Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Obstáculos a los avivamientos°


Nehemías 6:3. Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir, porque cesaría a obra, dejándola yo para ir a vosotros."

Cuando los cristianos se enorgullecen de su "gran avivamiento," éste va a terminar. Quiero decir que los cristianos se enorgullecen de que han sido instrumentos para promoverlo. Es casi siempre el caso de que una parte de la Iglesia es demasiado orgullosa o mundana para participar en modo alguno en la obra. Están decididos a mantenerse aparte y esperar, para ver qué pasa. El orgullo de esta parte de la Iglesia no puede parar el avivamiento, pues el avivamiento nunca se apoyó en ellos. Empezó y terminará sin ellos. Pueden cruzarse de brazos y no hacer nada sino mirar y criticar; y con todo la obra seguirá.

Pero cuando la parte de la Iglesia que hace la obra empieza a pensar en lo grande que es el avivamiento que tienen, cuánto trabajan y oran, lo denodados que son y llenos de celo que están y el bien que ya han hecho, entonces la obra está a punto de declinar. Quizá se han hecho comentarios en los periódicos de que hay un avivamiento en esta o aquella iglesia, y los miembros piensan en el prestigio que adquirirán ante otras iglesias, o en todo el país, por tener un avivamiento tan grande. Con ello se engríen, se envanecen, y ya no pueden disfrutar de la presencia de Dios. EL Espíritu Santo se retira y el avivamiento cesa.

Cuando los cristianos empiezan a hacer prosélitos. Quizás un avivamiento seguirá durante cierto tiempo, y todas las dificultades sectarias o denominacionales serán mantenidas al margen, hasta que empieza a circular un libro o folletos, de modo privado, para conseguir prosélitos. Quizás algún diácono superceloso, o algún ministro, o alguien que intenta poner embrollos, y empieza la obra del diablo, para ganar prosélitos y causar resentimientos; va dando lugar al espíritu de pugna, se agravia el Espíritu y se hacen comidillas y partidos. íEl avivamiento ha terminado alli!

El espíritu puede agraviarse como resultado de jactarse del avivamiento. A veces, tan pronto como comienza el avivamiento, se ponen grandes titulares en los periódicos. Muchas veces esto da por resultado el final del avivamiento. Hubo un caso en que comenzó un avivamiento e instantáneamente llegaron a nosotros cartas del pastor diciendo que tenía un avivamiento. Al ver la carta me dije: "Esto me temo que sea lo último que oiga de este avivamiento." Y así fue. A los pocos días había cesado la obra por completo. Podría mencionar casos y lugares en que se han publicado estas cosas para halagar a la iglesia y que todo el mundo se sienta orgulloso. EL avivamiento no puede progresar en medio de este ambiente.

Algunos, con la excusa de publicar cosas para el honor y gloria de Dios, han publicado artículos en que, en realidad, no hacen más que ensalzarse a sí mismos --al destacar la parte que ellos juegan de modo conspicuo-- y que no podía evitarse el ver que tenían este objetivo. En una "reunión prolongada" celebrada en esta nuestra iglesia, hace un año, en el otoño, hubo quinientas personas que profesaron conversión, cuyos nombres y domicilios conocemos. Muchos de ellos se unieron a nuestra iglesia; otros a otras iglesias. No se dijo nada en los periódicos. Se me ha preguntado varias veces por qué no se mencionó esto en ninguna parte. Mi respuesta siempre es que hay tal tendencia a la autoexaltación en las iglesias, que temía que se publicara algo sobre ello. Quizá me haya equivocado. Pero he visto tantas veces el daño que ha causado esta clase de propaganda, que prefiero no decir nada.

