Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La voz de Dios para nuestras vidas°


La fe del cristiano, de los hijos de Dios, puede ser definida como "Acción que obedece a lo que Dios dice".

Juan 10:27-30. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. Salmo 34:14. Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela.

Esta gran verdad que nos ha revelado nuestro Señor Jesucristo es el centro de nuestras vidas y de nuestra existencia; es necesario poder entender y colocar nuestra fe en que todo lo que Dios Padre a destinado para nuestras vidas, pero dependemos de poder escuchar su voz y colocarla por obra. Salmo 40:8. (DHH 1996) A mí me agrada hacer tu voluntad, Dios mío; ¡llevo tu enseñanza en el corazón!


Juan 10:11-18. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.

Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

Dios es el que nos ha buscado para salvación y vida eterna, pero también para revelarnos su voluntad para nuestras vidas ¿En quién realmente estamos colocando nuestra confianza? Como cristianos nuestra mirada y nuestra confianza deben estar puestas en Dios y en su Palabra (la Biblia), que contiene el evangelio eterno de nuestro Señor Jesucristo. Es el Señor el Espíritu Santo quien nos ayuda en estos tiempos a escuchar su voz, es el que nos guía por el camino eterno, es quien nos ayuda y nos consuela.

¿Está Dios aun hablando en el presente? ¿Es posible escuchar la voz de Dios? Génesis 3:8. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Algunos creen que Dios puede guiarnos y conferir dirección cuando la necesitamos. Otros dicen que Dios solamente nos habla por lo que leemos en la Biblia. Creo que Dios todavía nos habla hoy por Su Espíritu Santo y por su Palabra, así como lo hizo en los tiempos bíblicos.

Tenemos la necesidad de escuchar, de ser guiados en nuestro diario andar por esta tierra en las diferentes situaciones que se nos presenten. Jesús dijo: "…No con sólo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios". Mateo 4:4. La terminología "sale" habla de una función presente y continua. Esto significa que algo que sucedió en el pasado, está sucediendo en el presente y continuará ocurriendo en el futuro. Este versículo podría ser traducido como sigue: "El hombre...vive...de toda palabra que ha sido hablada y continúa siendo hablada por la boca de Dios". Dios, quien habló en épocas pasadas, está hablando en el presente y continuará hablando en el futuro. ¡DIOS NO ES UN DIOS MUDO!

Todo cristiano afronta esta pregunta: ¿Qué espera Dios que yo haga y qué debo dejar que Él haga? ¿Dónde termina mi responsabilidad y dónde comienza la de Dios? Jeremías 29:11-14. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.

Desde el Génesis hasta el final del Nuevo Testamento, Dios hizo conocer su voz a su pueblo. En los libros de los profetas vemos esta frase repetirse una y otra vez, "Y dijo Dios. " La voz de Dios era conocida y comprendida. Jesús confirmó lo anterior en el Nuevo Testamento al presentar el ejemplo del Buen Pastor. "Las ovejas oyen su voz…las ovejas le siguen, porque conocen su voz" (Juan 10:3-4).

Adán se escondió de la voz de Dios a causa de la culpa y la vergüenza de su pecado. Y es ahí exactamente donde muchos del pueblo de Dios se encuentran hoy en día, escondidos y con miedo de escuchar a Dios hablar. Si desea escuchar la voz de Dios, debe estar listo para tener su alma purificada y limpia. "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad". 1 Juan 1:9.

Mateo 17:5. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Juan 10:27. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.

Hebreos 1:1-4. Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, EN ESTOS POSTREROS DÍAS NOS HA HABLADO POR EL HIJO, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.

El primer reto que tenemos los cristianos es reconocer su voz entre tantas otras voces que nos llegan y que nos bombardean a diario informándonos y llenándonos de palabras. Necesitamos escuchar su voz. Recibimos y observamos imágenes, palabras, anuncios y todo cuanto nos quieran ofrecer, que alimentan nuestra superficialidad, nuestra evasión, nuestra frustración. Hoy, más que nunca, el ser humano necesita urgentemente recuperar de nuevo la capacidad de escucha interior si no quiere ver su vida ahogarse progresivamente en la superficialidad.

Sin embargo hay momentos en nuestro caminar en que no escuchamos la voz de Dios y colocamos nuestro corazón a escuchar las voces que vienen de nuestro interior, las voces externas y en algunas ocasiones la voz del enemigo de nuestras almas.                                                      

Los hijos de Dios podemos esperar ser guiados por el Espíritu de Dios. Romanos 8:14. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Romanos 8:16. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Proverbios 20:27. Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón.

Dios nos guiará por su Espíritu Santo a través de nuestro espíritu y no por nuestros sentidos físicos; con mucha frecuencia miramos todos los asuntos desde un punto de vista mental y razonamos colocando lógica humana, pero debemos entender que hemos nacido de nuevo en Cristo, que somos nueva creación espiritual y que nos han dado una naturaleza proveniente del cielo del Padre de las luces, que nuestra ciudadanía está en los cielos y que nuestra herencia eterna está con nuestro Señor Jesucristo.

Ezequiel 36:25-27. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

En la Palabra de Dios: La Biblia, nos ha sido revelado que somos guiados a través de nuestro espíritu, no por nuestras almas, no por nuestros cuerpos y eso se debe a nuestra nueva naturaleza. El hombre es un ser espiritual y fue hecho a imagen y semejanza de Dios.  

Juan 14:15-31. Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.

El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis. No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí. Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí.

Nuestra sociedad está enferma de la cultura de la superficialidad. La civilización de la abundancia nos ofrece medios de vida, pero no motivos para vivir. Ciertamente, nuestro mundo necesita hoy nueva vida impartida de parte de Dios para vivir espiritualmente. Las personas andan buscando aliento y esperanza. Las muchedumbres pobres del planeta reclaman justicia y solidaridad. Nuestra sociedad occidental ya no sabe cómo salir de la tristeza y el vacío existencial de sus corazones.

