conforme a la voluntad del Padre Celestial.

Juan 17:12-19. La Biblia de las Américas (LBLA) Oración intercesora de Jesús.

12 Cuando estaba con ellos, los guardaba en tu nombre, el nombre que me diste; y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera. 13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo para que tengan mi gozo completo en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. 16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad.

Busquemos su presencia para que hallemos tiempos de refrigerio como está escrito en su Palabra, Dios no ha cambiado, él es el mismo ayer y por todos los siglos, escrito está que Jesucristo el Hijo de Dios apareció en medio nuestro para deshacer las obras del diablo, que él vino a darnos vida y vida en abundancia; escrito está que dónde está el Espíritu de Señor allí hay libertad, peleemos la batalla de la fe con la ayuda del Espíritu Santo y con la Palabra de Dios, estamos en una guerra por nuestras almas, vistámonos con esas armas de luz que Dios ha provisto.

El Señor Jesucristo ya pidió al Padre por nosotros y sigue intercediendo por su pueblo, por su iglesia para que seamos protegidos de la maldad del diablo y de los habitantes del mundo; la parte que nos corresponde es buscarle de todo nuestro corazón, viviendo vidas en rectitud, en santidad, amando su palabra como nos lo pide en Juan 14:15. Si me amas, guarda mis mandamientos.

Juan 17:20-26. 20 Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: 23 yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí. 24 Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25 Oh Padre justo, aunque el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. 26 Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en ellos.

Como respuesta a ese perfecto y grande amor que Dios ha derramado sobre los corazones de los que hemos creído en él, debemos disponernos para ser sal y luz en medio del lugar dónde nos encontremos, ser parte de la obra y el deseo de nuestro Señor Jesucristo, alcanzar y ganar almas para Dios a través del evangelio de salvación. No nos preocupemos por lo que debamos decir porque será el mismo Espíritu Santo de Dios colocando las palabras en nuestra boca. Dispongamos nuestro corazón para ser sanados, restaurados y llenados con la Palabra de Dios y su presencia.

Recordemos una vez más lo siguiente: Porque del Señor es la obra, él es el que llama, forma, equipa, afirma y da el crecimiento; lo que él pide es dependencia, obediencia, esfuerzo y valentía de cada uno de sus hijos quienes hemos aceptado el señorío del Rey de reyes Jesucristo. Sin Dios nada podemos hacer, pero en él y con él todo lo podemos.



Y proclamemos en la tierra y en el mundo espiritual que nos disponemos en las manos de Dios como instrumentos de barro para ser llenos de su Espíritu Santo, ser transformados, guiados, usados por Él y así cumplir con la gran comisión en nuestras vidas y la de los que nos rodean, con una tarea clara y definida: "Predicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo ganando almas donde se encuentren, con la guía, la unción y ayuda del Espíritu Santo, restaurándolas, discipulándolas, formándolas y enviándolas a la mies del Señor". Bendiciones.


La oración del cristiano°


La práctica de la oración es algo de suma importancia para el cristiano. Dios desea que su pueblo se comunique con él por medio de la oración, “Clama a mí y yo te responderé.” Jeremías 33:3. También el escritor a los Hebreos escribe: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Hebreos 4:16. Por lo tanto, el cristiano debe hacer la práctica de la oración algo especial en su vida diaria, ¿por qué? Porque Dios así lo desea.

¿Qué es la oración? El término “Oración y Orar” vienen de la palabra Griega (proseuchomai) y significa: Comunicación con Dios, orar a Dios, hacer una petición a Dios. Y este es el término que se usa con más frecuencia en el Nuevo Testamento. También existen otras palabras Griegas que connotan la idea de orar, sin embargo, todas ellas dan la idea de comunicarse con Dios y hacer una petición. La oración puede ser definida como: Una comunicación de un Hijo de Dios con su Padre celestial. Oración también significa en el sentido de la palabra “Dependencia” ya que cuando oramos mostramos que dependemos de Dios, pero los que no oran, son aquellos que viven sus vidas sin depender de Dios.

Cuando hablamos de oración, hablamos de tener una comunicación con Dios. Sin embargo, debemos de tener en cuenta que Dios no nos habla en ese momento cuando nosotros estamos llevando a cabo la oración. Existen varios grupos religiosos que profesan escuchar la voz de Dios cuando están hablando. Otros argumentan el poder platicar con Dios por medio de la oración. Por lo regular, una plática se compone de dos personas intercambiando pensamientos en ese momento que se lleva acabo la plática. Este no es el caso en la oración, dado a que la oración no es una plática, sino más bien, es un medio que usamos para comunicarnos con Dios y hacerle saber nuestras peticiones. No podemos decir que Dios nos habla en ese instante dado a que la respuesta a nuestra petición se llevará a cabo cuando sea la voluntad de nuestro Dios.

