Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

El llamado del Maestro°

Jesús enseña en Capernaúm. Marcos 1:21-27. La Biblia de las Américas. Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñar. Y se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Y he aquí estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones, gritó a gran voz y salió de él. Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen.

La diferencia entre un ministerio ungido y la elocuencia de los escribas, se hizo evidente. El Señor Jesús tenía autoridad para enseñar, no era un maestro común, había un poder especial en sus palabras. Sus frases calaban profundo en sus corazones. Se maravillaban no solo de lo que decía, sino la forma en que lo decía. No era un simple expositor de verdades textuales, él era la autoridad que daba vida a sus palabras y no dependía de citar a maestros anteriores como los escribas.

El título de maestro fue usado en referencia a Jesús unas 45 veces en los evangelios, generalmente por sus discípulos. Jesucristo fue reconocido como maestro, el más prominente. "Nadie puede hacer las cosas que tú haces; Maestro (Juan 3:2). Él era objetivo en su enseñanza. Generalmente enseñaba sentado en a la barca, en el templo o igual en la hierba verde. La fuente de inspiración del ministerio del Maestro es Cristo, “He aquí yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe, y por maestro a las naciones” (Isaías 55:4), este texto define a Jesús en una faceta de su ministerio mas fuerte, la de Maestro. 

Gran parte de su ministerio esta encaminado a enseñarnos los principios del reino de Dios. Cinco distintas palabras se utilizan en el idioma griego para designar al Maestro.

Maestro se refiere a aquellos cristianos que tienen la habilidad de pasar entendimiento del reino de Dios a otros, que hacen que la doctrina sea clara y funcional. El maestro equipa al pueblo de Dios para que pongan las escrituras en práctica, imparten entendimiento practico. Tiene la unción para exponer de una manera accesible, fresca y libre, y hace edificante un tema bíblico, que transforma y restaura vidas.

No existe lugar para interpretaciones privadas o personales de las escrituras, ni para tomar actitudes desafiantes o de superioridad, mucho menos para causar divisiones y controversias, sino su fin es edificar la iglesia. El maestro aparece en la iglesia de Antioquia junto a los profetas. Hechos 13:1. En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.

Efesios 4:11-16. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros. A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado unido entre si por las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en amor." 

Si usted tiene un llamamiento como maestro o como líder en la Iglesia, puede estar seguro de que su llamamiento es del Señor. Un llamamiento es una sagrada oportunidad para servir; trae consigo una responsabilidad ante el Señor. Debería influir en la forma en que usted vive, dirigir sus decisiones y motivarle a ser un siervo fiel y sabio.

Cuando usted recibió el llamamiento de enseñar, quizás se haya dicho a sí mismo: “Pero a mí no me han capacitado para que enseñe. No tengo la habilidad necesaria para presentar una lección o conducir un análisis en la clase. Hay tantos otros miembros que podrían hacerlo mejor que yo”. Quizás otros tengan una mayor experiencia o habilidad natural que usted para enseñar. Sin embargo, es usted a quien han llamado. Si es humilde, fiel y diligente, el Señor hará de usted un instrumento en sus manos.

El Maestro Cristiano dentro de sus atribuciones tiene roles determinantes en el proceso de enseñanza aprendizaje: es un consejero, un guía, un instructor, un ejemplo, un espejo y un constructor del edificio de la fe cristiana. No todo el mundo reúne estas características; sin embargo, el que ha recibido el llamado de la enseñanza, el que está consciente de su rol, tiene que buscar la presencia del Señor y hacer todo lo que le corresponde para que el Señor le provea de esas cualidades y de la presencia del Espíritu Santo y de esa manera hallar gracia delante de Dios y de su Iglesia.

Llevar a la gente a conocer a Cristo es su deber como maestro: debe haber conversiones y llamado en las clases, debe mostrar un vivo interés en que sus alumnos sean salvos. Si un maestro de Escuela Dominical o en las clases de la escuela bíblica, no tiene conversiones en su clase, ha fracasado en su deber de llevar a sus alumnos a un encuentro personal con Cristo. No es llenar de conocimiento bíblico y religioso a las personas; es edificar el cuerpo de Cristo, es sanar las heridas, la gente llega herida a nuestras clases y el maestro es un instrumento para romper esas cadenas, es ampliar el conocimiento de la Palabra de Dios, es corregir y exhortar

La verdad os hará libres. Juan 8:31-32 (RVR1960) Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Las características del maestro espiritual deben ser las siguientes: haber experimentado  el nuevo nacimiento y convicción de salvación.

El nuevo nacimiento. Juan 3:1-16. La Biblia de las Américas. Había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo, prominente entre los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer las señales que tú haces si Dios no está con él. Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te asombres de que te haya dicho: “Os es necesario nacer de nuevo.” El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede ser esto? Jesús respondió y le dijo: Tú eres maestro de Israel, ¿y no entiendes estas cosas? En verdad, en verdad te digo que hablamos lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no recibís nuestro testimonio. Si os he hablado de las cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, es decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo aquel que cree, tenga en El vida eterna.

El amor de Dios (versículo 16). Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Debe mantener una experiencia personal, real y definida con el Señor Jesucristo. Dicho de otra forma su vida debe estar identificada con Jesucristo en todo momento. Su personalidad debe revelar las características del fruto del Espíritu Santo como están descritas en Gálatas 5:22-23: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza”.

