Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La parábola del sembrador°


El buen oidor produce la buena cosecha de la buena semilla, el verdadero oidor es el que escucha, entiende y obedece.

Vamos a escudriñar acerca de la parábola del sembrador y a sumergirnos en la enseñanza de sus verdades sacando provecho de la Palabra de Dios a favor nuestro, para que el Señor nos afirme a través de ella en medio de las circunstancias que estemos viviendo y que sea Dios mudando nuestro corazón, a un corazón conforme al del Señor, para que de esa manera podamos dar fruto conforme a sus propósitos y planes en nuestras vidas para nuestro propio bien y a favor de la salvación de las almas, por la obra perfecta de Jesucristo en la cruz, con la ayuda y la unción del Poderoso y amoroso Espíritu Santo.



Juan 15:5,16. RVR60. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

Veamos primero lo que son las parábolas La parábola siempre hace concreta la verdad. Hay muy pocas personas que pueden captar y entender las ideas abstractas; casi todos pensamos en imágenes. Podríamos pasar mucho tiempo tratando de decir con palabras lo que es la belleza, y puede que no consiguiéramos hacérselo entender a nuestra audiencia; pero si podemos señalar algo o a alguien y decir: «¡Mirad qué belleza!», no hará falta más explicación. Podríamos pasarnos mucho tiempo tratando de definirla bondad, y al final no habría una idea más clara de ella en las mentes de nuestros oyentes; pero todo el mundo reconoce a una buena persona y una buena obra cuando las ve.

Para comprenderse, toda palabra se tiene que hacer carne, tiene que personificarse; y la primera gran cualidad de la parábola es que presenta la verdad en una escena que puede ver y entender todo el mundo.

Se ha dicho que toda gran enseñanza empieza en el aquí y ahora para llegar al allí y entonces. Si uno quiere enseñar acerca de cosas que su audiencia no entiende, debe empezar por cosas que sí entiende. La parábola empieza con materiales que entiende todo el mundo porque forman parte de su vida y experiencia, y de allí pasa a cosas que no entiende y le abre los ojos a cosas que no ha conseguido ver. La parábola abre la mente y los ojos de la persona empezando por donde está y conduciéndola adonde debería estar.

Los discípulos de Jesús en aquel tiempo, hallaron muy difícil entender cómo la proclamación de Jesús acerca del reino de Dios, ante la cual ellos habían respondido con tanto entusiasmo, no recibía la misma acogida por todos los que la escuchaban. Algo muy similar vemos en cada en los tiempos en los que estamos viviendo.

Parábola del sembrador. Mateo 13:1-9. RVR60. Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo:

He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.

Este sermón fue predicado en horas de la tarde por el Señor Jesucristo quien se encontraba en la casa de Juan después de haber ministrado durante el día y haber predicado los mensajes del capítulo anterior enfrentando bastante oposición. Toma como púlpito una barca y se dirige a la multitud que se encuentra junto al mar y narra la primera parábola de sus mensajes dejando de una manera clara grandes verdades del Reino de los Cielos para los oidores de ese tiempo lo mismo que para nosotros en cuanto a la salvación y la vida eterna.

Jesús se embarcó en una barca para ser menos presionado y para que la gente escuchara mejor. Cristo enseñaba con parábolas. Por medio de ellas simplificaba y hacía más fáciles las cosas de Dios para los dispuestos a ser enseñados, y más difíciles y oscuras para los dispuestos a ser ignorantes.

Esta parábola, con sus cuatro “escenas”, indica que la respuesta no sólo depende del mensaje (es la misma semilla en cada caso), sino también en el grado de una buena disposición de los oyentes para recibirla. Las tres áreas improductivas (el camino, los pedregales y los espinos) son interpretadas en los versículos 19 al 22 como representando diferentes tipos de escuchas: aquellos que simplemente no quieren escuchar, aquellos cuya respuesta es sencillamente superficial, y aquellos que están preocupados con otros intereses. Las tres son situaciones familiares a todo predicador del evangelio, en aquel entonces y ahora. 


Los discípulos, por lo tanto, no debieran estar sorprendidos por las respuestas divididas ante la predicación de Jesús. La culpa radica en los que oyen y no en el mensaje. Cuando la semilla cae en buena tierra, dará su fruto. En esta manera Jesús aseguró a sus discípulos que, a pesar de las hostilidades y las respuestas inadecuadas, habría una cosecha. Aun en la buena tierra, sin embargo, hay lugar para alguna variación en el grado de productividad, a ciento, a sesenta o a treinta. En otras palabras, los discípulos no pertenecen a un solo tipo o tamaño, y en el reino de Dios hay lugar para lo ordinario como también para lo espectacular.


No es solamente el oír la palabra lo que importa, sino la comprensión. De esta manera la parábola del sembrador se prepara para los versículos 10 al 17, donde se hace una distinción aguda entre los oidores que no comprenden las parábolas y aquellos que poseen el “secreto” para resolverlas. En un sentido, es como una parábola acerca de parábolas. Por lo tanto, es apropiado que concluya en el versículo 9 con una apelación a todos nosotros a que nos demos cuenta que es la forma en que oímos, lo que determinará si nuestro discipulado es fructífero o no.

Jesús explica la parábola del sembrador. Mateo 13:18-23. RVR60. Oíd, pues, vosotros a parábola del sembrador:

Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.


Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.


El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.

Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

Los oyentes negligentes y frívolos son presas fáciles para Satanás que, como el gran homicida de las almas, es el gran ladrón de sermones, y con seguridad estará presto para robarnos la palabra si no tenemos el cuidado de obedecerla. Tenemos al oidor de mente cerrada. No tiene la Palabra más posibilidad de introducirse en la mente de algunas personas que la semilla que ha caído en un sendero endurecido por muchas pisadas en la tierra. Hay muchas cosas que pueden cerrar la mente de una persona. Los prejuicios pueden hacer que uno esté ciego a todo lo que no quiera ver.