Mateo 3:13-17. Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.

Hoy necesitamos "escuchar su voz", la voz de Jesús y distinguirla de las otras voces que gritan en nosotros, (las voces de nuestros sentimientos negativos, de nuestras necesidades sensibles, de nuestras ambiciones de poder, la voz de la cultura dominante, de nuestras frustraciones). ¿Somos capaces de diferenciar estas "voces"  en nosotros y seguir la voz de Aquel que nos libera de verdad? Esa voz se manifiesta en nosotros como una llamada interior, como una invitación suave,  como una luz que nace dentro de nosotros.

Cada uno de nosotros podemos escuchar su voz sin confundirla con otras voces que nos quitan la luz y la esperanza. Tal vez  podemos preguntarnos ¿Escucho la voz del Señor? ¿La conozco? ¿Cómo le sigo?

Hebreos 3:15-16. Entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. Salmos 95:7-8. Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, Como en el día de Masah en el desierto. Deuteronomio 5:22. Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí.

"Yo conozco a mis ovejas": el Pastor se autodefine como el que «conoce» a las ovejas. No genéricamente, sino personalmente, una a una. "Conocer" en el leguaje bíblico, significa establecer una relación de amor con una persona. El conocimiento en este sentido expresa una intimidad de amor. El conocer indica la relación de amor entre Jesús y los suyos. Esta relación de conocimiento-amor es tan profunda, que Jesús  la compara a la que existe entre Él y el Padre. El verbo conocer tiene un sentido  muy fuerte; Jesús, conoce, es decir,  ama, a cada una de sus ovejas y vela por ellas. Jesús nos ama como únicos, su amor está siempre presente en nuestra vida. 

Juan 1:1-5. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Juan 1:14. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Juan 1:1-5. Dios Habla Hoy. (DHH). En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. Juan 1:14. Dios Habla Hoy (DHH). Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad.

1 Juan 5:3. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Salmo 40:8. LBLA.  Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón. "Y ellas me siguen". La fe consiste en seguir  a Jesús por amor, viviendo como Él vivió.  Seguirle es acoger y cuidar gozosamente todo lo que da vida, teniendo en cuenta "los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo". Seguir a Jesús es hacerse cargo de la realidad de nuestro mundo; asumir también la responsabilidad de favorecer también un mundo más justo y más solidario, aportando nuestra parte.

Juan 12:44-50. Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; LA PALABRA QUE HE HABLADO, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.

Y fruto de este conocimiento-amor, Jesús dice: "Y Yo les doy la vida eterna". Es decir, el don de Jesús a los que le  siguen es la vida definitiva, la vida que no  termina nunca, pues la calidad de vida que Él comunica supera la muerte: los cristianos apoyados en el Resucitado, creemos que la vida no termina con la muerte. La vida es mucho más que esta vida que conocemos ahora. Sin duda, esta postura puede ser rechazada y hasta ridiculizada en nuestra sociedad. Pero la vida sigue ahí con todo su misterio. Cada uno tendrá que preguntarse dónde ha descubierto una luz más luminosa, un camino más estimulante y una esperanza más bella para enfrentarse a la vida cada día. Y "nadie las arrebatará de mis manos".

Romanos 10:17. Luego la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Cuando Jesús venga a su corazón y empiece a gobernar su vida, lo limpiará y lo purificará del pecado y las tinieblas; Él quitará el corazón de piedra y pondrá uno tierno y sensible a los impulsos del Espíritu de Dios. Tal corazón, será presto en escuchar la voz del Padre.

Jesús es el Pastor que defiende a los suyos hasta dar la vida, siguiendo a este Pastor, podemos  estar seguros. Ni siquiera la muerte logrará romper esta unión, logrará «separar». Porque la vida que el Pastor da a sus ovejas es la vida definitiva. Que nos dejemos penetrar por estas palabras del Señor Resucitado. Quizá no siempre nos creemos que estamos en buenas manos. Jesús nos asegura que nadie podrá "arrebatarnos de sus manos". Este es el seguro del amor más grande. Ya nada ni nadie nos puede separar de su amor. No tenemos nada que temer.

Proverbios 2:1-8. Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; Si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los que caminan rectamente. Es el que guarda las veredas del juicio, y preserva el camino de sus santos.

Salmos 2:11-12. Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían. 2 Crónicas 16:9a.  Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él.

1 Samuel 16:7. Pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón. No podemos esconder estas cosas del Señor. Si nosotros no guardamos nuestros corazones puros delante de la presencia de Dios, de seguro que no podremos escuchar Su voz.

La fe puede ser definida como "Acción que obedece a lo que Dios dice". Escuchar la voz de Dios no significa sólo oírla con sus oídos. Ésta, significa responder obedientemente a lo que Él dijo. ¿Cuál será nuestra decisión? Ojalá que tomemos la decisión correcta.

Juan 10:27-30. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. Salmo 34:14. Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela.

Romanos 12:1-2. Dios Habla Hoy (DHH). Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.

Bendiciones.

La vida cristiana: viviendo como hijos de Dios°


2 Corintios 5:17. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Dios para cada problema humano tiene una solución y están en su Hijo Jesucristo y obra redentora y salvadora.

Juan 13:15. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.

En todo su proceder con nosotros, Él obra desplazándonos a nosotros y colocando a Cristo en nuestro lugar. El Hijo de Dios murió por nosotros para nuestro perdón. Él vive por nosotros para nuestra liberación. Así que tenemos dos sustituciones: un Sustituto en la Cruz que asegura nuestro perdón, y un Sustituto en nosotros que asegura nuestra victoria.