Es interesante notar que uno de los requisitos de un líder en la iglesia es la habilidad de enseñar (1 Timoteo 3:2). La Biblia habla también del don o ministerio de la enseñanza (Romanos 12:67, Efesios 4:11) y les da lugar de importancia a los maestros entre los demás ministerios.

Otras características del maestro espiritual son la de ser un verdadero amigo leal y sincero porque la amistad que un maestro brinda a los niños y los jóvenes, les impresiona de una manera perdurable. Haciéndose amigo de sus alumnos, el maestro podrá conocerlos mejor y llegar llegará a saber de sus necesidades, entendiendo las flaquezas de los débiles.

No debe temer el trabajo duro, ya que la enseñanza requiere horas de preparación y estudio, además del desgaste emocional y espiritual al enseñar. Debe ser creativo con ideas originales, y saber buscar ideas de otras fuentes. Debe ser capaz de adaptar las lecciones a los alumnos con pensamientos nuevos. Debe tener una actitud positiva y entusiasta. El carácter del maestro influye en la enseñanza. No debe ser demasiado pasivo ni pesimista. Debe ser persona con autoridad. Esa cualidad puede desarrollarse cuando hay una auténtica convicción de que estamos ocupados en un ministerio espiritual importante, de darle el verdadero valor al llamado y ministerio que Dios le ha entregado. La inseguridad puede hacer perder sus cualidades de líder ante las personas.

Ser maestro de la palabra de Dios, es el mayor privilegio que se puede gozar. Significa estar íntimamente vinculado al Maestro por Excelencia, nuestro Señor Jesucristo, ya que gran parte de su ministerio comprendía la enseñanza. Él delegó poder y autoridad a sus seguidores para que continúen esa labor.

Y les dijo: "Id por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; más el que no creyere, será condenado." Marcos 16:15-16.

"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra." Hechos 1:8.

Dios ha puesto sus ojos en los maestros, y ese deseo de enseñar que brota desde lo profundo de su ser, es el llamado del Señor para que conozcan las grandezas de su perfecto amor. Él necesita de usted para la educación de las almas que cada día llegan a la iglesia. Jesús murió por cada uno de ellos en la cruz.

Al llamarle para ser maestro, Dios dispuso que usted ayude a otros seres humanos a aprender las verdades eternas de la Palabra de Dios. No importa cuán grande o cuán pequeño sea a quien enseñe, siempre estará centrado alrededor de tres factores: el  maestro, la lección, el alumno

No se pueden compartir experiencias que no se hayan vivido. En teoría el maestro puede explicar muchas cosas, pero, solamente puede impactar en la vida de sus alumnos cuando respalda la teoría con experiencias personales. Para el maestro cristiano, el nuevo nacimiento es su primera y gran experiencia con Dios. Para poder enseñar, tiene que ser salvo y lavado de sus pecados por la sangre de Jesucristo y debe haber obedecido plenamente el mandato en Hechos 2:38: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo"

Es sumamente importante ser lleno del Espíritu Santo. Hay tantas cosas que quieren ocupar lugar en nuestro interior y nos invaden, a menudo, pensamientos de diversa índole, mayormente negativos. Por ello, necesitamos la llenura del Espíritu Santo, para que las cosas del mundo no hallen cabida. El egoísmo, la envidia, la hipocresía, y tantos más, tendrán que dar media vuelta a la puerta del corazón, pues ya estará ocupado por el Espíritu del Señor.

El maestro que abre su vida al Señor, producirá el fruto del Espíritu Santo y podrá respaldar su enseñanza con experiencias reales. Hay muchos maestros que enseñan la Biblia, sin gozar de una relación personal con Dios. Son "ciegos guías de ciegos", como lo expresa Jesús en Mateo 15:14 como resultado, tanto el maestro como sus alumnos, caen en el hoyo.

Pablo podría afirmar: "Yo sé en quien he creído" (2 Timoteo 1:12). Esa firme fe en el Señor y  su Palabra, debe caracterizar a cada maestro; no sólo delante de sus alumnos, en un día domingo, sino cada día de la semana y en cualquier situación o lugar. Jesucristo dijo: "Vosotros sois la luz del mundo, una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." Mateo 5:14-16.

LO QUE EL MAESTRO DEBE HACER UN MAESTRO ESPIRITUAL.

Leer y estudiar continuamente la Biblia y las fuentes que le ayudarán a ser mejor maestro. Debe preparar su lección cada semana dedicando el tiempo necesario para que ser parte de su propia vida y se adapte a las necesidades de sus alumnos. Debe llegar a tiempo para cada clase y procurar que los alumnos hagan lo mismo. Es una responsabilidad concreta, y al no hacerlo, demuestra que no considera importante la labor de enseñar. Debe orar por sus alumnos durante la semana. Recordar sus necesidades y también visitarles de vez en cuando. La relación personal maestro-alumno es importantísima.

En el libro Enseñando para cambiar vidas del autor cristiano Howard Hendricks Contiene un estudio programado por la Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos sobre el tema que hemos tocado el día de hoy y explica siete conceptos estratégicos en la enseñanza, y usted notará que los llamamos «leyes», principios, reglas. Si estas siete leyes se reducen a su esencia, verá que todas ellas exigen sentir una pasión por comunicar.