El espíritu que se niega a aprender puede levantar una barrera que no se pueda sobrepasar ni eliminar. Este espíritu puede proceder de dos cosas. Puede ser la consecuencia del orgullo que no quiere reconocer que necesita aprender; o del miedo a toda nueva verdad y el rechazo a aventurarse por el camino del pensamiento. A veces un carácter inmoral y la forma de vida de una persona pueden cerrarle la mente. Puede que haya una verdad que condene las cosas que ama, y que denuncie las cosas que hace; y muchos se niegan a escuchar o a reconocer la verdad que los condena, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.

Esta parábola debe animar a los "sembradores" espirituales que enseñan, predican y guían a otros. El agricultor siembra buena semilla, pero no todas le brindan un rendimiento óptimo. Algunas semillas no germinan, y no todas las plantas que crecen ofrecen el mismo resultado. No se sienta desalentado si tiene la impresión de que nadie lo escucha a pesar de predicar con fidelidad la Palabra. La fe no se puede forzar a traer resultados conforme a una fórmula matemática. Más bien uno espera el milagro del Espíritu de Dios de usar nuestras palabras para que otros se acerquen a Él.

Los oídos humanos captan muchos sonidos, pero hay una audición más profunda que resulta en comprensión espiritual. Si usted busca con sinceridad la voluntad de Dios, tiene audición espiritual, y las parábolas le darán nuevas perspectivas.

Si tomamos esta parábola como una advertencia a los oyentes, quiere decir que hay diferentes maneras de recibir la Palabra de Dios, y que el fruto que produzca dependerá del corazón del que la reciba. La suerte de cualquier palabra hablada depende del oidor. Como se suele decir, “el éxito de un chiste no depende de la lengua del que lo cuenta, sino del oído del que lo oye”.

¿Quiénes son los oidores a los que se describe y advierte en esta parábola? La parábola del sembrador es clara. La semilla sembrada es la palabra de Dios. El sembrador es nuestro Señor Jesucristo, por sí o por sus ministros. Predicar a una multitud es sembrar el grano o la Palabra de Dios, pero no sabemos dónde brotará; así ocurre en los corazones de los hombres, cuyos diferentes caracteres están aquí descritos como cuatro clases de terreno.

Aquí tenemos un cuadro que cualquiera entendería en Palestina. Aquí vemos claramente a Jesús usando el aquí y ahora para llegar al allí y entonces. Lo que es probable que estuviera sucediendo es que, cuando Jesús estaba usando la barca como púlpito, en uno de los campos cerca de la orilla había un sembrador sembrando en aquel momento; y Jesús tomó a aquel sembrador, al que todos podían ver, como texto de predicación, y empezó: " ¡Fijaos en ese sembrador que está sembrando la semilla en ese campo!» Jesús empezó por algo que en aquel preciso momento todos podían ver, para abrir sus mentes a la verdad que todavía no habían visto.

En Palestina tenían dos maneras de hacer la siembra. El sembrador podía ir lanzando la semilla mientras andaba arriba y abajo por su campo. Si soplaba el viento, se llevaría parte de la semilla a toda clase de sitios, y a veces hasta fuera del campo. La segunda manera era más perezosa, pero de uso corriente. Consistía en ponerle encima a un burro un saco de semilla, cortarle o abrirle un agujero y hacer que el animal recorriera el campo mientras la semilla iba cayendo. En este caso, también algunas semillas caerían en sitios menos preparados o cerca del sendero cuando se acercara por allí el animal o lo cruzara.

En Palestina los campos eran largos y estrechos, y estaban separados solo por los senderos, por los que podía pasar todo el mundo, lo que quiere decir que estaban endurecidos por el constante paso de gente y animales. Eso era lo que quería decir Jesús al hablar del borde del sendero. La semilla que cayera allí y era normal que cayera alguna, de cualquier forma que se sembrara- no tenía más posibilidad de penetrar en la tierra que si hubiera caído en la carretera. Lo que traducimos como el terreno pedregoso no es que estuviera lleno de piedras, sino algo corriente en Palestina: había una capa poco profunda de tierra sobre grandes lanchas de roca caliza.

A lo mejor no había más que unos pocos centímetros de tierra encima de la roca. En tal caso, la semilla germinaría más pronto que en terreno más profundo, porque la tierra se calentaría antes cuando saliera el sol; pero cuando las raíces tiraran para abajo buscando nutrientes y humedad, se encontrarían con la roca, y el sol se encargaría de agostar la poca vida que tuviera.

El terreno espinoso engañaba. Cuando se estaba sembrando, parecería bastante limpio. Es fácil hacer que un terreno parezca limpio simplemente labrándolo; pero si siguen por debajo las raíces fibrosas de la grama, de las ortigas y de las zarzas, entre otras plantas parásitas perennes, se apoderarán del terreno disponible a la primera oportunidad. Cualquier labrador sabe que las malas yerbas crecen más deprisa y más fuertes que ninguna planta cultivada. El resultado fue que la buena semilla y las malas que estaban latentes crecieron juntas; pero los hierbajos eran tan fuertes que estrangularon las buenas plantas.

Los hipócritas, como el terreno pedregoso, suelen tener el comienzo de los cristianos verdaderos en su muestra de profesión de fe. Muchos de los que se alegran de oír un buen sermón, son los que no se benefician. Se les habla de la salvación gratuita, de los privilegios de los creyentes, y la felicidad del cielo; y, sin cambio de corazón, sin convicción permanente de su propia depravación, de su necesidad del Salvador o de la excelencia de la santidad, pronto profesan una seguridad sin fundamentos. Pero cuando una prueba pesada los amenaza o pueden tener una ventaja pecaminosa, se rinden u ocultan su profesión o se vuelven a un sistema más fácil. Tenemos al oidor de mente tan superficial como el terreno que apenas cubre la roca. Es la persona que se niega a pensarse las cosas por sí y en serio.