¿Te has encontrado alguna vez tratando de vivir la vida cristiana y sintiéndote como un fracaso por causa de las pruebas, las dificultades, los tropiezos, las persecuciones, las enfermedades, la escasez y otras circunstancias abrumadoras? Tu vida puede latir con la vida maravillosa del Hijo de Dios, viviendo Su vida en ti cuando te apropias de esta por fe.

La razón es que sólo puede ser vivida en completa dependencia a Cristo. La vida cristiana es una vida de intercambio. Esta es vivida en dependencia de Cristo. Tú intercambias  tu vida por la vida de Cristo. De esta forma Él vive Su vida en y a través de ti. El apóstol Pablo explica: ¨Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora lo vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20. 

1 Pedro 4:18.  Y si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? 

1 Pedro 1:9. Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. 

Miqueas 6:6-8. Dios Habla Hoy (DHH). ¿Con qué me presentaré a adorar al Señor, Dios de las alturas? ¿Me presentaré ante él con becerros de un año, para ofrecérselos en holocausto?  ¿Se alegrará el Señor, si le ofrezco mil carneros o diez mil ríos de aceite? ¿O si le ofrezco a mi hijo mayor en pago de mi rebelión y mi pecado? 

El señor ya te ha dicho, oh hombre, en qué consiste lo bueno y qué es lo que él espera de ti: que hagas justicia, que seas fiel y leal y que obedezcas humildemente a tu Dios.

Tu vida puede latir con la vida maravillosa del Hijo de Dios, viviendo Su vida en ti cuando te apropias de esta por fe. ¿Hay alguna demanda en Cristo que Él no puede cumplir? ¿Eres incapaz para satisfacer alguna necesidad apremiante o demanda? La demanda no esta en usted, sino en Cristo. Por lo tanto, deja que tu vida sea un ejercicio interminable de fe, tomando de Cristo todo lo que Él desea de ti. ¿Tú necesitas paciencia, sabiduría, amor incondicional y fuerza? Tú puedes tomar sin límites de aquel que vive y permanece en ti. Este es el secreto para vivir una vida que vence la tentación, el pecado, las circunstancias adversas y a la muerte. 

El apóstol Pablo nos dice que cuanto más obtiene de Él por la fe, menos tú vives en la carne. "Digo, pues: Andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne" (Gálatas 5:16). Cuando caminas en el Espíritu, la vida de Cristo fluye a través de ti.

Romanos 1:17. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Gálatas 3:11. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá. Hebreos 10:38. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.

Hebreos 12:1-3. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Existe la necesidad constante para el creyente de permanecer en Cristo. ¿Se ha convertido Cristo en su lugar de refugio? ¿Regresas a Él en repetidas ocasiones?  ¿Has hecho un hábito de morar en Su presencia a través de la fe en Él, la lectura de Su Palabra, a través del arrepentimiento y la llenura de Su Espíritu, a través del amor y la obediencia a Su Palabra como un testimonio vital de su gracia salvadora? ¿Cómo has llegado a conocer a Cristo en una experiencia íntima de amor?

Nosotros debemos aprender a vivir cada momento en Su santa presencia. Tú permaneces en Él cuando usted caminas por la fe en Él, creyendo en Él para todo lo que Él quiere hacer en y a través de ti, para alcanzar este mundo con Su mensaje de amor. ¿Está esperando Él que tu confíes en Él para que Él pueda compartir más de sí mismo con contigo?

Hebreos 12.1-3. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, PUESTOS LOS OJOS EN JESÚS, EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Permaneces en Cristo cuando Él se comunica contigo por medio de Su Palabra y  respondes en oración. Haga de esto un hábito, caer de rodillas cuando Él le habla por medio de las Escrituras. El Espíritu Santo toma la Palabra de Dios, la interpreta, y la aplica a tu vida. Has de esto un hábito diario. Solo entonces Él te revela a Jesús. Permaneces en Cristo al confesar inmediatamente todos los pecados que el Espíritu Santo te hace ser consciente, y la apropiación por la fe la limpieza de la sangre de Jesús.

Mantienes esta relación íntima de amor por la confesión, la limpieza y cediendo Su señorío en tu vida. Permaneces en Cristo, por ser un testigo obediente a Aquel que vive en ti. Ora diariamente, que Él te llevará a donde Él está trabajando en la vida de las personas a tu alrededor. Has todo lo que Cristo te pide hacer en Su fuerza y sabiduría. Al hacerlo, el intercambia tu vida por Su vida, entonces Él puede dar expresión de Su vida incomparable a través de ti.

Romanos 10:3-13. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);  o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). 

Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

“Hay un aspecto fundamental en la vida del cristiano y que sólo logramos tener la vida de Cristo en nosotros por la obra y ayuda del Espíritu Santo; sin él es imposible agradar a Dios o entender las cosas celestiales”

El Espíritu nos bautiza en el cuerpo de Cristo. 1 Corintios 12:13. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. 

Nos adopta en la familia de Dios. Romanos 8:15-16. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  

En otras palabras, el Espíritu nos da una nueva naturaleza. Esta nueva naturaleza es nada más que el Espíritu de Cristo en nosotros. Romanos 8:9. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.  Colosenses 1:27. A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.

Tenemos la mente de Cristo. 1 Corintios 2:16. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. Filipenses 2:5. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús. 

Cristo ha sido formado en nosotros. Gálatas 4:19. Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros.

El Espíritu de Dios nos hace conformes a la imagen de Cristo. Romanos 8:29. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 

Podemos vivir vidas santas si dejamos que la mente, la personalidad, y la voluntad de Jesucristo tomen el lugar de nuestras propias mentes, personalidades y voluntades.

Jesús moró en la tierra por treinta y tres años con el propósito de darnos un ejemplo que seguir. 1 Pedro 2:21-24. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. 