La ley del Maestro. El maestro eficaz siempre enseña de lo que fluye de una vida plena. La ley del maestro, declarada sencillamente, es esta: Si deja de crecer hoy, dejará de enseñar mañana. Ni la personalidad ni la metodología pueden sustituir este principio. Usted no puede comunicar desde un vacío. No puede impartir lo que no posee. Si no lo conoce, es decir, conocerlo verdaderamente, no lo puede dar. Esta ley comprende la filosofía de que como maestro soy principalmente un estudiante; un estudiante entre los estudiantes. Estoy perpetuando el proceso del aprendizaje, aún estoy en camino. Y al convertirme de nuevo en estudiante, yo, como maestro, veré el proceso de la educación a través de una perspectiva radicalmente nueva y únicamente mía. Debo seguir creciendo y cambiando.

La ley de la Educación. Como maestro eficaz usted debe conocer no solo lo que intenta enseñar, es decir, el contenido, sino también a quienes desea enseñar. Usted no está interesado simplemente en inculcar principios; usted quiere contagiarlos para que ellos estén tan emocionados con los principios como lo está usted. Por lo tanto, la manera en que las personas aprenden determina cómo usted enseña. Esta es la ley de la educación.

La ley de la Actividad. Su tarea como comunicador no es impresionar a las personas, sino impactarlas; no solo convencerlas, sino cambiarlas. Hoy, la educación cristiana es demasiado pasiva. Y esto es incongruente porque el cristianismo es la fuerza más revolucionaria sobre el planeta. Cambia a las personas. Sin embargo, con frecuencia hemos tomado esa fuerza que es la más revolucionaria sobre la tierra y la hemos revestido de concreto. La actitud del cristiano promedio está bien expresada cuando se canta: «Como era en el principio, es hoy y habrá de ser eternamente». Las iglesias y el cristianismo a menudo resisten los mismos cambios que ellos mismos esperan que se realicen. Romanos 8 me deja saber que cada creyente está predestinado a ser conforme a la imagen de Jesucristo. Si esto es realmente cierto... ¿cuánto cambio deberíamos esperar legítimamente?

La ley de la Comunicación. La ley de la comunicación exige ese mismo proceso: La comunicación eficaz requiere la construcción de puentes. Años atrás llevé a mi tía a una reunión evangelística y fue la primera vez que logré llevarla a oír la predicación del evangelio. Al final del mensaje, el evangelista dijo: «Quiero que todos se pongan de pie», y todos nos pusimos de pie. Entonces dijo: «Ahora quiero que todos los cristianos se sienten». Observé la cara de mi tía y vi como de inmediato sus ojos se enfriaron como el acero y su quijada se endureció por el enojo y la vergüenza. Me llevó tres años lograr que ella volviera a oír la predicación del evangelio, y esta vez vino solo porque yo era quien iba a predicar, «Sé que nunca me jugarás una mala pasada como aquella», me dijo. Amigo mío, tenemos que saber cómo se sienten las personas. Se mueren de miedo ante la idea de venir a nuestras iglesias, y les doy toda la razón. El maestro cristiano debe saber cómo compartir correctamente y con sabiduría el evangelio eterno de nuestro Señor Jesucristo.

La ley del Corazón. La enseñanza que impacta no es de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón. Esta es la ley del corazón, y es cierta mientras usted entienda el significado bíblico de la palabra corazón. Es una de esas palabras difíciles de definir y que se presta al sentimentalismo. En la actualidad tenemos la tendencia de usarla con poca precisión, pero los escritores del Antiguo Testamento nunca la usaron así.

Deuteronomio 6:4-6 es un pasaje que revela el contexto bíblico de la palabra. Moisés dijo: «Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón».

Para los hebreos, el corazón abarcaba la totalidad de la persona su intelecto, sus emociones, su voluntad. Así que el proceso de la enseñanza consiste de una personalidad transformada por la gracia sobrenatural de Dios que busca transformara otras personalidades por la misma gracia. ¡Esto es un gran privilegio!

La ley de la Motivación. La ley de la motivación es esta: La enseñanza tiende a ser más eficaz cuando el estudiante está apropiadamente motivado. Subraye la palabra apropiadamente en esta definición, porque nos dice que también existe la motivación inapropiada –motivación ilegítima que puede traer resultados devastadores.

La ley de la Preparación. La ley de la preparación es esta: El proceso de enseñanza aprendizaje será más eficaz si tanto los estudiantes como el maestro están adecuadamente preparados. Esto resalta uno de los grandes problemas para los maestros: Los estudiantes llegan fríos a la clase.

Muchos maestros van a su trabajo o ministerio parcialmente preparados o sin ninguna preparación. Son como mensajeros sin un mensaje. Les falta todo el poder y el entusiasmo necesarios para producir los frutos que tenemos el derecho de recibir como producto de sus esfuerzos.

Bendiciones.

El llamado de evangelista°

Ya hemos estudiado el perfil del pastor. Ahora mi deseo en este momento es de compartir con la iglesia del Señor Jesucristo, lo referente al perfil del evangelista.

Efesios 4:11-16. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otrospastores y maestros. A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado unido entre si por las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en amor."

El llamado es importante para el ministro; por cuanto su trabajo es de carácter espiritual, por ende, debe tener una capacitación espiritual para llevar a cabo su misión de forma efectiva. La capacitación de la que hablamos no puede obtenerse de fuentes humanas; sino por fuente sobrenatural y espiritual. La capacitación espiritual del ministerio de evangelista, viene con la impartición de la unción del Espíritu Santo que se da en el llamamiento.