Algunas personas están a merced de las novedades. Recogen lo que sea sin pensárselo un momento, y lo dejan igual. Tienen que estar siempre a la moda. Empiezan cualquier pasatiempo nuevo o a adquirir alguna nueva técnica con entusiasmo, pero en cuanto les presenta la más mínima dificultad o simplemente se enfrían lo abandonan. Las vidas de algunas personas están llenas de restos de cosas que empezaron y que lo terminaron. Se puede ser así con la Palabra. Cuando uno la oye, se entusiasma; pero no se puede vivir de emociones pasajeras. Tenemos una mente, y la obligación moral de usarla y de tener una fe inteligente. Seguir a Jesucristo tiene exigencias claras y hay que mirarlas de frente antes de aceptarlas. El ofrecimiento cristiano no es solo un privilegio, sino también una responsabilidad. Un entusiasmo repentino puede convertirse en cenizas tan rápidamente como un fuego moribundo.

El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Los afanes del mundo son apropiadamente comparados con las espinas, porque vinieron con el pecado y son fruto de la maldición; son buenos en su lugar para llenar un vacío, pero debe estar bien armado el hombre que tenga mucho que ver con ellos; enredan, afligen, arañan y su fin es ser quemados. Los afanes del mundo son grandes obstáculos para tener provecho de la palabra de Dios. Lo engañoso de las riquezas obra el mal; no se puede decir que nos engañamos a menos que depositemos nuestra confianza en ellas, entonces ahogamos la buena semilla.

Tenemos al oidor con tantos intereses en la vida que a menudo no le queda espacio para las cosas más importantes. Es característico de la vida moderna que cada vez se llena más y va más deprisa. Se está demasiado ocupado para orar; tan preocupado con muchas cosas que se olvida de estudiar la Palabra de Dios; se puede estar tan metido en juntas y comités y empresas y planes que no le dejan tiempo a uno para aquel de quien proceden el amor y el servicio, nuestro Señor Jesucristo. Los negocios le pueden tener a uno tan acogotado que está demasiado cansado para pensar en ninguna otra cosa.

No son las cosas manifiestamente malas las más peligrosas en este sentido. Muchas veces son cosas buenas, pero “lo bueno es siempre el enemigo de lo mejor”. No es que uno destierre deliberadamente de su vida la oración y el estudio de la Palabra de Dios y la iglesia; puede que piense en estas cosas con frecuencia y trate de tener tiempo para ellas; pero, por lo que sea, nunca dispone de él en su abarrotada vida. Debemos tener cuidado de no desplazar a Cristo del lugar supremo que le corresponde, el primero en nuestro corazón.

Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. Lo que distinguió al buen terreno fue la fructificación. Por esto se distinguen los cristianos verdaderos de los hipócritas. Cristo no dice que la buena tierra no tenga piedras y espinas, sino que nada puede impedir que dé fruto. Todos no son iguales; debemos apuntar más alto en nuestra vida para dar más fruto. El sentido del oído no puede ser mejor usado que para oír la palabra de Dios; y mirémonos a nosotros mismos para que sepamos qué clase de oyente somos realmente.

Tenemos al oidor que es como la buena tierra. Recibe la Palabra en cuatro etapas. Tiene mente abierta. Siempre está dispuesto a aprender. Está listo para oír. No es demasiado orgulloso, ni está demasiado ocupado para escuchar. Muchos se habrían ahorrado muchos dolores de cabeza y de corazón si se hubieran detenido a escuchar la voz de Dios, su Palabra, el evangelio de salvación.

Lucas 14:25. RVR60. El costo de seguir al Señor Jesucristo. Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? 

No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga.

El buen oidor produce la buena cosecha de la buena semilla, el verdadero oidor es el que escucha, entiende y obedece.

Esta enseñanza nos lleva a reflexionar sobre cuál es el camino que debemos seguir, confrontándonos en nuestra manera de pensar, nuestra manera de hablar, en nuestra manera de actuar, en nuestro diario vivir, frente a cada situación que se nos presente y llevándonos a tomar decisiones por Cristo en nuestras vidas.

Jeremías 29:11-14. RVR60. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.

Que sea el mismo Dios enseñándonos, guiándonos, fortaleciéndonos y ayudándonos para andar en la Luz y la Verdad del Evangelio. Que nuestro corazón esté realmente dispuesto a ser mudado, a ser cambiado un corazón conforme al de Dios. Bendiciones.


El amor de Dios°


1 Juan 4:19. RVR60. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.

Como hijos de Dios no podemos ser indolentes frente a un mundo que se desmorona moralmente, en dónde hay crisis social y familiar, con tanta crueldad y desamor como aparece en 2 Timoteo 3; pero en Jesucristo tenemos la respuesta a crisis de la humanidad. Dios es amor y su perfecto amor es lo que hace la diferencia, es su obra maravillosa en cada corazón que acepta la grandeza de Dios y la necesidad de la vida divina.

Muchos razonan sobre Dios y su palabra, otros cuestionan, otros dudan, pero es más fácil vivir de acuerdo en obediencia a su Palabra con la ayuda del Espíritu Santo, porque es un manual de vida para la humanidad, un manual de amor que necesitamos y debemos compartir con la mayor cantidad de personas.

Jeremías 9:23. La Biblia al día. (BAD).  Así dice el Señor: «Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada—afirma el Señor—.

La obra de cambio y regeneración de vida de cada ser humano es sólo por el Espíritu Santo, sólo si le permitimos obrar en nosotros y rendimos todo nuestro corazón a la Palabra de Dios. La obra de salvación ya se realizó en la cruz del calvario, ahora debemos permitir que el Señor Jesucristo gobierne todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, por la vida impartida por el Poderoso Espíritu Santo y así de esa manera cambie nuestra manera de pensar y de vivir.

Pero es necesario llenarnos del perfecto amor de Dios para que podamos ser de bendición a los demás; debemos pedir el entendimiento espiritual para que sepamos que es en realidad el amor de Dios, debemos obtener la revelación de Señor acerca de este asunto. En la carta a los Corintios, capítulo 13 vemos la descripción del amor y ahora lo que necesitamos es que esa palabra se haga viva en nosotros, que se haga viva en medio de nuestros hogares, que se haga viva en medio de todas nuestras circunstancias, que podamos ser el reflejo del amor de Dios para aquellos que nos rodean.