Él murió y resucitó nuevamente para vencer sobre el pecado y la muerte y para darnos el poder de seguir su ejemplo. Romanos 8:3-4. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Esto es lo que la santidad realmente significa: dejar que el Espíritu y la personalidad de Cristo brillen a través de nosotros. Queremos manifestar a Su Espíritu. Queremos agradarle y ser como Él. Queremos vivir como Él vivía y hacer lo que Él haría. Queremos manifestar las características de Jesucristo. De esta manera llegamos a ser ejemplos vivos del cristianismo. Llegamos a ser cartas abiertas de Cristo al mundo, escritas por el Espíritu. 

2 Corintios 3:2-3. Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. Las obras buenas que Él produce en nosotros atraerán a los hombres a Dios y ellos le glorificarán. Mateo 5:16. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

¿Cuáles son las características que los cristianos muestran? Gálatas 5:22-23 nos da una lista excelente que se llama el fruto  del Espíritu. Si tenemos al Espíritu en nosotros, produciremos aquel fruto. Pablo enumera nueve elementos del fruto Espiritual: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza. Pedro enumera ocho características que nos harán fructíferos en Cristo: fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal, y amor. 

2 Pedro 1:5-10. Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.

La fe y la templanza (dominio propio) se encuentran en ambas listas. La virtud y la piedad son aspectos de la bondad y el afecto fraternal es un aspecto del amor. También, 1 Pedro 2:21-24 registra algunas características de Cristo que debemos imitar. En este pasaje, Pedro nos dice que en Cristo no había ningún pecado o engaño, y describe Su amor, Su paciencia, Su templanza, y Su fe mientras sufría por nuestros pecados.

Amor. El amor es el elemento más básico de nuestra vida cristiana. Es la única motivación aceptable para servir a Dios. Tenemos el mandamiento de amar a nuestros hermanos cristianos, de amar a nuestros prójimos, y aún de amar a nuestros enemigos. Si no amamos a nuestros prójimos, no amamos a Dios. Si amamos al mundo, no amamos a Dios. El amor es la mejor prueba del cristianismo verdadero.

Si comprendemos lo que el amor realmente significa, podemos cumplir la enseñanza bíblica acerca de la santidad. Por ejemplo, el amor hacia los otros eliminará los celos, la disensión, el chisme, la murmuración, y la amargura. El amor hacia Dios eliminará la mundanalidad y la rebelión. Por otra parte, si no amamos tanto a Dios como al hombre, nada nos justificará en los ojos de Dios. Las doctrinas correctas y las obras buenas no pueden tomar el lugar del amor. Lo más que nos acerquemos a Dios, más amor tendremos. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).

Gozo. Tal como con los otros aspectos del fruto Espiritual, recibimos el gozo del Espíritu Santo (Romanos 14:17). Nuestra experiencia con Dios es “gozo inefable y llena de gloria” (1 Pedro 1:8). Podemos tener el gozo de Dios no obstante lo que nos pueda suceder. Este tipo de gozo no es el gozo que el mundo da; porque no depende de las circunstancias. Sin considerar las condiciones externas, podemos regocijarnos siempre en nuestra salvación y en el Dios de nuestra salvación (Lucas 10:20, Habacuc 3:17-18). 

El gozo es un arma que podemos usar y es una fuente de fuerza en tiempos de prueba. “El gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10). Cuando el desánimo viene, podemos disponernos del gozo del Espíritu y recibir fortaleza.

Paz. Podemos también gozarnos de la paz en el Espíritu Santo, la paz que sobrepasa todo entendimiento y la paz acerca de la cual el mundo no sabe nada (Romanos 14:17, Filipenses 4:7). No importa lo que nos pueda suceder, podemos tener la paz dentro de nosotros. Jesús dijo, “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3). También, debemos aprender a regocijarnos en el Señor, a ser templados, a no afanarnos, y a hacer conocer nuestras peticiones conocidas a Dios mediante la oración y la súplica con acción de gracias. Si hacemos esto, entonces tendremos la paz de Dios (Filipenses 4:4-7).

Paciencia. La paciencia es muy importante en nuestra experiencia cristiana. Jesús dijo, “Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas” (Lucas 21:19). Producimos fruto con la paciencia (Lucas 8:15), corremos nuestra carrera con paciencia (Hebreos 12:1), y obtenemos las promesas por la fe y la paciencia (Hebreos 6:12). “Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Hebreos 10:36).

Benignidad. Ser benigno significa ser cortés, de buenos modales, bondadoso, paciente, sereno, y no duro, violento, o áspero. Jesús era cortés en su trato con la gente, pero a la vez era firme y decisivo cuando era necesario. El Señor quiere que seamos benignos hacia todos los hombres (2 Timoteo 2:24). Su benignidad nos engrandecerá (Salmo 18:35).

Bondad. Esta palabra incluye la justicia, la moralidad, la virtud, y la excelencia. Debemos recordar que “Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios” (Marcos 10:18). Cualquier cosa buena que tenemos proviene de Él (Santiago 1:17). Nuestras justicias propias son como trapo de inmundicia en Sus ojos (Isaías 64:6), y solo la justicia de Cristo nos salva. Cuando tenemos fe en Él, Dios nos imputa la justicia de Jesús a nosotros (Romanos 4:5-6). Seremos salvos solamente si perseveramos en la bondad de Dios (Romanos 11:22).

Fe. No solamente tenemos necesidad de la fe para ser salvos, sino que necesitamos la fe para seguir en nuestra vida cristiana. Sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). La fe hace que nos demos cuenta que todas las cosas les ayudan a bien a los que aman a Dios (Romanos 8:28). La fe nos asegura que Dios nunca permitirá que seamos tentados más de lo que podamos resistir y que Él siempre proveerá una salida (1 Corintios 10:13). 