El evangelismo en su esencia no es un método, sino una pasión del alma del verdadero discípulo de Jesucristo. Claro, hay métodos de evangelismo. De hecho, cualquier evangelismo que se lleva a cabo es mediante algún método. En la Biblia encontramos a Jesús y a sus discípulos evangelizando usando varios métodos. Pero no es el método lo más importante. Es la condición del corazón.

El carácter de la persona que evangeliza es más importante que el método. Ahora,  debemos describir este carácter. Un principio de la vida cristiana es que la importancia de “ser” cristiano es aún más que la de “hacer” algo. Esto lo vemos en el fruto del Espíritu, que tiene que ver con lo que somos. El fruto es previo a los dones del Espíritu, porque no se pueden practicar los dones sin el fruto, o serían inútiles.

Para una persona dotada con el don de evangelismo, la necesidad urgente de evangelizar fluye de su interior como un río de agua viva. El ministro verdadero comparte el plan de salvación por medio del evangelio de nuestro Señor Jesucristo, como parte de su vida cotidiana, es algo natural que fluye de su corazón. Es un llamado especial que se cumple por un impulso interno. Pero no todos tenemos el don de ser evangelistas de masas. 

Por eso, la Biblia nos exhorta, nos recuerda y nos prepara para evangelizar. Como ha sido repetido varias veces ya, a todos los cristianos ha sido dado un mandamiento de evangelizar. Es un asunto de obediencia. Pero, no es el don de todos. Entonces, los que tienen el don de ser evangelista lo deben ejercitar, y los que no lo tienen, todavía pueden evangelizar, como estilo de vida, y a través de los métodos. Pero todos lo debemos hacer bajo la guía e impulso del Espíritu Santo, y caracterizados por el fruto del Espíritu.

Entonces, el carácter del evangelista debe reflejar el fruto del Espíritu. Aquí hacemos una aplicación para el evangelista de cada característica del fruto dada en Gálatas 5:22-23La Biblia de las Américas. El fruto del Espíritu en la conducta cristiana. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley.

El llamado de evangelista.

Los evangelistas son un regalo que Dios le da a la iglesia para conferirle poder y movilizar su misión de anunciar las buenas noticias de Jesucristo. Los evangelistas son la “fuerza” de las buenas noticias. Los evangelistas son los que comunican con claridad y de manera convincente que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Los evangelistas son aquellos que ayudan a los que están sin Cristo a confrontar su necesidad frente al Salvador y a abrazar a aquel que puede librarlos de sí mismo.

El evangelista es alguien que es ungido para predicar el evangelio. Sus mensajes son diseñados para llevar a la gente al arrepentimiento y a la fe en el Señor Jesús. Dichos mensajes van acompañados por milagros que atraen la atención de los incrédulos y los convence de la verdad de su mensaje.

No hay duda de que había muchos evangelistas en la iglesia primitiva, pero en el libro de Hechos sólo un hombre aparece como evangelista. Su nombre era Felipe: "entramos en casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, y nos hospedamos con él". Hechos 21:8. (RVR1960). Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él.

Felipe comenzó su ministerio como siervo (o quizás como "diácono") que servía en las mesas. Hechos 6:1-6 (RVR1960). En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.

Él fue promovido para el oficio de evangelista cerca del tiempo de la persecución de la iglesia que se levantó en la época en que apedrearon a Esteban. Él primeramente predicó el evangelio en Samaria: "Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. La gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que les decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía, pues de muchos que tenían espíritus impuros, salían estos lanzando gritos; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad".

Hechos 8:5-8. (RVR1960) Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad.

Nótese que Felipe sólo tenía un mensaje, Cristo. Su meta era comenzar a hacer discípulos, que fueran obedientes seguidores de Cristo. Él habló de Jesús como hacedor de milagros, Hijo de Dios, Señor, Salvador y Juez que pronto vendría. Él instaba a la gente a que se arrepintiera y a que siguiera a su Señor.

También note que Felipe estaba equipado con señales y prodigios sobrenaturales que legitimaban su mensaje. Alguien que se encuentre en el oficio de evangelista será ungido con dones de sanidad y otros dones espirituales. La iglesia falsa sólo tiene falsos evangelistas que proclaman un falso evangelio. El mundo está lleno de este tipo de evangelistas hoy en día, cuyos mensajes Dios no confirma con milagros y sanidades. La razón de esto es que no predican el evangelio de Dios. 

Realmente no predican a Cristo. Generalmente predican acerca de las necesidades de la gente y de cómo Jesús puede darles una vida abundante, o también predican una fórmula de salvación que no incluye el arrepentimiento. Llevan a la gente a una falsa conversión que elimina su culpa pero no los salva. El resultado de su prédica es que la gente casi no tiene oportunidad de nacer de nuevo verdaderamente, porque no ven la necesidad de recibir lo que ellos creen que ya tienen. Este tipo de evangelistas están ayudando al reino de Satanás.

El oficio de evangelista no está enumerado con los otros dones ministeriales en 1 Corintios 12:28. (RVR1960). Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.; pero sí lo está en Efesios 4:11 (RVR1960). Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros

Muchos que viajan de iglesia en iglesia, llamándose a sí mismos evangelistas, no lo son realmente, porque sólo predican a los cristianos en las iglesias, y no tienen los dones de sanidades y milagros. (Algunos pretenden tener estos dones, pero engañan sólo a los ingenuos. Sus mayores milagros son que la gente caiga al suelo temporalmente cuando ellos mismos los empujan.) Estos ministros viajeros pueden ser maestros o predicadores o exhortadores. 