Hay que esperar que cese el avivamiento cuando disminuye el espíritu de amor fraternal. Jesucristo no continuará con la gente en un avivamiento cuando disminuya o cese el ejercicio del amor fraternal. Cuando los cristianos están en el espíritu de un avivamiento, sienten ese amor y se les oye decir el uno al otro: "Hermano" y "hermana", con afecto. Pero tan pronto como se enfrían y termina el calor del afecto mutuo y este decir "hermano y hermana" parece tonto, todo termina. En algunas iglesias nunca se llaman así; pero cuando hay un avivamiento, sí lo hacen. No he visto nunca un avivamiento, y probablemente no lo vea nunca, en que no lo hagan. EL caso es que cuando cesan, es que el Espíritu de Dios se está apartando de ellos.

Los cristianos, cualquiera que sea su denominación, deberían poner aparte los prejuicios denominacionales. Hay vasta multitudes de personas, que profesan religión, que se dejan llevar por los prejuicios hasta el punto que se niegan a leer y escuchar y llegar a comprender este tema. Pero los creyentes no pueden orar en este estado mental. Yo reto a cualquiera que sea demasiado parcial para negarse a examinar esta y otras cuestiones de deber, a que posea el espíritu de oración. Si no brillara la luz, los cristianos podrían permanecer en la oscuridad sobre este punto y, con todo, poseer el espíritu de oración. Pero, si se niegan a acercarse a la luz, no pueden orar. Donde los ministros, los cristianos individuales o la Iglesia entera, resiste la verdad en este punto, cuando se ha hecho tan extenso su conocimiento y dado a conocer al público, no creo que disfruten de un avivamiento religioso.

Generalmente, es mejor que sea el mismo ministro el que dirija una "reunión prolongada". Algunas veces, por cortesía, algunos ministros visitantes son requeridos para hablar y no ha habido bendición. La razón es evidente. No vienen con el estado mental apropiado para entrar en esta obra; y no conocían el estado mental de la gente, para saber lo que tenían que predicar. Supongamos que un enfermo llama a un médico diferente cada día. Este nuevo médico no conocería los síntomas anteriores, el curso de la enfermedad o del tratamiento, los remedios que se han probado y lo que puede tolerar el paciente. Este método, es probable que terminara con el enfermo. Lo mismo ocurre en una "reunión prolongada", cuando es dirigida por una serie de ministros. Ninguno entra en el espíritu de la cosa y, en general, hacen más daño que beneficio.

No se debería convocar una "campaña prolongada" a menos que se pueda disponer de la ayuda apropiada, y conseguir un ministro o dos que estén dispuestos a quedarse en ella hasta el fin de la misma. Entonces, probablemente habrá una rica bendición. Ocurre con el pecador despertado que si se le predica con pasión, al momento cree que está dispuesto a hacerlo todo; cree que está decidido a servir al Señor, pero si se le pone a prueba, se le pide que haga cierta cosa, dar cierto paso, que se identifique con el pueblo de Dios o contraríe su orgullo, este orgullo se yergue y se resiste; con ello se ha mostrado su propio engaño y se ve que es un pecador perdido todavía; mientras que si no se le hubiera dicho nada, podría haberse ido halagando con la idea de que es un cristiano. 

Si se le dice: "Allí hay el "asiento de los penitentes", ven y confiesa tu decisión de ponerte del lado del Señor", y él no está dispuesto a hacer una cosa tan pequeña, entonces no está dispuesto a hacer nada, y esto está a la vista de su propia conciencia. Descubre el engaño del corazón humano y evita muchas conversiones espurías, mostrando que algunos que parece o se imaginan que quieren hacer algo para Cristo, en realidad no están dispuestos a hacer nada.

La Iglesia siempre ha sentido que era necesario tener algo así como respuesta a este objetivo. En los días de los apóstoles el bautismo servía este propósito. El Evangelio era predicado al pueblo, y los que estaban dispuestos a pasarse al lado de Cristo, eran llamados a ser bautizados. Esto tenía el mismo objetivo exacto que tiene el "asiento de los penitentes" ahora, como una pública manifestación de su decisión de ser cristianos.