La fe producirá oraciones contestadas, necesidades abastecidas, y promesas cumplidas. “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” Todos tenemos un poco de fe. Ciertamente tenemos tanta fe como un grano de mostaza, y si ejercitamos aquella cantidad de fe, nada nos será imposible (Mateo 17:20). La Biblia dice, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. (Romanos 10:17). Reforzamos la fe principalmente por medio de oír la predicación de la palabra de Dios y por leer las promesas en la Palabra de Dios. También podemos aumentar nuestra fe por oír los testimonios de otros y por recordar nuestras propias experiencias pasadas con Dios.

Mansedumbre. Ser manso significa ser paciente, apacible, y no dispuesto a la ira o al resentimiento. Otra vez, esto no significa la debilidad o la falta de la valentía. La mansedumbre incluye la humildad: una realización de que somos nada sin Dios y que tenemos que tener su ayuda. La mansedumbre es una cualidad importante que los líderes deben tener. Moisés era el hombre más manso de su día (Números 12:3), y Jesús se describió a Sí mismo como manso y humilde (Mateo 11:29). Jesús dijo que los mansos heredarían la tierra (Mateo 5:5).

El Señor quiere que exhibamos la mansedumbre a todos los hombres (Tito 3:2). Aquí hay algunas cosas que la Biblia dice que se deben hacer con mansedumbre: predicar la Palabra (2 Corintios 10:1), recibir la Palabra (Santiago 1:21), ayudar y restaurar a un hermano errante (Gálatas 6:1), mostrar la sabiduría (Santiago 3:13), y adornar nuestras vidas (1 Pedro 3:4). La mansedumbre es una actitud que debemos conscientemente esforzarnos en desarrollar en nosotros mismos.

Templanza. Esto abarca el dominio propio y la moderación. Cualquier placer puede llegar a ser dañino si es llevado a un exceso, y cualquier cosa buena puede ser arruinada si se lleva a un extremo. En 1 Corintios 9:24-27 Pablo ilustra el concepto de la templanza por medio del ejemplo de un corredor en una carrera. Para poder ganar su carrera, un corredor debe ser “templado en todas las cosas.” Debe tener disciplina y dominio propio. Debe tener un programa de entrenamiento bien equilibrado y debe ser moderado en sus actividades.

Asimismo, Pablo practicaba la disciplina y el control. Él dijo que sabía lo que era su meta y que él mantenía su cuerpo en servidumbre. La templanza es un atributo que debemos exhibir en todo momento. “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres” (Filipenses 4:5). Muchas cosas son necesarias para vivir en esta tierra y cumplir con nuestro proyecto de vida, además de necesitar recursos para los propósitos de Dios en nosotros y a través de nosotros


Recordemos ahora las palabras de nuestro Señor Jesucristo en el siguiente versículo. Juan 13:15. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. Bendiciones.

El sermón del monte de nuestro Señor Jesucristo°


Que el Espíritu Santo y la revelación de la Palabra de Dios, sean en estos tiempos, guiándonos, mostrándonos el camino por el cual debemos andar: nuestro Señor Jesucristo.

Mateo 5:1-12. Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

Mateo capítulos del 5 al 7 es denominado el Sermón del Monte porque Jesús lo pronunció en una colina cercana a Capernaum. Este "sermón" probablemente resume varios días de predicación. En él, Jesús proclamó su actitud hacia la Ley. La posición social, la autoridad y el dinero no son importantes en su Reino; lo que importa es la obediencia fiel del corazón.

El Señor iniciaba su ministerio de proclamación del reino y acababa de llamar a sus primeros discípulos (Mateo 4:17-22. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron) y con este discurso nos enseña el verdadero significado del discipulado y se enfoca en los principios y valores del reino de Dios en contraste con los del mundo

Los verdaderos discípulos de Jesucristo construyen su vida sobre el firme fundamento  de la Palabra de Dios y su obediencia a ella. El Señor predicó un profundo sermón que mostraba cómo debían vivir los cristianos en su diario vivir: las palabras de este sermón son tan importantes en la actualidad como lo eran cuando Jesucristo las dijo, porque: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7:24-25)

El Sermón del Monte desafió al orgullo de los líderes religiosos legalistas de ese entonces. Era un llamado a regresar al mensaje de los profetas del Antiguo Testamento que, como Jesús, enseñaban que la obediencia de corazón es más importante que la observancia legalista.

Multitudes numerosas seguían a Jesús; era el comentario del pueblo y todos querían verlo. Los discípulos, que eran personas bien cercanas a este hombre popular, se vieron tentados a sentirse importantes, orgullosos y a ser posesivos. Estar con Jesús les daba prestigio y una gran oportunidad para obtener riqueza.

La multitud estaba otra vez reunida, pero antes de dirigirse a ella, Jesús llamó a sus discípulos a un lado y les advirtió acerca de la tentación que enfrentarían como ayudantes suyos, no esperen fama y fortuna, les dijo Jesús, sino aflicción, hambre y persecución. Sin embargo, les aseguró que serían recompensados, aunque quizás no en esta vida.

Habrá momentos en que seguir a Jesús traerá consigo gran popularidad. Si no vivimos tomando en cuenta las palabras de Jesús en este sermón, nos hallaremos usando el mensaje de Dios solo para promover nuestros intereses personales.

Lo que realmente cuenta ante Dios. Mateo 5:3-12. RVR1960.