Romanos 12:8 (RVR1960). El que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría; pero no tienen el oficio de evangelista. Sin embargo, es posible que Dios pueda comenzar el ministerio de una persona como un predicador o exhortador y después llevarlo al oficio de evangelista.

Parece que los evangelistas están comisionados a bautizar a sus convertidos, pero ellos no están necesariamente comisionados para ministrar el bautismo en el Espíritu Santo a los nuevos creyentes. Esta podría ser la primera responsabilidad de los apóstoles o pastores/ ancianos/ superintendentes.

Características del evangelista. Tiene el fuego del Espíritu Santo. Siente Compasión  por las almas perdidasAnda siempre en su Primer amor. Es aquel que no confunde el don de santidad con su modo de vivir. Es el que encamina a la gente a la luz, en transparencia delante de Dios. Es aquel que aprende a correr riesgos y hasta a enfrentarse a la muerte con valor. Un evangelista que realmente tiene una carga por la Iglesia vendrá a revivirla mediante el poder del Espíritu Santo. Si tiene alguna crítica que hacer, lo hace en privado, a puerta cerrada frente al liderazgo.

Un evangelista es aquel que Cree en Dios cómo el padre todopoderoso, en Jesucristo, cómo su único Hijo nuestro Señor, en su Obra de expiación: fue muerto, fue crucificado, fue sepultado (descendió a los infiernos),  resucito y pronto viene por segunda vez. Además de  que está sentado a la Diestra de Dios, desde allí ha de juzgar a vivos y muertos. Y que cree en la guía del Espíritu Santo. Un evangelista y Misionero es el que da todo, incluso su vida por predicar el evangelio de Cristo.

2 Timoteo 4:5. La Biblia de las Américas. Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un evangelista, cumple tu ministerio. Encontramos a Pablo dando instrucción a Timoteo...

Uno de los de los mandatos que el evangelista obedece como ministro tiene que ver con la identidad con el deseo del corazón es el del sentir del amor de Dios para con toda la humanidad. Juan 3:16 (RV60) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Tiene que ver directamente con el pasaje bíblico al que los creyentes llamamos la gran comisión.

El Señor Jesucristo nos dejó dijo: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado. Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien... Y ellos salieron y predicaron por todas partes, colaborando el Señor con ellos, y confirmando la palabra por medio de las señales que la seguían”. (Marcos 16:15-20).

Mateo 28:16-20. Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

La gran comisión aparece en los cuatro evangelios y en el libro de los Hechos. No aparecen todos los detalles en uno sólo de los evangelios, sino que ambos, todos juntos, forman la totalidad de los ingredientes de que está compuesta. Los pasajes que vamos a tener como base de cada libro son los siguientes: (Mateo 28:16-20; Marcos 16:14-20; Lucas 24:44-53; Juan 20:19-23 y 21:15-17; Hechos 1:1-11)

El mensaje del evangelista. 2 Corintios 4:5-6 (RVR1960). Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

¿Cuál es el mensaje del evangelista? ¿Qué es lo que debe predicar? Los versos 5 y 6 se encargan de mostrarnos la base de nuestro mensaje, así como nuestra responsabilidad en la predicación y la parte de Dios en traer a la vida a quien está muerto espiritualmente y es incapaz de responder. Verdaderamente cuando predicas el evangelio estas predicándole a gente muerta!

Jesucristo como Señor. “No nos predicamos a nosotros mismos sino a Jesucristo como Señor” es la base de la evangelización de Pablo. No teorías humanas, no psicología, no modernismo, no humanismo, no promesas baratas como “ven a Cristo que Él te va a sanar, o te va a prosperar”. No! Pablo no era un predicador de falsos dioses, no era un psicólogo tratando de que la gente sea feliz, ni un predicador motivacional tratando de animar la autoestima de las personas. Pablo era un heraldo, un vocero, un embajador del Rey de Reyes y Señor de Señores y proclamaba ¡Hay un Rey, que es Jesús el Cristo! El Mesías esperado por los judíos vino a esta tierra, haciéndose carne, como un niño humano en un humilde pesebre, vivió como un judío humilde. 

Vivió como un hombre perfecto, haciendo la voluntad de Dios siempre. Enseño las Escrituras y como Dios amaba al hombre. Murió por los pecados de la humanidad, colgado en una cruz como el más miserable de los pecadores. Fue sepultado y resucito glorioso al tercer día como el mismo y los santos profetas de la antigüedad lo habían anunciado. Comisiono a sus discípulos a predicar el evangelio y ascendió a los cielos donde fue exaltado sobre todo nombre como Rey Soberano y Dios eterno. ¡Jesús es Rey! Y Ahora manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan. 

Hermanos, Jesucristo no es una religión, no es una opción, no es un amuleto o una pastilla que puedes tomar para sentirte mejor: ¡Él es el Rey! Y como Rey supremo sobre todo manda y debe ser obedecido. Todo aquel que no obedezca al Rey será condenado; pero el que cree en las palabras del Rey será salvo.

Jesucristo es Rey y es Señor sobre todo. No puedes esquivar sus mandatos: o los obedeces o los desobedeces. No puedes ignorar su llamado: o crees en El o lo rechazas. Con Cristo no podemos tomar medias tintas: o recogemos con El o desparramamos, pero no podemos permanecer neutrales.