1 Corintios 13.Reina-Valera 1960 (RVR1960). La preeminencia del amor. Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Sin amor la mayor manifestación de dones y el más heroico de los sacrificios humanos no significan nada. Las cosas buenas deben ser bien hechas, de la manera correcta, a la manera de Dios. Salmos 40:8. Reina-Valera 1960 (RVR1960). El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.

El amor es sufrido, al ser paciente con las imperfecciones de la gente. El amor es benigno, activo en hacer el bien. El amor no tiene envidia; en razón de que no es posesivo y competitivo, sino que desea lo mejor para los demás. Por lo tanto, no es jactancioso. El amor posee la cualidad de ocultarse, no hace ostentación de sí mismo. El amor no es indecoroso, no trata a otros con arrogancia; no se comporta con rudeza, sino son cortesía y buenas maneras.

El amor no busca lo suyo, al no insistir en sus derechos o demandar precedencia alguna; al contrario es generoso. El amor no se irrita; no es susceptible, no es grosero ni hostil, sino que en los momentos difíciles mantiene la compostura. El amor no guarda rencor; no lleva la cuenta de los males que ha sufrido, sino que borra el resentimiento.

El amor no se goza de la injusticia, no se alegra del infortunio ajeno, ni difunde rumores maliciosos, sino se goza de la verdad, al propagar activamente el bien. El amor todo lo sufre, al defender y sostener a otros. El amor cree lo mejor de los demás, les acredita buenas intenciones y no es suspicaz. El amor todo lo espera, no se desanima con la gente, sino cree en su futuro. El amor todo lo soporta, al perseverar y permanecer leal hasta el final.

En comparación con el amor los dones son algo limitado, no completo, son temporales, no eternos, comunican un conocimiento imperfecto en lugar de perfecto. Cualquier cosa de esta era, comparada con la perfección de la nueva creación es algo insignificante, incluidos los dones. Pero el lugar de sugerir el menosprecio de los dones durante esta era, o en cualquier otro momento de la historia de la iglesia, este pasaje busca todo lo contrario.

Romanos 12:1-2. Dios Habla Hoy (DHH). La vida nueva en Cristo. Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.

Cuando recibimos el amor de Dios para nuestras vidas, cambia nuestro modo de pensar y vivir, porque hemos sido rescatados de una vana manera de vivir y de la condenación eterna, pero es necesario recibir la revelación por parte de Dios, que se nos abra el entendimiento para ver las cosas que Dios quiere que veamos, la verdadera vida.

El amor es más importante que todos los dones espirituales ejercitados en el cuerpo de la iglesia. La fe sobresaliente y el poder para lograr milagros producen muy poco sin el amor. El amor logra que nuestras acciones y dones sean útiles. Aunque las personas tengan dones diferentes, el amor está disponible a todos. Pero ese amor llega cuando somos llenos de la presencia y el poder del Espíritu Santo, cuando nos rendimos al señorío de Jesucristo.

Hechos 1:8. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Nuestra sociedad actual confunde amor con sensualidad, con los deseos de los ojos, con los deseos de la carne. A diferencia de la sensualidad, el tipo de amor de Dios es canalizado hacia otros, no hacia nosotros mismos (que es egoísmo). Esta clase de amor va en contra de nuestras inclinaciones naturales. Es posible practicar este amor sólo si Dios nos ayuda a poner a un lado nuestros deseos e instintos, al grado que podemos dar amor sin esperar nada en cambio. Cuanto más nos parezcamos a Cristo, más amor brindaremos a los demás.

El Señor nos ha encomendado el ministerio de la reconciliación 2 Co 5:17-20. RVR60. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 

Juan 3:16. RVR60. Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. 1 Timoteo 2:5. RVR60.  Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. Santiago 5:19-20. RVR60. Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados. 1 Pedro 4:8. RVR60. Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Proverbios 11:30b. RVR60. El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio. 1 Pedro 4:8. RVR60. Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.

Si usted conoce del Señor Jesucristo y su Palabra, si usted dice creer en él, si usted dice que él es su Señor y Salvador, entonces a usted y a mí nos pertenece el privilegio de ganar almas para el Reino de los cielos, nos corresponde el privilegio de trasmitir el amor de Dios a otros a través del evangelio de nuestro Señor Jesucristo y de la obra redentora de la cruz.

Daniel 12:3. RVR60. Y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que enseñan a justicia la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. "Enseñar la justicia a la multitud" ¡Que privilegio! Y qué galardón, eso de "brillar como las estrellas a perpetua eternidad". ¿Ha logrado usted algo perpetuo y "eterno" en su vida? ¿Ha encaminado usted a algún alma por la senda de la justicia? A menos que la influencia suya se esté inclinando del lado del mal, o que usted sea neutral o que se interese demasiado poco en este asunto.

Usted vive en un mundo de injusticia y de pecado. Es un mundo de derrota y desesperación. Aun aquellos que han logrado cierto éxito en la vida, en el correr de los años, han llegado a confesar que se sienten frustrados. ¿A qué nos lleva esto? Es la pregunta que inquieta sus corazones. La brevedad de la vida los perturba, porque el hombre tiene ansias de algo que perdure. Usted puede ponerlos en contacto con una eternidad de satisfacción. Llévelos a aquel que es vida eterna, a Jesús el Cristo.

¿Quiere poner su máxima contribución al servicio de Dios? Dedíquese a la tarea de ganar almas y una su vida con la de Dios en esta gran empresa de rescatarlas. ¿Quiere poner su máxima contribución al servicio del mundo? Extienda la mano y señale en dirección a Cristo. Mateo 11:28. RVR60. "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar".

Esta es la misión y la comisión de la iglesia, y cuando usted lleva algún alma a los pies de Cristo, está justificando la razón de existir de su propia iglesia. Usted podría donar a su iglesia un gran piano o un órgano eléctrico, y eso sería espléndido, pero ganando un alma haría algo mil veces mejor. ¿Quiere hacerse el mayor bien posible a sí mismo? Pues no hay nada mejor que ganar almas. Con ello enriquecería su vida, crecería en la vida cristiana, aumentaría sus conocimientos, llegaría a descubrir el verdadero gozo de la vida, que es Cristo, y sería usted un cristiano radiante.