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Todos los que están familiarizados con la fraseología del Antiguo Testamento, conocen cuán frecuentemente el pueblo verdadero de Dios se designa como “los pobres”, o sean los oprimidos, los afligidos, los miserables y “los necesitados”, o con los dos términos juntos). La explicación de esto la hallamos en el hecho de que generalmente son “los pobres de este mundo” los que son “ricos en fe. De modo que los pobres en espíritu se enriquecen con la plenitud de Cristo, que es el reino en sustancia; y cuando él les diga desde su gran trono blanco: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros”


Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Cuando los creyentes se deleitan en el Señor, él les da los deseos de su corazón; cuando le encomiendan su camino, él los prospera, exhibe la justicia de ellos como la luz, y sus derechos como el medio día: lo poco que ellos tienen, aun después de haber sido despojados, es mejor que las riquezas de muchos impíos (Salmo 37). En resumen, todo es de ellos, al poseer ese don que es la vida, v esos derechos que les corresponden como hijos de Dios, ya sea el mundo, o la vida, o la muerte, o lo presente, o lo porvenir; todo es de ellos (1 Corintios 3:21-22); y, finalmente, al vencer heredan “todas las cosas” (Apocalipsis 21:7). De esta manera los mansos son los únicos legítimos ocupantes de la tierra prometida en Cristo Jesús.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Es decir, serán saturados. El hambre y la sed son dos condiciones trágicas para un número creciente de personas en el mundo. Desde el punto de vista médico, sin embargo, el hambre y la sed son señales de vida y de salud. Son términos que expresan una conciencia de aguda necesidad de algo esencial para la vida. El término “justicia” es un verdadero camaleón en cuanto a su significado en el NT. En este contexto, parece que hay por lo menos dos enfoques contemplados. El primero sería la sed por la justicia personal, el ser y hacer lo que es recto según las normas de Dios. También incluye la pasión por establecer y extender el reino de Dios entre los hombres. El apetito por la justicia personal y por la extensión del reino de Dios conduce al crecimiento espiritual y a la felicidad.

Así como Jesús satisfizo el hambre de las multitudes cuando estaba en la tierra, promete satisfacer el hambre y sed de sus discípulos que anhelan la justicia de Dios en sus vidas. Son dichosos porque ellos tendrán la completa satisfacción de ver la manifestación de la justicia de Dios en su propia vida y en el mundo, parcialmente ahora y perfectamente en la vida más allá. Las profecías de Isaías y Jeremías abundan con promesas de Dios de establecer su justicia en el mundo por medio del Mesías que vendría. Los súbditos del reino de Dios tienen el privilegio, gozo y dicha de participar en la concreción de la justicia de Dios en el mundo.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

El término “misericordioso” describe el carácter de una persona que es altamente sensible a las necesidades de otros, se identifica con ellos y responde con los recursos a su alcance para aliviar o satisfacer la necesidad. En casos de ofensas personales, describe la disposición de perdonar. Se traduce con sinónimos tales como “compasivo”, “simpatizante” y que tiene lástima de otro”. Jesús revela la misericordia del Padre, que manifiesta predilección por los pobres, pecadores y gente menospreciada. Dios demanda la misericordia de sus hijos.

Son dichosos los que manifiestan misericordia hacia otros porque ellos, y solamente ellos, recibirán misericordia de Dios. Generalmente, aunque no siempre, serán tratados con misericordia por sus semejantes. A pesar de su gran misericordia hacia otros, Jesús fue crucificado por los hombres sin misericordia, pero librado de la muerte y resucitado por el Padre misericordioso.

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

El corazón es el asiento de pensamientos y motivos, mente y emociones. El énfasis en la condición del corazón está en contraste con el concepto farisaico . La pureza de corazón no es el estado natural del hombre; es distintivamente una virtud cristiana. El término “limpio” significa “no mezclado”, “no adulterado”. Jesús mismo dijo que nadie puede servir a dos señores (Filipenses 6:24), lo cual resultaría en motivos y lealtades mezclados y en un corazón contaminado. La pureza de corazón es poder concentrar todo el ser en Dios. Solo el limpio de manos y puro de corazón podrá entrar en la presencia de Dios y contemplarlo. El poder ver a Dios no es un asunto de una visión óptica, sino de comunión y compañerismo con Dios.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

El mundo considera que la paz es esencialmente ausencia de conflicto, es decir, cuando no hay guerra. Si fuera así, el cementerio sería el mejor ejemplo de perfecta paz. La paz es más bien armonía y tranquilidad en el corazón para con Dios y los semejantes. El saludo judío, shalom, significa “paz” y es la expresión de un deseo por las bendiciones de Dios sobre otra persona. Dios es conocido como el Dios de paz; Jesús es el Príncipe de Paz (Isaías 9:6) y su venida al mundo significaba paz para los hombres de buena voluntad.

Jesús prometió su paz a los discípulos. La paz es el fruto del Espíritu. Dios toma la iniciativa para hacer la paz con los hombres: Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo (2 Corintios 5:19).

Los que han sido reconciliados con Dios, por fe en Cristo, se convierten en reconciliadores, pacificadores. Jesús dijo: ¡Paz a vosotros! Como me ha enviado el Padre, así también yo os envío a vosotros (Juan 20:21). Jesús es nuestra paz y vino para lograr la paz entre Dios y los hombres y nos manda llevar adelante esa misión en el mundo. La dicha y recompensa de los pacificadores es que serán reconocidos por lo que son: hijos de Dios, pues demuestran el carácter y misión de Dios. Su parentesco con Dios es visible.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Los pacificadores serán también los perseguidos. Parecería que el mundo debiera felicitar a los discípulos por su aporte al bienestar social y moral de la humanidad. Sin embargo, durante gran parte de la historia del cristianismo ha sido todo lo contrario. Jesús advirtió a los discípulos del costo de seguirlo, parte del cual sería la persecución. Como su vida y enseñanzas chocaron con el sistema de valores de la humanidad y le crucificaron, los que se identifican con él frecuentemente recibirán el mismo trato. Por causa de la justicia (v. 10) es sinónimo de por causa de mí (v. 11). Se refiere a la identificación de los discípulos con Cristo y su reino. El v. 11 especifica dos tipos comunes de persecución: vituperios y mentiras.