¿Es la oración parte de la adoración? La palabra de Dios nos revela un factor muy importante, “Dios es Espíritu y los que le adoran en espíritu y en verdad es necesario que le adoren.” Juan 4:24. Por lo tanto, la oración es parte de la adoración ya que por medio de la oración adoramos a nuestro Dios como él se lo merece. Mateo 6:9. “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.” Esto comprueba que Dios es adorado por medio de la oración. Por esta causa es muy importante que practiquemos la oración de una manera digna y no como nosotros queramos. Cuando oramos, no sólo traemos nuestras peticiones a Dios, sino que también le adoramos.

Pablo dice en 1 Timoteo 2:8. “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.”

Este texto nos enseña que los hombres que viven vidas consagradas a Dios son los que elevarán estas oraciones, hombres que tienen manos santas, sin ira ni contienda, lo cual indica que ellos deben de estar cerca de Dios y no estar contaminados de la práctica del pecado. La frase “Levantando manos santas” es una frase que en otras ocasiones hemos explicado, y aquí el apóstol Pablo hace uso de la Metonimia para dar a conocer una cosa en lugar de la otra, o sea que Pablo está diciendo que los que van a orar, deben de ser personas que vivan vidas santas, lo cual indica vidas apartadas del pecado.

Sería un error muy grande el permitir que una persona que está en pecado tenga la oportunidad de dirigirnos en oración. ¿Por qué? Porque Pablo nos enseña claramente quienes son los que están a cargo de llevar acabo las oraciones. Un cristiano inconstante en sus caminos no puede dirigirnos en una oración. La Iglesia tiene una responsabilidad muy grande de asegurarse que la Escritura no sea ignorada, sino más bien, debemos de asegurarnos que los que participan en la adoración sean personas dignas de este muy importante privilegio. Con esto no queremos decir que sólo los perfectos estarán a cargo de dirigir las oraciones, pero, aquellos que están cerca de Dios lo harán. La Biblia dice que nuestras oraciones, para que sean contestadas, debemos de hacer la voluntad de Dios.

Si un hermano pide algo en la oración que no es bíblico y que contradice la enseñanza bíblica, la congregación no debe decir amén al final, ya que si dice amén, estará de acuerdo con tal oración que ha sido hecha. Al acompañar a tal persona que ha hecho la oración, la Iglesia tiene la responsabilidad de analizar cuidadosamente lo que se está diciendo. Por ello, es importante que la congregación ponga atención a lo que se está diciendo, y por esto es importante que todos estén en un mismo parecer cuando la oración se está elevando.

Si cada uno hace oraciones diferentes, no podrán estar en un mismo parecer, y si el que dirige dijo cosas no bíblicas, no podremos darnos cuenta y al final estaremos todos diciendo amén a la oración que hizo el que la dirigió. Por lo tanto, sigamos el patrón que Pablo nos dejó en 1 Corintios 14:15. donde dice: “Oraré con el espíritu, pero también oraré con el entendimiento.” ¡Oremos con entendimiento!

¿A quién se debe de dirigir la oración? La Escritura está llena de pasajes que nos muestran a quien debemos de orar. Observemos algunos de estos pasajes y analicémoslos ya que existe un concepto erróneo de que las oraciones se pueden dirigir a Jesús. En este punto, observaremos los pasajes que nos enseñan a quien debemos de orar, y también, observaremos aquellos pasajes que son usados como argumento para justificar el dirigir nuestras oraciones a Jesús también.

Orando al padre. La Biblia nos enseña que las oraciones deben de ser dirigidas específicamente al Padre. En pasajes como Mateo 6:9-15 encontramos a nuestro Señor Jesucristo enseñando a sus discípulos a orar. Y en esta oración modelo les enfatiza diciendo a quien deben de orar “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.” Jesús en este ejemplo nos enseña que la oración es dirigida al Padre y no a él mismo.

Otro pasaje que podemos observar es Juan 14:13-14 donde Jesús dice: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” En estos dos pasajes, Jesús nos enseña que nuestras peticiones deben de ser hechas al Padre por medio de él, o sea en el nombre de Jesús, ¿por qué? Porque Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres como lo enseña 1 Timoteo 2:5. “Hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.”

La frase clave que nos indica que nuestras oraciones deben de ser dirigidas al Padre es “Lo que pidiereis en mi nombre” lo cual indica que las peticiones deben de ser hechas en el nombre de Jesús. Jesús no dice, “Si algo me pidiereis” sino más bien dice, “Si algo pidiereis” como indicando, si algo pidiereis al Padre, luego dice, “En mi nombre” indicando que la petición se hará al Padre en el nombre de Jesús. Otro pasaje a considerar lo encontramos en Juan 15:16 donde Jesús dice: “Para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo de.” Para que todo lo que pidiereis ¿A quién? El texto dice: “Al Padre” no dice al Hijo.