¿Qué es ganar almas? Es llevar a los hombres a Cristo. No es llevar a los hombres de una denominación a otra o de una iglesia a otra, ni de hacerlos simplemente cambiar de opinión, sino lograr que reciban a Jesucristo en sus corazones. Juan 1:12. RVR60. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; No se trata de reformar a un hombre o a una mujer, sino de que se regeneren por la gracia y obra del Espíritu Santo por la Palabra de Dios. Lo que se procura no es aumentar los miembros de cierto grupo, sino lograr miembros para el cuerpo de Cristo, para que alcancen la salvación y vida eterna.

Puede ser que ellos más tarde se unan al grupo al que usted pertenece y ello será motivo de regocijo, pero luego hay que mandarlos en busca de otros. Procure usted que acepten al Cristo vivo como su Señor y Salvador, y no se conforme con nada menos. Ganar almas es pescar hombres y mujeres. Mateo 4:19. RVR60. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Se ha dicho con frecuencia que la primera regla para pescar es ir a donde están los peces. Los indiferentes y aquellos que no conocen de Cristo, no asisten a la iglesia porque allí el predicador les puede ensartar el anzuelo.

Hay que coger el anzuelo y la carnada e ir a buscarlos. Pudiéramos decir que la Palabra de Dios es el anzuelo y que la carnada es nuestra propia experiencia de la gracia de Dios. Hay que decir lo que Cristo ha hecho por uno, pero usando las Sagradas Escrituras, porque la Biblia es el poder que se necesita para convencer y convertir.

Con mucha claridad se nos dice en Marcos 16:15. RVR60. "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura". Hay quienes creen que este texto se aplica únicamente a los misioneros, pero no es así, porque incluye a todos los creyentes cuando dice Id. Hay otros que piensan que ese mandamiento no es para esta dispensación y así lo evaden perezosa y cómodamente, pero no hay derecho. Nosotros insistimos en que... "puso en nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio nuestro, os rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios". 2 Corintios 5:19-20. RVR60.

Meditemos en las palabras de nuestro Señor: "No me elegisteis vosotros a mí, mas os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca: para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé". Juan 15:16. RVR60. Aquí habla del fruto del Espíritu a que hace referencia el apóstol Pablo "amor, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe mansedumbre, templanza" Gálatas 5:22,23. RVR60.

¿Qué es el fruto? Es la parte del árbol que sirve para su propagación. El árbol de durazno, por ejemplo, lleva fruto, y cada durazno tiene una semilla, semilla que puede convertirse en otro árbol que dará más fruto. Árbol, fruto y semillas, de donde vendrán otros árboles que darán más fruto. Ese es el plan de la naturaleza. Ese también es el plan de Dios. Vea cómo se evidencia en el Libro de los Hechos. Un alma salvada alcanza a otra alma. ¿Para qué es usted cristiano? No solamente para que se salve al final de cuentas, ni siquiera para que se goce de la vida cristiana ahora, sino para que, por medio suyo, el Espíritu Santo pueda tocar otra vida para la gloria del Señor.

Reflexionemos en este pasaje bíblico Mateo 16:26. RVR60. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Y veamos el mandato del Señor. Mateo 28:16-20. RVR60. Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Marcos 16:14-18. RVR60. Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Dios nos ha dado libre albedrío, es nuestra la decisión si hacemos lo correcto, lo que agrada al Señor, 1 Crónicas 29:17. RVR60. Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente.

Dios es amor y el desea que participemos de ese atributo con el y con los demás. ¡Qué privilegio tan hermoso! Cuando amamos a otros es cuando más nos parecemos a Dios. El amor perfecto que él nos obsequia es eterno. Necesitamos memorizar este versículo: Jeremías 31:3. RVR60. Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Nosotros no podemos hacer nada para impedir que Dios siga amándonos. ¡Magnífico! El amor de Dios jamás se extingue.

Si eso no fuera suficiente, el amor perfecto, eterno, sacrificado e incondicional que Dios nos obsequia es inconmensurable. El apóstol Pablo nos asegura que estamos arraigados y cimentados en amor, y que necesitamos ser plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de ese amor (Efesios 3:17-18). Más adelante añade que ese amor excede a todo conocimiento (v. 19).

Hemos sido llamados a amar a Dios. Los varones judíos recitaban todas las mañanas y todas las noches el siguiente versículo: Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas (Deuteronomio 6:5. RVR60). Hemos de amarlo de todo corazón, la sede de nuestras emociones; de toda nuestra alma, el centro de nuestra personalidad; con todas nuestras fuerzas.

Necesitamos vernos tal y como Dios nos ve. Nuestro concepto de cuánto valemos no debe proceder de lo que otros piensen de nosotros sino de lo que Dios dice. Y según El somos la niña de sus ojos. No sólo hemos sido llamados a amar a Dios y amarnos a nosotros mismos, sino también a nuestro prójimo. Juan 14:15. Dios Habla Hoy (DHH). Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.

Quizá este sea el más difícil de los tres mandatos. En Juan 14, 15, 16 y 17 el Señor Jesús enfatizó que debemos amar a los demás pues así el mundo se convencerá de que somos cristianos. Cierto que algunos parecen ser más dignos de ser amados que otros y sobre todo cuando nos han hecho daño de alguna manera, pero el amor no es una emoción, es una decisión.

Gracias a un acto de nuestra voluntad y con la ayuda del Espíritu Santo que mora en nosotros y nos capacita para decidirlo, podemos amar. Bendiciones.

Creciendo a la estatura de Jesucristo°


Isaías 55:10-12. La Biblia de las Américas (LBLA). Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelven allá sino que riegan la tierra, haciéndola producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié.

Porque con alegría saldréis, y con paz seréis conducidos; los montes y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo delante de vosotros, y todos los árboles del campo batirán palmas.