Nuestra responsabilidad: Siervos por amor de Jesús

“y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús”. ¿Cuál es nuestra responsabilidad entonces? La de siervos del Rey, que le servimos por gratitud a lo que Él ha hecho por nosotros. Por amor, por dedicación, por pasión, por compromiso, por lealtad y por todo lo que puede producir en nosotros el hecho de que el Rey miro nuestra miseria y descendió de los cielos para alumbrar nuestra oscuridad y traer libertad a nuestras prisiones. Hermano, ¿El Rey te salvo? ¿Te llamo por tu nombre y te libero de la cárcel? ¿Te comisiono como un siervo suyo? Entonces ¿qué esperas? ¿No has de servirle?, ¿no has de entregarte a vivir para El?


Somos responsables como siervos de Dios y como siervos de las personas: de los hermanos en la fe para su edificación y crecimiento, y de los incrédulos para que puedan oír el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Algún día daremos cuenta al Señor de como usamos nuestros dones y talentos para la gloria de Dios, para la edificación de la Iglesia, para la evangelización de los perdidos, o para esconderlos y guardarlos y dedicarnos a buscar nuestro propio beneficio personal en vez de obedecer al Rey. Bendiciones.

El llamado del Pastor°


Mi deseo es el de compartir con la iglesia del Señor Jesucristo, lo referente al perfil que se requiere del ministro que ha sido llamado por parte de Dios a ser pastor, y coloco en este mensaje el estudio que aparece en la Biblia pastoral de las Sociedades Bíblicas Unidas y que me ha marcado de manera importante en mi servicio para el Señor. 

A continuación una breve introducción a nuestro estudio de hoy.

La palabra "pastor" encierra un gran simbolismo que habla de la importantísima labor de este noble ministerio: Uno que apacienta. Podemos decir que el ministerio pastoral debe su mayor importancia al hecho de proporcionar cuidado espiritual permanente a los creyentes. La labor complementaria del ministerio pastoral dentro de los dones ministeriales para la edificación del cuerpo de Cristo que es la iglesia. Sin la importante complementación del ministerio pastoral, todo aquel gigantesco esfuerzo de la evangelización habría perdido sus frutos; haciendo vano todo su esfuerzo. En nuestro tiempo, tal como entonces, el ministerio pastoral desempeña una labor tan destacada que ha llegado a ser, por momentos, el pilar más importante de la iglesia.

El ministerio pastoral se destaca por su amor y dedicación especial al cuidado de las almas. El Señor Jesucristo destaca esta característica especial del pastor cuando se identifica así mismo como tal. Veamos: "Yo soy el buen Pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas" (Juan 10:9). La figura o desempeño pastoral de Cristo le sirve de ejemplo y parámetro al ministerio pastoral de la iglesia. Lo anterior es cierto en todas las áreas del que hacer pastoral: Dedicación, esfuerzo, humildad, integridad, amor, benignidad etc.

El Llamado Pastoral: Efesios 4:11-16. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros. A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado unido entre si por las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en amor."

El llamado es importante para el ministro; por cuanto su trabajo es de carácter espiritual, por ende, debe tener una capacitación espiritual para llevar a cabo su misión de forma efectiva. La capacitación de la que hablamos no puede obtenerse de fuentes humanas; sino por fuente sobrenatural y espiritual. La capacitación espiritual del ministerio pastoral, viene con la impartición de la unción del Espíritu Santo que se da en el llamamiento.

El llamado pastoral

La mies es mucha. Mateo 9:35-38.  Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.

Este resumen del ministerio de Jesús y de su enorme compasión por las multitudes resulta muy instructivo, especialmente si recordamos que en aquellos días los síntomas de la religiosidad judía parecían indicar que esta era benéfica para las multitudes. Existían diversos grupos religiosos, grandes multitudes acudían a las celebraciones litúrgicas anuales, en el templo se ofrecían diariamente muchísimos sacrificios y ofrendas, y un considerable número de gentiles o paganos asistía semanalmente a las sinagogas para oír la Palabra de Dios.

Sin embargo, no existía un genuino liderazgo espiritual en la nación. Por eso Mateo dice que Jesús al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tiene pastor. Por supuesto, el pueblo judío tenía muchos líderes religiosos, pero carecía de pastores verdaderos. Eran muchos los que se aprovechaban de la fe de las multitudes para su beneficio personal (como el sumo sacerdote que controlaba el lucrativo negocio de las pieles de los animales sacrificados en el templo) y escasos aquellos que servían a sus ovejas, alimentándolas, protegiéndolas y guiándolas en los duros caminos de la vida diaria. Hoy día vivimos una realidad similar y necesitamos pastores que sean como Jesús.

¿Cuáles son las características de un genuino pastor? ¿Qué nos enseña la Biblia acerca de las marcas de un verdadero líder espiritual? ¿Cómo podemos discernir entre aquellos que sirven a Dios y a su pueblo y los que se sirven a sí mismos?

Si examinamos cuidadosamente la enseñanza bíblica con respecto al pastor, encontramos las siguientes características que nos ayudan a delinear su perfil: El origen divino de su vocación, sus cualidades personales, su estilo de liderazgo, la naturaleza y propósito de su ministerio pastoral, los títulos de pastor y la gran responsabilidad ante Dios, propia de este ministerio.