Un pasaje muy importante a considerar es el que encontramos en Juan 16:23 donde Jesús dice: “En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.” ¿A qué se refiere “en aquel día?” Lo más lógico a concluir es que se está refiriendo a aquel día cuando él esté con el Padre en el cielo. ¿Por qué no le preguntarán nada? Porque Jesús ya no estará con ellos físicamente, sino que estará en el cielo mismo, con el Padre.

El ejemplo de Jesús es el mejor a seguir. Siempre que Jesús oraba se dirigía al Padre y en Juan capítulo diecisiete encontramos la oración de Jesús, donde Jesús se refiere siempre al Padre, dejándonos ese ejemplo a seguir. Nuevamente, usamos el ejemplo de Mateo 6:9-15 donde Jesús les enseña a sus discípulos a dirigir sus oraciones al Padre y no a él mismo. Añadimos a este ejemplo lo que Jesús dijo a sus discípulos en el Sermón del Monte en Mateo 6:6 “Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que está en secreto te recompensará en público.” Si Jesús hubiera autorizado el dirigir oraciones a él mismo, él les hubiera enseñado cuando estuvo en la tierra, pero no lo hizo, ¿por qué? Por la simple y sencilla razón de que Jesús deseaba que nuestras oraciones fueran dirigidas al Padre y no a él mismo. Otros pasajes que pueden ser considerados y que comprueban que las oraciones deben de ser dirigidas al Padre son: Mateo 7:11; Lucas 11:1-13.

Estos pasajes son suficientes para mostrar que las oraciones deben de ser dirigidas al Padre y no al HijoJesús intercede por nosotros ya que él es el mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5). Cristo nos ha dejado la enseñanza y el ejemplo y, como Cristianos, tenemos la responsabilidad de imitar ese ejemplo y seguir esa enseñanza (1 Pedro 2:21).

Pasajes usados de manera errónea para justificar la oración siendo dirigida a Jesús.

En este párrafo, observaremos algunos de esos textos, y a la misma vez, los analizaremos para ver si en realidad estos textos son válidos para justificar tal práctica. Uno de los pasajes que son usados es Juan 14:14 donde Jesús dice: “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” Muchos usan este texto para justificar el orar a Jesús. Al leer este texto, muchos asumen y concluyen que Jesús está diciendo: “Todo lo que me pidan lo haré” El texto no está diciendo esto, sino más bien, Jesús dice que todo lo que pidamos en su nombre, él lo hará, lo cual indica que intercederá por nosotros con el Padre para que podamos obtener nuestra petición conforme a la voluntad de nuestro Dios.

Ahora, regresando a Hechos 1:24-25 y teniendo en cuenta lo que Jesús enseñó a sus apóstoles acerca de a quien debían de orar; podemos observar y concluir claramente que los apóstoles se estaban dirigiendo a Dios Padre. En cierta ocasión cuando Jesús iba a seleccionar a sus apóstoles, él pidió la ayuda de Dios para poder seleccionarlos y esto lo podemos encontrar en Lucas 6:12-16. También recordemos que Ananías dijo que Dios Padre escogió a Pablo (Hechos 22:14) “Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.” Ahora, algo que debemos de aclarar es que, no queremos decir que Jesús no tiene parte en la selección de las personas, sino más bien, lo que queremos decir y aclarar es que Jesús autorizó las oraciones para ser dirigidas al Padre y no a él, como ya lo hemos observado anteriormente.

El texto de Hechos 1:24-25 es usado también para decir que las oraciones se dirigen a Jesús, por el simple hecho de que el texto dice que el Señor es el que conoce los corazones de las personas. Es cierto que Jesús cuando estuvo en la tierra conocía los corazones de las personas (Lucas 6:8; Juan 2:24-25; Juan 6:64) Por lo tanto, el factor más importante que debemos de tener en cuenta es que Jesús instruyó a sus discípulos a orar al Padre y no a él mismo. Así que, no hay nada en este pasaje que indique o justifique una oración dirigida a Jesús.

Otro pasaje a considerar; pasaje que es usado para justificar oraciones siendo dirigidas a Jesús es Hechos 9:13-17 donde Ananías habla con El Señor acerca de Saulo. Muchos piensan y concluyen que esta era una oración, pero están equivocados, ¿por qué? Porque Ananías no estaba orando, sino más bien, el Señor se le apareció en “visión” (Hechos 9:10) y luego comenzó a hablar con Ananías. Si tan solamente pusieran atención al “contexto” muchos evitarían mal interpretar las Escrituras. Las letras en rojo indican que Ananías estaba hablando con Jesús, pero también el texto nos revela esto (Hechos 9:17) Pero, nuevamente, recordemos que esta no es una oración, sino una visión (Hechos 9:10)

Este fue el mismo caso con Esteban en Hechos 7 donde la Escritura dice que mientras le apedreaban, Esteban invocaba al Señor Jesús, diciendo, recibe mi espíritu. Este pasaje no comprueba que podemos orar a Jesús dado a que Esteban, lleno del Espíritu Santo, y puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios y él mismo dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios (Hechos 7:55-60). Ninguno de nosotros hemos visto lo que Esteban vio o experimentó, por lo tanto, no podemos decir que esto se aplica a nosotros hoy en día. La reacción de Esteban fue causada por la visión que él vio en ese momento y no por una oración que él hizo en ese instante.