Somos creación hecha por Dios a su imagen y semejanza, somos plantío del Señor, somos como árboles que deben dar su fruto a su tiempo, somos semillas de Dios que se deben desarrollar llevando a cabo todo lo que Dios ha destinado para cada uno de nosotros. Somos llamados a ser sus discípulos. Pero como toda semilla tiene varias etapas de crecimiento y formación para llegar a ser esa planta que fue diseñada y cuya información genética venía ya dentro ella. 

Nuestro alimento es la Palabra de Dios, así que llenemos de ella y lo que Dios desea para nosotros a través de ella.

Somos creación hecha por Dios a su imagen y semejanza, Génesis 1:26-27. Nueva Traducción Viviente (NTV). Entonces Dios dijo: «Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros. Ellos reinarán sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los animales salvajes de la tierra y los animales pequeños que corren por el suelo». Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó.

Somos plantío del Señor. Isaías 61:3. La Biblia de las Américas (LBLA). Para conceder que a los que lloran en Sion se les dé diadema en vez de ceniza, aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido; para que sean llamados robles de justicia, plantío del Señor, para que Él sea glorificado.

Somos como árboles que deben dar su fruto a su tiempo, somos semillas de Dios que se deben desarrollar llevando a cabo todo lo que Dios ha destinado para cada uno de nosotros. Salmo 1:1-3. La Biblia de las Américas (LBLA). ¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche! Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera.

Somos llamados a ser sus discípulos, estos es algo necesario para nosotros, Dios no solo nos ha llamado a salvación, sino que quiere restaurarnos para que seamos hechos a su imagen y semejanza por Jesucristo, reinando en nuestros corazones. Lucas 9:23. RVR60. Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.

Pero como toda semilla tiene varias etapas de crecimiento y formación para llegar a ser esa planta para lo que fue diseñada y cuya información genética venía ya dentro ella, nosotros necesitamos de la genética celestial que es en nuestro Señor Jesucristo, necesitamos de la vida y el poder impartidos por el Señor, el Espíritu Santo, para desarrollarnos como hijos de Dios en cada una de las etapas que debemos recorrer en esta tierra y en el tiempo que Dios nos destinó, dando el fruto correspondiente a nuestro llamado y los dones que nos fueron impartidos.

Salmos 139:15-17. La Biblia de las Américas (LBLA). No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos!

Y como en el reino vegetal hay diversas plantas y árboles, cada uno con fin específico y con un fruto determinado por su diseño, así somos nosotros para Dios. 


Jeremías 29:11-14. Palabra de Dios para Todos (PDT). Sé muy bien lo que tengo planeado para ustedes, dice el SEÑOR, son planes para su bienestar, no para su mal. Son planes de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me llamarán, vendrán y orarán, y yo los escucharé.  Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón. Dejaré que ustedes me encuentren, dice el SEÑOR. Les devolveré lo que les quitaron y los traeré de regreso de todos los lugares a los que los arrojé, dice el SEÑOR. Los traeré de regreso al lugar de donde los desterré».

Como seres humanos llevamos información genética que pasa de generación en generación, en dónde después de ser fecundados los óvulos por los espermatozoides, es implantada una vida de un ser humano que debe formarse, nacer y crecer dar fruto en el tiempo correspondiente: es nuestro deber buscar la fuente de vida eterna para obtener esa vida espiritual y cumplir los planes y propósitos de Dios Padre, dentro del reino de los cielos en Jesucristo y por el poder del Espíritu Santo.

Juan 3:1-8. Dios Habla Hoy (DHH). Había un fariseo llamado Nicodemo, que era un hombre importante entre los judíos. Éste fue de noche a visitar a Jesús, y le dijo: Maestro, sabemos que Dios te ha enviado a enseñarnos, porque nadie podría hacer los milagros que tú haces, si Dios no estuviera con él. Jesús le dijo: Te aseguro que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Nicodemo le preguntó: ¿Y cómo puede uno nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso podrá entrar otra vez dentro de su madre, para volver a nacer? Jesús le contestó: Te aseguro que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de padres humanos, es humano; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que te diga: “Todos tienen que nacer de nuevo.” El viento sopla por donde quiere, y aunque oyes su ruido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son también todos los que nacen del Espíritu.

Cuando viene el nuevo nacimiento en el creyente, es impartida la vida de Dios, la genética de Dios, que se desarrolla por medio del poder, la unción y la guía del Espíritu Santo. Es cuando le son impartidos los dones espirituales como el quiere y es hecho el llamado para servirle de acuerdo a su voluntad que es buena agradable y perfecta.

Juan 15:1-10. Dios Habla Hoy (DHH). La vid verdadera. Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más. Ustedes ya están limpios por las palabras que les he dicho. Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí.

Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece unido a mí, será echado fuera y se secará como las ramas que se recogen y se queman en el fuego.

Si ustedes permanecen unidos a mí, y si permanecen fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran y se les dará. En esto se muestra la gloria de mi Padre, en que den mucho fruto y lleguen así a ser verdaderos discípulos míos. Yo los amo a ustedes como el Padre me ama a mí; permanezcan, pues, en el amor que les tengo. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

El Señor Jesucristo vino al mundo a redimir a la humanidad por medio de su muerte en la cruz, nos compró por el precio de su sangre, nos hizo salvos e hijos de Dios, a quienes hemos creído en él como Señor y Salvador, como el Mesías, como el Cristo que viene del cielo, como el Hijo unigénito del Padre Celestial, nos ha hecho parte de su iglesia, de la cual él es la cabeza y autoridad, para sentarnos en los lugares celestiales con él.

El Señor Jesucristo vino a esta tierra y dejó a la iglesia, para que con la ayuda, la guía y la unción del Espíritu Santo (quien es la tercera persona de la trinidad) podamos llevar a cabo la gran comisión y cumplir de esa manera los planes de Dios en cada una de las generaciones, haciendo discípulos en todas las naciones de la tierra por medio de la predicación del poderoso mensaje del evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

Es muy importante para cada uno de nosotros poder escuchar la voz de Dios en nuestro diario vivir y de esa manera ser guiados y poder andar en obediencia, en el perfecto amor, para que crezcamos y nos desarrollemos, dando el fruto que Dios espera de nuestras vidas. Así que manos a la obra, a buscar el rostro de Dios, a escuchar sus instrucciones allí en el lugar secreto para entender nuestro llamado, para saber cuáles son nuestros dones ministeriales, cuales son nuestros dones espirituales y cuál es la misión específica que debemos cumplir y en qué tiempo.