En los tiempos modernos, incluso los que se han opuesto rotundamente al "asiento de los penitentes", se han visto obligados a adoptar algún sustituto del mismo, o no han podido progresar en el avivamiento. Algunos han adoptado el expediente de invitar a los que están ansiosos por sus almas, a quedarse, para una conversación, cuando el resto de la congregación se ha retirado. ¿Qué diferencia hay? Esto es una prueba, lo mismo que lo otro. Los ha habido que han desdeñado el emplear el "asiento de los penitentes", y han pedido a los que se sienten conmovidos a que se queden en sus asientos cuando los demás se retiran. Otros llaman a los penitentes y los llevan a otra sala. EL objetivo en todos los casos es el mismo, el sacar a la gente de su refugio de vergüenza falsa.

Es evidente que es necesario que haya una predicación más movida y estimulante, si hemos de hacer frente al carácter y necesidades de la época. Los ministros se van dando cuenta de ello. Y algunos se quejan y suponen que esto son "nuevas medidas", como las llaman. Dicen que hay ministros a quienes nuestros padres habrían escuchado con gusto, que hoy no podrían conseguir un pastorado o llenar un auditorio. Creen que estas "nuevas medidas" han pervertido el gusto del público. Pero la dificultad no es ésta. Lo que pasa es que ha cambiado el carácter de la época y, con todo, estos hombres continúan en el mismo estilo de predicación prosaico de hace cincuenta años.

Miremos a los metodistas primitivos. Gran parte de sus ministro no tenían estudios formales, en el buen sentido de la palabra, muchos habían sido sacados directamente de la tienda o la granja, y con todo reunían congregaciones, progresaban y ganaban almas por todas partes. Doquiera han ido los metodistas su estilo simple, claro y directo de predicar, aunque cálido y animado, ha reunido congregaciones. Hay pocos ministros presbiterianos que hayan juntado tan grandes congregaciones y hayan ganado tantas almas. Ahora se nos dice que hemos de proseguir los mismos estilos antiguos y formales de hacer las cosas, en medio de todos estos cambios. 

Es lo mismo que pedir a un río que se vuelva corriente arriba, cuando se quiere convertir al mundo con esta predicación. Necesitamos predicación vigorosa, con poder, o el diablo se llevará a la gente... con excepción de los que salven los metodistas. En otras palabras, podemos ver que un ministro con el espíritu que hemos descrito reunirá a su alrededor congregaciones mucho mayores que otros, con muchos más estudios, diez veces más si se quiere, pero que no tiene el fervor del otro, ni vierten fuego sobre los que le están escuchando.

Otras cosas que pueden parar un avivamiento.

Algunos han hablado tontamente sobre este tema, como si no hubiera nada que pudiera estorbar un avivamiento genuino. Dicen: "Si nuestro avivamiento es obra de Dios, no es posible pararlo; ¿puede estorbar a Dios una de sus criaturas?" ¿Es esto, en realidad, sentido común? Antiguamente se acostumbraba decir que un avivamiento no podía ser parado, porque era la obra de Dios. Y así se suponía que iba a seguir, se hiciera lo que se hiciera para estorbarlo, en la iglesia o fuera de ella. Pero, si fuera así, con este mismo razonamiento, el labrador podría cortar los tallos del trigo esperando que no dañaría la cosecha, porque es Dios el que da el crecimiento del grano. Un avivamiento es la obra de Dios, y lo mismo una cosecha de trigo; Dios depende del uso de los medios lo mismo en un caso que en el otro. Y por tanto, un avivamiento sufrirá como sufre un campo de trigo. 

Un avivamiento cesará cuando los cristianos se vuelvan mecánicos y rutinarios en lo que hagan para fomentarlo. Cuando la fe es fuerte, y los corazones cálidos y blandos, y las oraciones llenas de santa emoción, y las palabras tienen poder, la obra seguirá. Pero cuando las oraciones se enfríen y carezcan de emoción, y la labor se haga mecánicamente, y las palabras no tengan sentimiento, el avivamiento cesará.