Otro pasaje usado para justificar esta práctica es Hechos 22:17-21 donde la Escritura nos muestra que Pablo, mientras que estaba orando, se le aparece Jesús y habla con él directamente. Algo que no sucede hoy en día. Un punto muy importante que debemos de observar y analizar es lo que dice el verso 17 donde leemos las siguientes palabras: “Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis.” Aquí el texto nos muestra que Pablo, cuando esto sucedió, se encontraba en un éxtasis. ¿Qué significa esta palabra? “Éxtasis” viene de la palabra Griega (éxtasis) y significa: Asombrar, denota estar en un trance, condición en la cual se desvanecía la conciencia ordinaria y la percepción de las circunstancias naturales, y el alma quedaba sólo sensible a la visión impartida por Dios.

Debemos de recordar que Jesús siempre que oraba, oraba al Padre y no al Espíritu Santo. En el Nuevo Testamento tenemos aproximadamente 26 ocasiones registradas acerca de las oraciones que Jesús hacía. En estas oraciones tenemos el ejemplo de que Jesús dirigió todas sus oraciones al Padre y a nadie más. Algunos de esos ejemplos son mencionados en esta lección para su estudio personal (Mateo 26:39-44; Lucas 23:34; Mateo 27:46; Juan 11:41; Mateo 11:25-26; Lucas 10:21; Juan 12:28; Juan 17; Lucas 23:46; Mateo 6:6; Mateo 7:11; Lucas 11:1-2; Juan 14:16; Lucas 11:5-8; Lucas 18:7, Lucas 13; Mateo 9:38).

Pablo mismo dijo en Efesios 5:20 acerca de la oración: “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” ¿A quién daremos gracias? Al Padre, ¿Por medio de quién? Por medio de Jesucristo, ¿por qué? Porque él es nuestro mediador (1 Timoteo 2:5) y porque él así nos lo enseñó (Juan 14:13-14; Juan 16:23-26).

Importancia de mantener oraciones en contexto.

La mayoría de las veces como cristianos descuidamos la oración y dado a que no le damos tiempo a esta muy importante práctica, no hemos aprendido a mantener las oraciones dentro de su contexto. Ahora, ¿A qué me refiero cuando hablo de mantener oraciones dentro de su contexto? Bueno, me refiero a orar específicamente por lo que se me está pidiendo que ore. Por ejemplo, existen ocasiones cuando se nos pide que oremos por el pan de la Santa Cena. La mayoría de las veces no se ora por el pan, sino más bien por otras cosas que no tienen nada que ver con el pan. Lo mismo sucede cuando se nos pide que oremos por el fruto de la vid.

En cierta ocasión le tocó a su servidor visitar una congregación donde se le pidió a un hermano que orara por la ofrenda. Este hermano, (no lo decimos por criticar, sino más bien, lo decimos para que aprendamos) comenzó a orar por la ofrenda, y luego comenzó a orar por muchas otras cosas y llegó hasta el punto de orar por las pirámides de Egipto. Ahora, seamos realistas, ¿qué tienen que ver las pirámides de Egipto con la ofrenda? La respuesta es lógica, ¡Nada! Por lo tanto, fue innecesario salirse del contexto de la ofrenda para orar por otras cosas.

Esto nos ha sucedido a todos nosotros (podemos decir), y por lo tanto, necesitamos considerar más seguido como estamos elevando nuestras oraciones a Dios, para que no estemos orando por otras cosas cuando se nos pide que oremos por alguna petición específica. Ahora, no queremos decir que es pecado el no mantener las oraciones en su contexto, pero, creo que hay una necesidad de dar más pensamiento a nuestras oraciones para poder hacerlo de una manera más ordenada.


En conclusión, debemos orar al Padre Celestial en el nombre del Señor Jesucristo con la ayuda y dirección del Espíritu Santo. Debemos orar conforme a la Palabra de Dios con entendimiento y en santidad, llevando una vida que agrade a Dios. Sólo el Señor conoce el corazón de cada ser humano, a él no se le puede engañar. La rectitud, un corazón sincero, contrito y humillado, verdaderos adoradores en espíritu y en verdad es lo que el Padre Celestial está buscando en estos tiempos. Bendiciones.