Efesios 4:1-14. Reina-Valera 1995 (RVR1995). La unidad del Espíritu. Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados: con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz: un solo cuerpo y un solo Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos y por todos y en todos.

Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: «Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres.»

Y eso de que «subió», ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Así ya no seremos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error; sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Ejemplo encontramos en su Palabra como Moisés, Josué, David, María la madre de nuestro Señor Jesucristo, los apóstoles y muchos hombres y mujeres más, dentro el desarrollo de la iglesia, que han buscado a Dios en el lugar secreto, para amarle y servirle con rectitud de corazón.

Jeremías 23:18. NTV. ¿Ha estado alguno de estos profetas en la presencia del Señor para escuchar lo que en realidad dice? ¿Acaso alguno de ellos se ha interesado lo suficiente como para escuchar?

Jeremías 23:18. Reina-Valera 1995 (RVR1995). Pero ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra y la oyó?

Cuando cualquier ser humano ha creído, se convierte en un hijo de Dios por medio de nuevo nacimiento por el Espíritu Santo, se convierte en un discípulo de Cristo que es llamado a crecer a la imagen de Dios, también es llamado a dar fruto dentro del cuerpo de Cristo de acuerdo a los dones, los llamamientos impartidos  y en lugar que Dios tiene planeado para cada uno.

La obediencia al mandamiento de Cristo, “Sígueme”, resulta en la muerte a uno mismo. El cristianismo sin la muerte a uno mismo, es solamente una abstracción filosófica, es un cristianismo sin Cristo, es solo una religión más tratando de llenar el vacío espiritual de nuestro corazón. 

Quizá el error fundamental de muchos cristianos consiste en separar el hecho de recibir la salvación y el de ser verdaderos discípulos. Ellos sitúan ambos estados en distintos niveles de la madurez cristiana, asumiendo que es posible ser salvo sin la obligación personal de obedecer las demandas más radicales de Jesús, como la de “tomar la cruz y seguirle” (Mateo 10:38). Esta posición se fundamenta en la creencia errónea de que la salvación es primariamente para el beneficio del hombre: hacerlo feliz y evitarle la condenación eterna.

Mientras el don de la salvación de Dios responde a la necesidad fundamental del hombre, la posición humanista de “acéptalo por tu propio bien”, ignora por completo la razón por la cual Cristo murió en la cruz. Dios hace provisión de la salvación para el hombre, con el propósito de traer, por encima de todo, gloria a sí mismo de parte de un pueblo que tiene el carácter de su Hijo. Efesios 1:12. La Biblia de las Américas (LBLA). A fin de que nosotros, que fuimos los primeros en esperar en Cristo, seamos para alabanza de su gloria.

La gloria de Dios es más importante que el bienestar del hombre. Isaías 43:7. La Biblia de las Américas (LBLA). A todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria, a quien he formado y a quien he hecho.

Nadie que entienda el propósito de la salvación, se atrevería a especular sobre si una persona puede ser salva sin aceptar el señorío de Cristo. Él no puede ser el Señor de mi vida, si yo soy el señor de mi vida. Para que Cristo tome el control total de mi ser, yo tengo que morir. No puedo convertirme en un discípulo sin morir a mí mismo e identificarme con Cristo que murió por mis pecados. Marcos 8:34. La Biblia de las Américas (LBLA). Condiciones para seguir a Jesús. Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. 

Un discípulo sigue a su Maestro, aun hasta la cruz. Esto es lo que significa morir a uno mismo y nacer de nuevo. El mandamiento de Cristo de “Sígueme” es una orden a participar en su muerte para experimentar una vida nueva en el Espíritu Santo.

Cuando se está unido en un lazo espiritual con el Cristo crucificado, aquellas cosas tan apreciadas en el mundo: riquezas, seguridad y posición, se renuncian. “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24 RVR60). Un hombre que toma la cruz, es uno que está crucificado con Cristo, que no siente ansiedad por el mañana, porque su futuro está en las manos de Dios.

Ninguna persona que no haya experimentado la muerte de la que habla la Biblia, puede calificar como eslabón legítimo en el proceso del discipulado, porque no está capacitada para reproducir la vida de Cristo en otros. “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24 RVR60). Sin muerte no hay nacimiento, ni crecimiento, ni reproducción, no hay un discipulado y que de fruto para vida eterna.

El Señor Jesucristo ordenó a sus discípulos reproducir en otros la plenitud de vida que ellos habían encontrado en Él (Juan 15:8). Les advirtió: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Juan 15:2). Un discípulo maduro debe enseñar a otros creyentes cómo vivir una vida agradable a Dios y debe equiparlos para adiestrar a otros, para que a su vez, éstos enseñen a otros. Ninguno es un fin en sí mismo, somos todos parte del cuerpo de Cristo. Cada discípulo es parte de la iglesia Dios para extender su Reino por medio de la predicación del evangelio eterno.

Sabemos esto, porque Cristo formó discípulos y ordenó a sus discípulos hacer discípulos. Mateo 28:19. La Biblia de las Américas (LBLA). Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Dios podía haber seleccionado cualquier otro método. Él deseaba expandir su evangelio y construir su Reino y decidió trabajar con sus hijos, aquellos que hemos aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador. Jesús optó por el discipulado. Él, personalmente se dedicó a adiestrar un pequeño grupo de hombres y los equipó para que a su vez, ellos adiestraran a otros, para que también éstos últimos enseñaran a otros más. Él les ordenó hacer discípulos.

Es por la gracia de Dios y no por nuestras capacidades, es por la misericordia y el perfecto amor, que Dios nos da vida a pesar de lo que somos, a pesar de nuestras limitaciones, a pesar de nuestros errores y pecados, así como les sucedió a todos los héroes de la fe que Dios nos muestra a través de los libros de la Biblia.