El avivamiento cesará cuando la iglesia se agote por el trabajo. Muchos cristianos hacen un gran error aquí en épocas de avivamiento. Son descuidados y usan poco juicio, en el hecho que interrumpen sus hábitos de vida, no duermen ni comen a las horas, y dejan que la emoción gobierne sus vidas, de modo que agotan su cuerpo y son tan imprudentes que pronto quedan exhaustos y les es imposible continuar trabajando. Los avivamientos cesan por negligencia e imprudencia, a menudo por estas causas.

Cuando los cristianos no se sienten dependientes del Espíritu. Siempre que se creen fuertes en su propia fuerza, Dios se niega a bendecirlos. En muchos casos, pecan porque se engríen con sus éxitos y se creen hacerlo ellos, y no dan la gloria a Dios. Como Dios dice: "Si no escucháis, ni decidís de corazón dar gloria a mi nombre, dice Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido ya, porque no lo habéis decidido de corazón" (Malaquías 2:2). 

Ha habido mucho de esto, sin duda. He visto comentarios en los periódicos que sugerían una actitud, en los hombres, como si asumieran que el éxito en el avivamiento se debía a su labor. Hay la tentación de hacerlo, y se requiere mucha vigilancia, por parte de los ministros e iglesias, para evitarlo y no agraviar al Espíritu con la vanagloria de los hombres.

Un avivamiento va a declinar y cesar, a menos que los cristianos sean avivados ellos mismos con frecuencia. Con esto quiero decir, que los cristianos, para mantener el espíritu de avivamiento, comúnmente, necesitan ser redargüidos y humillados y quebrantados delante de Dios con frecuencia. Esto es algo que muchos no entienden, cuando hablamos de que un cristiano ha de ser avivado. Pero el hecho es que, en un avivamiento, el corazón del cristiano tiene tendencia a adquirir una costra, a perder su exquisito deleite por lo divino; su unción y poder en la oración se abate, y entonces ha de ser renovado otra vez. 

Es imposible mantenerse en este estado sin dañar la obra, a menos que se pase por este proceso con cierta frecuencia, una vez cada pocos días. Nunca he trabajado en avivamientos en compañía con alguno que quiera seguir en la obra y crea, está apto para el avivamiento de modo continuo, que no pasara por este proceso de quebrantamiento, por lo menos, cada dos o tres semanas.

Los avivamientos pueden ser abatidos por la continua oposición de la Vieja Escuela, combinados con un espíritu pobre por parte de la Nueva Escuela. Si los que no hacen nada para fomentar el avivamiento continúan en su oposición, y los que laboran para prosperarlo se impacientan y entran en un espíritu deficiente, el avivamiento cesará. Cuando la Vieja Escuela escribe cartas en los periódicos contra los avivamientos y los que trabajan en ellos, y los de la Nueva Escuela escriben cartas contestándoles con espíritu pugnaz, los avivamientos cesan. QUE SIGAN EN SU LABOR, y nadie haga caso de la oposición, ni prediquen sobre ella ni se apresuren a publicar cosas. La calumnia no hará cesar el avivamiento en tanto que los que lo fomentan se ocupen de la obra y nada más.

Otro punto que estorba los avivamientos es el descuidar las misiones. Si los cristianos limitan su atención a la propia iglesia, si no leen las revistas misioneras o usan otros medios de información sobre este tema, sino que rechazan la luz, y no quieren hacer lo que Dios les requiere en esta causa, el Espíritu de Dios se apartará de ellos.

Si la Iglesia quiere fomentar avivamientos, debe santificar el Día de Reposo. Hay muy poco respeto al mismo en el país. Por parte de todo el mundo. La Iglesia tiene que adoptar una actitud firme respecto a esto. A menos que se haga algo para fomentar la santificación del Día de Reposo por parte de la Iglesia, y se haga pronto, cada día se respetará menos. Pronto veremos las tiendas abiertas, las oficinas de correos y los tribunales abiertos en domingo. Y ¿qué hará la Iglesia, qué hará la nación sin el Día de Reposo? EL GANAR ALMAS REQUIERE SABIDURIA. "El que gana almas es sabio." (Proverbios 11:30.)


Tomado del libro EL AVIVAMIENTO Por Charles G. Finney. Bendiciones.

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