1. El origen divino de la vocación pastoral. Desde el Antiguo Testamento aprendemos que Dios es quien llama a los que le van a servir. Él los escoge y llama por nombre. Ese es el caso de sacerdotes, profetas y reyes. El llamamiento que Dios le hizo a Abraham, Moisés, Isaías, Jeremías y tantos otros personajes bíblicos nos confirma esa verdad (Génesis 12:1-3, Éxodo 3, Isaías 6, Jeremías 1). Cuando Jesús realizó su ministerio público, lo primero que hizo fue llamar a quienes serían sus discípulos y después apóstoles (Mateo 4:18-22, Mateo 9:9); primero los capacitó y luego los envió a realizar su misión en el mundo. Nadie puede servir a Dios, si Dios mismo no le llama y envía.

2. Las cualidades personales de un pastor. El Antiguo Testamento exigía, como un requisito indispensable, que quienes servían a al Dios Santo fueran santos en toda su manera de vivir (Levítico 19:1). Esa santidad tenía que manifestarse en todas las áreas de la existencia: En las relaciones con Dios, con el prójimo e incluso con la creación (Éxodo 20, Deuteronomio 5, Levítico 19). Esa demanda de una vida íntegra para andar con Dios y servirle, se presenta a quienes fueron usados poderosamente por el Señor para cumplir con sus propósitos de bendición, vida y paz para todas las naciones. Abraham (Génesis 17:1), Moisés (Éxodo 3), Josué (Josué 1:1-9), David (2 Samuel 7), Isaías (Isaías 6) y la nación toda de Israel (Éxodo 19:4-6) fueron llamados a vivir santamente, a obedecer, creer y seguir a aquel que los había llamado. Y cuando no lo obedecieron, las consecuencias no se hicieron esperar.

En el sermón del monte (Mateo 5 al 7), Jesús describe el carácter (Mateo 5:1-12), la misión en la sociedad (Mateo 5:13-16), la integridad y la justicia (Mateo 5:17-48), la relación con Dios (Mateo 6:1-18), los valores (Mateo 6:19-7:12) y la obediencia y la entrega (Mateo 7:13-27) de quienes son sus discípulos y han de apacentar a las multitudes sin pastor.

Un énfasis similar encontramos en las llamadas “epístolas pastorales” (Timoteo y Tito) sobre las cualidades morales y espirituales de quienes desean servir al Señor como líderes de su pueblo (1 Timoteo 3 y Tito 1). Aún más importante que las habilidades para hacer realizar tareas, es el carácter e integridad personal de los siervos de Dios; es mas relevante lo que somos que lo que hacemos; se debe buscar sobre todo el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) y no sólo los dones del Espíritu (1 Corintios 12-14).

3. El estilo de liderazgo del pastor. Jesús, nuestro Señor y Salvador, es el modelo por excelencia del pastor. Su estilo de liderazgo, a diferencia de los líderes de su tiempo y del nuestro se caracterizó por el servicio y la entrega. Cuando sus discípulos mostraron su preocupación y ambición por los puestos más altos y de mayor prestigio en el reino de Dios, Jesús les enseñó que debían escapar de la tentación de un liderazgo modelado según las prácticas de la sociedad, y seguir el modelo de Cristo.

Mateo 20:25-28. La Biblia de las Américas. Pero Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo; así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

En otra ocasión, cuando lavó los pies a los discípulos, nuevamente puso de relieve esta enseñanza, apelando a su propio ejemplo y ministerio.

Juan 13:13-17. La Biblia de las Américas. Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y tenéis razón, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os lavé los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. En verdad, en verdad os digo: un siervo no es mayor que su señor, ni un enviado es mayor que el que lo envió. Si sabéis esto, seréis felices si lo practicáis.

Hoy día los pastores necesitamos recordar y practicar esta enseñanza fundamental; lejos de servirnos de las ovejas (Ezequiel 34) somos llamados a servir a Dios, sirviendo a su pueblo y a la sociedad en la que vivimos.

4. La naturaleza del ministerio pastoral. En las páginas de los evangelios descubrimos que el pastor por excelencia, Jesús, realizó un ministerio que correspondía a todas las necesidades del ser humano. Espirituales, mentales y físicas. Su ministerio integral se puede resumir en las palabras de Mateo 4:23. La Biblia de las Américas. Y Jesús iba por toda Galilea, enseñando en sus sinagogas y proclamando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y Mateo 9:35. La Biblia de las Américas. Y Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.

Todas las necesidades humanas (espirituales, emocionales, psíquicas, físicas) fueron un campo de misión para Jesús. Además el ministerio de Jesús fue personalizado. No solo trataba las multitudes; también le llevó las buenas nuevas a personas que tenían un nombre y una historia personal (por ello sabemos de Nicodemo, Zaqueo, Mateo, la samaritana, el centurión). Las personas no se perdían entre la multitud.

Todo tipo de personas, sin excepción alguna fueron objeto de la compasión y el amor del Jesús. El Señor nunca tuvo favoritos en su ministerio; niños, mujeres, personas marginadas, pobres, pecadores, maestros de la ley, obreros, campesinos y pescadores, ricos y personajes relevantes de la sociedad, todos recibieron un trato personal, afectuoso y transformador de parte de Jesús.