La paradoja es evidente y sorprendente. Jesús llama a los perseguidos dichosos, todo lo contrario a lo que normalmente se piensa. La razón para esta dicha es triple: El reino pertenece a ellos, tendrán una recompensa grande en los cielos y forman parte de una gran compañía de profetas que fueron perseguidos. Por estas razones, el discípulo debe enfrentar la persecución con gozo y alegría. Gozaos y alegraos (v. 12) son imperativos del tiempo presente, indicando una acción continua, en todo momento.

Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

La persecución purifica la iglesia, fortalece el testimonio y produce un crecimiento numérico. Esta verdad ha sido confirmada desde el primer siglo hasta nuestros días. Bienaventurados sois cuando os vituperaren—es decir, os insulten en vuestra propia cara, en contraste con la calumnia y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo—Observemos que había dicho antes: “por causa de la justicia”.

Aquí, al decir “mi causa”, él se identifica a sí mismo y a su causa con la de la justicia, uniendo la causa de la justicia en el mundo con la recepción de él mismo. ¿Se habrían expresado así Moisés, o David, o Isaías, o Pablo? ¡Nunca! Sin duda ellos sufrieron por causa de la justicia. Pero que hubiesen designado a esto como “su causa”, habría estado fuera de lugar como cualquiera puede ver.

Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

Gozaos y alegraos, como si él quisiese que el regocijo interno venciese y absorbiese el sentimiento de todas las afrentas y sufrimientos y no hay ninguna otra cosa que pueda hacerlo.

Jesús empezó su sermón con palabras que aparentemente se contradecían. Pero la forma en que Dios quiere que vivamos muchas veces contradice la del mundo. Si quiere vivir para Dios debe estar dispuesto a decir y hacer lo que para el mundo parecerá raro. Deberá estar dispuesto a dar cuando otros desean quitar, amar cuando otros odian, ayudar cuando otros abusan. Al hacerlo, un día recibirá todo, mientras los otros terminarán sin nada. Aquí tenemos por lo menos cuatro maneras de entender las bienaventuranzas:

Son un código de ética para los discípulos y norma de conducta para todos los creyentes.

Contrastan los valores del Reino (lo que es eterno) con los valores mundanos (lo que es temporal).

Contrastan la "fe" superficial de los fariseos con la fe verdadera que Cristo quiere. 

Muestran que las expectativas del Antiguo Testamento se verían cumplidas en el Reino nuevo. Estas Bienaventuranzas no pueden ser tomadas selectivamente. Uno no escoge lo que quiere y deja el resto, sino que deben tomarse como un todo. Describen lo que debemos ser como seguidores de Cristo.

Cada Bienaventuranza habla de cómo ser afortunado y feliz. Algunas versiones dicen felices o dichosos en vez de bienaventurados. Estas palabras no prometen carcajadas, placer ni prosperidad terrena. Jesús pone de cabeza el concepto terreno de la felicidad. Para Jesús, felicidad es esperanza y gozo, independientemente de las circunstancias externas. Para hallar esperanza y gozo, la forma más profunda de la felicidad, sigue a Jesús a cualquier costo.

Con el anuncio de Jesús de que el Reino se había acercado (4.17) naturalmente, la gente preguntaba: "¿Qué necesito hacer para ser parte del Reino de Dios?" Jesús dijo que en el Reino de Dios las cosas no son como en los reinos terrenales. Debían buscar beneficios y recompensas muy distintas de los que los fariseos y publicanos estaban buscando. Mucha gente busca felicidad pero esta fácilmente se desvanece. Muy pocos buscan el gozo de Dios que nunca se desvanece. ¿Son sus actitudes una copia del egoísmo, el orgullo y las ansias de poder del mundo, o reflejan el ideal al que Dios lo llamó?

Sal y luz del mundo.

Mateo 5:13-16. »Ustedes son la sal de este mundo. Pero si la sal deja de estar salada, ¿cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea. »Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo.

Si la sazón no da sabor, no tiene valor. Si los cristianos no se esfuerzan por hacer un impacto en el mundo que los rodea, son de poco valor para Dios. Si somos muy parecidos a los del mundo, no tenemos valor. Los cristianos no deben confundirse con los demás. En su lugar, debemos impactarlos positivamente, como el condimento que da mejor sabor a la comida. ¿Se puede ocultar una ciudad que está en la cima de una montaña? Por las noches su luz se ve a la distancia. Si vivimos por Cristo, vamos a brillar como luces, mostrando a otros como es Cristo.
Jesús enseña sobre la ley.

Mateo 5:17-19. No crean ustedes que yo he venido a suprimir la ley o los profetas; no he venido a ponerles fin, sino a darles su pleno valor. Pues les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, no se le quitará a la ley ni un punto ni una letra, hasta que todo llegue a su cumplimiento. Por eso, el que no obedece uno de los mandatos de la ley, aunque sea el más pequeño, ni enseña a la gente a obedecerlo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero el que los obedece y enseña a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el reino de los cielos.

Dios nos dio las leyes morales y ceremoniales para ayudarnos a amarle con todo el corazón. A través de la historia de Israel, sin embargo, estas leyes fueron citadas inexactamente y aplicadas erróneamente. En el tiempo de Jesús, los líderes religiosos habían convertido la Ley en una masa confusa de reglas. Cuando Jesús se refirió a una nueva forma de comprender la Ley de Dios, no estaba sino llevando a la gente a su propósito original. No habló contra la Ley en sí misma, sino contra los abusos y excesos a los que ella estaba sujeta.

Si Jesús no hubiera venido a abolir la Ley, ¿estarían todas las leyes del Antiguo Testamento todavía en vigencia? En el Antiguo Testamento, había tres categorías de Ley: ceremonial, civil y moral.

La ley ceremonial estaba relacionada específicamente con la adoración de Israel. Su propósito primario fue señalar a Cristo Jesús. Estas leyes, sin embargo, dejaron de ser necesarias después de la muerte y resurrección de Jesús. Si bien es cierto que ya no estamos atados por las leyes ceremoniales, los principios que los respaldan, adorar y amar al Dios Santo, son todavía aplicables. Los fariseos con frecuencia acusaban a Jesús de violar las leyes ceremoniales.