Nuestra salvación se debe a la gracia de Dios y se fundamenta en ella, la gracia de Dios es la fuente, nuestra fe es el instrumento. Pero nuestra obediencia es a la vez, la respuesta humana obligatoria y la evidencia innegable de la salvación. Efesios 2:2-10. La Biblia de las Américas (LBLA). De muerte a vida eterna por Jesucristo. Y Él os dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados), y con Él nos resucitó, y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús, a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de su gracia por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

Esta es la prueba de nuestra fe, esto es por lo que Santiago dice “la fe sin obras es muerta” Santiago 2:17 RVR60.

Efesios 3:17-19. La Biblia de las Américas (LBLA). De manera que Cristo more por la fe en vuestros corazones; y que arraigados y cimentados en amor, seáis capaces de comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa el conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios.

1 Pedro 2:2. Nueva Biblia al Día (NBD). Deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación,

Colosenses 3:16. Nueva Biblia al Día (NBD). Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón.

Efesios 4:15. Nueva Biblia al Día (NBD). Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.

Colosenses 2:6-7. Nueva Biblia al Día (NBD). Libertad en Cristo. Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.

Romanos 5:1-5. Nueva Biblia al Día (NBD). Paz y alegría. En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.

2 Corintios 3:18. La Biblia de las Américas (LBLA). Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.

2 Timoteo 3:10-17. Palabra de Dios para Todos (PDT). Pero tú me conoces, sabes lo que enseño y cómo vivo. Sabes también el propósito de mi vida, que tengo fe, paciencia y amor, y que no me doy por vencido ante la persecución ni el sufrimiento. Te enteraste de la clase de persecuciones que sufrí en Antioquía, Iconio y Listra y de cómo el Señor me salvó de todo eso. Pues todo el que pertenezca a Jesucristo y quiera vivir dedicado a Dios será perseguido, pero los perversos y los engañadores irán de mal en peor, engañarán y serán engañados.

Pero tú sigue practicando las enseñanzas que has aprendido. Sabes que son ciertas porque conoces a quienes te las enseñaron. Desde niño conoces las Sagradas Escrituras que te pueden hacer sabio. Esa sabiduría te lleva a la salvación a través de la fe en Jesucristo. Toda la Escritura es un mensaje enviado por Dios, y es útil para enseñar, reprender, corregir y mostrar a la gente cómo vivir de la manera que Dios manda, para que el siervo de Dios esté listo y completamente capacitado para toda buena obra.

1 Corintios 1:1-9. La Biblia de las Américas (LBLA). Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos los que en cualquier parte invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Siempre doy gracias a mi Dios por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús, porque en todo fuisteis enriquecidos en El, en toda palabra y en todo conocimiento, así como el testimonio acerca de Cristo fue confirmado en vosotros; de manera que nada os falta en ningún don, esperando ansiosamente la revelación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro.

Efesios 4:11-16. Palabra de Dios para Todos (PDT). Cristo mismo le dio dones a la gente: a unos, el don de ser apóstoles; a otros el de ser profetas; a otros el de anunciar la buena noticia de salvación; y a otros el de ser pastores y maestros. Él dio esos dones para preparar a su pueblo santo para el trabajo de servir y fortalecer al cuerpo de Cristo. Este trabajo debe continuar hasta que estemos todos unidos en lo que creemos y conocemos acerca del Hijo de Dios. Nuestra meta es convertirnos en gente madura, vernos tal como Cristo y tener toda su perfección.

Así no nos portaremos como niños, ni seremos como un barco a la deriva arrastrados por cualquier nueva enseñanza de quienes buscan engañarnos con sus trampas. Por el contrario, maduraremos y seremos como Cristo en todo sentido, enseñando la verdad con amor. Cristo es la cabeza, y el cuerpo entero depende de él. Por medio de él, todas las partes del cuerpo están ligadas y se mantienen unidas. Cada parte cumple su función y así todo el cuerpo crece y se fortalece por el amor.

Dios espera ver el crecimiento espiritual en cada uno de sus hijos, puesto que es un proceso progresivo que debe ir paso a paso, etapa por etapa, a través del único camino que es Jesucristo. La regeneración o nuevo nacimiento resulta en la transformación total de la conducta del creyente pero de la manera que un bebé crece y se desarrolla que para pasar a las etapas de la niñez, de la adolescencia y llegar hasta la etapa adulta finalmente. Asimismo el bebé en Cristo necesita ir creciendo y desarrollándose por etapas. A medida que el creyente se desarrolla, va aprendiendo a caminar como Cristo caminó.

Debemos comprender que no todos crecen al mismo tiempo y de la misma manera; primero, cada uno de nosotros somos responsables individualmente delante de Dios por nuestro desarrollo, teniendo en cuenta que cada persona viene trasfondos diferentes, de familias diferentes, con valores morales característicos de ellas, como su situación social y económica, así como su nivel educativo muy particular dependiendo en donde nació, en que ciudad y país. 

¿Puede un bebe recién nacido valerse por sí mismo? ¡Claro que no¡ el Señor espera que sean los padres quienes cuiden y protejan a sus hijos velando por todas sus necesidades hasta que estos puedan bastarse a sí mismos.

El Señor Jesucristo nos dejó un ejemplo de discipulado el cual se debe seguir aplicando hoy en día: fue el que realizó con su equipo ministerial de los doce apóstoles, con quienes se tomó el tiempo para que le conocieran y empezaran así un nuevo caminar con él; Él estuvo con ellos durante tres años, conoció sus vidas, sus hogares la condición en la que vivían, sus familias, su sueños, sus angustias, sus problemas, sus pecados, sus errores, sus tentaciones, sus pruebas, compartió los alimentos con ellos, vivieron juntos el peso y la responsabilidad del ministerio de la nueva iglesia naciente, les enseñó con su ejemplo la manera de vivir, de interactuar con sus semejantes, la forma de enfrentar la vida, las pruebas, las luchas, las tentaciones y el pecado, mostrándoles así la manera correcta de vivir y el verdadero propósito en esta tierra como seres humanos. Bendiciones.