5. El propósito del ministerio pastoral: capacitar a todos los santos. Cuando Pablo en Efesios 4 describe el papel que el ministerio pastoral tiene en los propósitos de Dios, señala claramente que cumple una función clave para el crecimiento y eficaz cumplimiento de la misión de la iglesia en la sociedad y el mundo. Sin embargo, Pablo nos recuerda que el ministerio le pertenece a todos los santos, a la iglesia en su totalidad. Es lo que se ha llamado con toda propiedad el sacerdocio universal de todos los creyentes. De acuerdo con la enseñanza del Nuevo Testamento, ya no existe la distinción entre clero y laicos, entre una clase privilegiada y una élite espiritual y el pueblo. Todos los creyentes somos sacerdotes y ministros de Dios y como tales debemos vivir (Efesios 4:12. 1 Pedro 2:9. Apocalipsis 1:6) El pastor tiene una función especializada que debe cumplir con fidelidad y eficacia.

Efesios 4:11-13. La Biblia de las Américas. Y El dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros,  a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

La tarea de los pastores en las iglesias es la de perfeccionar o capacitar a los santos para que ellos lleven a cabo la obra del ministerio, que en este mismo pasaje se define como la edificación del cuerpo de Cristo. Los pastores deben evitar la tentación de ser el hombre orquesta, que todo lo hace. Ellos deben ser más bien facilitadores y entrenadores que capacitan a otros para realizar con eficacia y fidelidad su labor.

6. El carácter colegiado del ministerio pastoral. Es sumamente interesante notar que casi siempre que en el Nuevo Testamento se menciona a los pastores o ancianos, se habla de ellos en plural. Es decir se da por sentado que en cada iglesia había varias personas que cumplían con el ministerio pastoral. Era un liderazgo colegiado (Hechos 14:23. Hechos 20:17. Filipenses 1:1. 1 Tesalonicenses 5:12-13. Tito 1:5. Hebreos 13:7,17,24. 1 Pedro 5:1-4) Sin duda, este modelo bíblico tiene muchas ventajas prácticas, ya que las exigencias, tareas y responsabilidades de ese ministerio, son atendidas por un grupo de personas con diversos talentos, dones y capacidades.

7. Los títulos del pastor. Los pastores reciben diversos títulos o nombres en el Nuevo Testamento. En los pasajes ya citados (Hechos 20:18ss, Tito 1:5-9. 1 Pedro 5:1-4) a veces se les llama ancianos (en griego presbyteros), otras veces obispos (episkopos), y por supuesto pastores (poimen). Cada título llama la atención a un aspecto de su ministerio. Y estos diferentes títulos se refieren a uno y el mismo ministerio, el de pastor.

Como ancianos, un nombre y oficio ampliamente usado en el antiguo testamento (Éxodo 24, y Números 11:16-17, 24-25), ellos son los líderes del pueblo, elegidos por su edad, experiencia y sabiduría. Son guías y representantes de su gente.

El título de obispo literalmente significa supervisor, el que vela y vigila por el bienestar de quienes están a su cuidado. Hechos 20:28 señala que el Espíritu Santo los ha puesto como tales para velar por la iglesia del Señor, que Él ganó con su propia sangre. Esto, por los peligros que las iglesias enfrentan todo el tiempo.

Pastor es un nombre cuya alusión obvia nos hace pensar en los pastores de ovejas que se encargan de proveerle a su rebaño el cuidado y atención básicos para su asistencia. A diferencia de muchos animales, las ovejas no pueden procurarse por sí solas alimentación, son incapaces de defenderse de sus enemigos, y no tienen desarrollado el sentido de orientación, por lo cual se pierden y extravían fácilmente. Por ello necesitan de pastores. Ellos las guían a donde puedan encontrar comida, las defienden de sus enemigos y las dirigen por el mejor camino.

8. La responsabilidad de los pastores ante Dios. En Hebreos 13:17 se dice que los pastores tienen que rendir cuentas de su labor. 1 Pedro 5:4 señala que cuando aparezca el Príncipe de los pastores estos recibirán la corona incorruptible de gloria. En otros pasajes del Nuevo Testamento se describe a los siervos de Dios como mayordomos que han de rendir cuentas de su mayordomía ante Dios (Mateo 24:45-51, 1 Corintios 4:1-5). Los pastores pueden encontrar en esta enseñanza un enorme estímulo para su labor: si son fieles y responsables, el Señor les recompensará ampliamente. Pero si son negligentes, abusivos y rapaces, el Príncipe de los pastores les dará su merecido.

Como exclama Pablo, uno de los pastores más notables de la iglesia primitiva en 2 Corintios 2:16b. La Biblia de las Américas. Y para estas cosas ¿quién está capacitado? Más adelante, el apóstol comparte la respuesta que Dios mismo le dio en 2 Corintios 12:9-10. La Biblia de las Américas. Y Él me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Pablo aprendió que no era posible llevar a cabo la misión que el Señor le había recomendado, con sus propias fuerzas y recursos (aun siendo una persona extraordinaria). Tuvo que entender que dependía de la gracia y bendición de Dios para realizar un ministerio fructífero. Para finalizar he aquí un consejo de un viejo pastor para todos los pastores que han sido llamados por Dios para servir a su iglesia: 

1 Pedro 5:1-4. Biblia de las Américas. Por tanto, a los ancianos entre vosotros, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada: pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo; tampoco como teniendo señorío sobre los que os han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona inmarcesible de gloria.  Bendiciones.