La ley civil era la Ley de Dios que tenía que ver con el vivir diario de Israel. Por el hecho de que la cultura y la sociedad modernas son radicalmente diferentes, todas estas directivas no pueden seguirse al pie de la letra. Pero los principios que las sustentan no tienen fin y deben guiar nuestra conducta. Jesús los cumplió para dar el ejemplo.

La ley moral (como los Diez Mandamientos) es mandato directo de Dios y requiere obediencia estricta (Éxodo 20:13). Como revela la naturaleza y la voluntad de Dios, se aplica todavía hoy. Jesús obedeció la ley moral en su totalidad.

Algunos en el grupo eran expertos en decir a los demás lo que debían hacer, pero pasaban por alto lo más importante de las Leyes de Dios. Jesús clarificó que obedecer la Ley de Dios era más importante que explicarla. Es mucho más fácil estudiar la Ley de Dios y decir a otros que la obedezcan que ponerla en práctica. ¿Cómo le va a usted en su obediencia a Dios?

Los fariseos eran exigentes y escrupulosos en el cumplimiento de la Ley. ¿Cómo puede Jesús, razonablemente, llamarnos a una mayor justicia que la de ellos? La debilidad de los fariseos radicaba en que se sentían satisfechos obedeciendo la Ley en lo exterior sin permitir que cambiara sus corazones (actitudes). Jesús dijo que la calidad de nuestra piedad tiene que ser superior a la de los fariseos. Podemos aparentar piedad y seguir lejos del Reino de Dios.

El juzga nuestros corazones y nuestras obras. Es en el corazón donde en verdad radica la sumisión. Cuidemos nuestras actitudes, que la gente no ve, y las acciones que todos ven.

Jesús decía a sus oyentes que necesitaban una piedad totalmente distinta (amor y obediencia), no una versión más intensa de la piedad de los fariseos. Nuestra bondad debe proceder de lo que Dios hace en nosotros, no de lo que podemos hacer nosotros mismos, estar centrada en Dios, no en nosotros, estar basada en la reverencia a Dios, no en la aprobación de la gente, e ir más allá del solo hecho de cumplir con la Ley amando los principios que la respaldan.

Cuando Jesús dijo: "Pero yo os digo" no estaba aboliendo la Ley ni agregando sus propias opiniones. Más bien estaba ofreciendo una explicación completa de por qué Dios hizo tal Ley. Por ejemplo, refiriéndose a que Moisés dijo: "No matarás", Jesús enseñó que "cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio". Los fariseos leían esta Ley y, como jamás habían matado, se sentían muy rectos.

Sin embargo estaban tan enojados con Jesús que ya pronto estarían planeando matarlo, aunque no con sus propias manos. Perdemos la verdadera intención de la Palabra de Dios cuando leemos sus normas para la vida sin procurar comprender por qué las dio. ¿Cuándo guarda uno las normas de Dios pero pasa por alto su verdadera intención?

De cada de nosotros depende que el gobierno de Dios esté en medio nuestro, de nuestra obediencia a la Palabra de Dios es que podemos ver si realmente amamos a Dios o sólo tenemos una vida religiosa. ¿Quieres amar a Dios realmente de corazón? Entonces empieza ahora mismo ¿En dónde quieres pasar el resto de la eternidad después de que partas de esta tierra? Veamos ahora la siguiente reflexión.

¡Si hay vacantes para trabajar en la obra del ministerio, en la viña del señor!

El cristiano es la persona dedicada a producir un despertamiento moral y social; con esto en mente dedica su vida a Cristo comparte el amor de Dios con todos los hombres en todas partes y enseña a otros a hacer lo mismo. ¡SI HAY VACANTES! La mejor forma de recibir el futuro es hacer un buen presente y olvidar el pasado. La más grande empresa del Universo, la empresa de Dios requiere para su departamento de proclamación personas que reúnan los siguientes requisitos.

Personas valientes que crean en Dios y que estén dispuestas a servirle aunque se le caiga el mundo encima. Personas que digan siempre la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad aunque por ello tengan que perder la simpatía y el afecto de quienes lo rodean. Personas que huyan de las pasiones juveniles y que tengan el firme propósito de no contaminarse con las costumbres de un mundo corrompido.

Personas que tengan en su corazón una profunda vocación de servicio a su prójimo y una determinación completa de agradar a Dios por encima de todo. Personas que estén listas en donde el Señor de la empresa así lo determine sin pensar en su comodidad, ni en sus intereses personales. Personas que se atrevan a vivir y hablar como Dios lo manda aunque sean tildados de locos, fanáticos, rebeldes o peligrosos. Personas que estén dispuestos a perderlo todo, que duerman menos, que trabajen más, que hablen poco y sirvan mucho.

Personas que se muevan siempre con la sinceridad de Dios y no con la diplomacia e hipócrita conveniencia de los hombres. Personas honradas, ejemplares y comprometidas con los valores cristianos que nuestra sociedad ha extraviado. Personas que se preparen para dirigir los destinos del país, no con la soberbia de grandes reyes, sino con la actitud de grandes servidores.

Si usted llena estos requisitos será bienvenido a esta gigantesca empresa de Dios, en ella se trabaja para conquistar el mundo entero con el único mensaje que puede salvarlo y para decirle a los hombres que no todo está perdido, que Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. Si hay vacantes, esta es una gran oportunidad y no hay otra igual. Necesitamos un liderazgo que ame y no que manipule, que sirva y no que lucre, que comparta y no que amarre, que anime y no que oprima, que levante y no que aplaste.


Mateo 6:33. Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas. Hechos 5:29. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. Bendiciones.