Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La paz de Dios: Un llamado a confiar en Dios en medio de nuestras circunstancias-



Filipenses 4:6-7. Dios Habla Hoy (DHH). No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.

Dios por el Espíritu Santo nos recuerda a través de lo que encontramos en el capítulo 51 de Isaías que como hijos de Dios confiemos en él, que tenemos una herencia espiritual en Jesucristo y que debemos poner nuestra esperanza en él y sus promesas para vivir la vida cristiana normal en medio de las persecuciones, ultrajes y mentiras que el pueblo de Dios encuentre en su diario caminar. 

Descansemos en su presencia y sus promesas, descansemos en su amor y misericordia, refugiémonos en los brazos de nuestro amado Padre Celestial que nos adoptó por medio de su Hijo Jesucristo, abramos nuestro corazón y nuestra mente para recibir esa paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento. 

La condición para recibir esa promesa es que permanezcamos fieles en medio de todas nuestras situaciones. Debemos concentrarnos en amarle, adorarle, obedecerle y servirle con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro ser.

Isaías 51:1-8. Traducción en lenguaje actual (TLA). Un llamado a confiar en Dios en medio de nuestras circunstancias: la paz de Dios.

Dios dijo: « ¡Escúchenme todos ustedes, los que buscan a Dios y aman la justicia! Ustedes son descendientes de Abraham y de Sara. Miren el ejemplo que ellos les han dejado. Cuando yo llamé a Abraham, él era sólo uno, pero lo bendije y le di muchos hijos. » Aunque Jerusalén está en ruinas, yo la consolaré y la convertiré en un hermoso jardín. Será como el jardín que planté en Edén.

Entonces Jerusalén celebrará y cantará canciones de alegría y de acción de gracias». Dios continuó diciendo: «Préstame atención, pueblo mío; voy a dar mi enseñanza, y mi justicia servirá de guía para las naciones. Ya se acerca mi justicia, mi salvación está en camino. ¡Con mi poder juzgaré a las naciones! Los pueblos de las costas lejanas confían en mí. Mi poder los llena de esperanza.»

¡Levanten los ojos al cielo! ¡Miren la tierra aquí abajo! El cielo desaparecerá como humo, la tierra se gastará como un vestido, y sus habitantes morirán como moscas. Pero mi salvación y mi justicia permanecerán para siempre.» Escúchenme, ustedes que saben lo que es bueno y que conocen mi ley. No teman ni se desalienten por los insultos de la gente, porque esa gente desaparecerá como ropa comida por la polilla, como lana devorada por los gusanos. Pero mi salvación y mi justicia permanecerán para siempre».

Este pasaje nos muestra la palabra Escúchenme que indica una alerta, un llamado para sus hijos, para aquellos que de corazón sincero le buscan, le adoran y le sirven. Así como llamó a Abraham y de él hizo una nación a través de la cual llegó la salvación a toda la humanidad y nos lo ha puesto como ejemplo de fe, el cual creyó en esperanza contra esperanza en que Dios cumpliría lo que le había prometido. Esa herencia que le fue dada en Jesucristo nos pertenece, así que apropiémonos y descansemos en sus brazos, descansemos bajo su presencia.

Salmos 91:1-4 Traducción en lenguaje actual (TLA). Dios nos protege. Vivamos bajo el cuidado del Dios altísimo; pasemos la noche bajo la protección del Dios todopoderoso. Él es nuestro refugio, el Dios que nos da fuerzas, ¡el Dios en quien confiamos! Sólo él puede librarnos de los peligros ocultos y de enfermedades mortales; sólo bajo su protección podemos vivir tranquilos, pues nunca deja de cuidarnos.

Recordemos que para la humanidad sólo existen dos bandos espirituales en los que podemos estar; uno es el mundo y las tinieblas, gobernado por el diablo y sus demonios del cual fuimos rescatados por el poder Espíritu Santo y la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo por su sangre. El otro es el Reino de los Cielos en el que Dios gobierna por medio de su Hijo Jesucristo y el poder y la presencia del Espíritu Santo. De esta manera comprendamos que estamos en medio de un conflicto entre dos reinos pero que prevalece y nos conviene el reinado de nuestro Señor Jesucristo en nuestras vidas y nuestros hogares.

Como estamos en medio de una guerra espiritual y ya tomamos una decisión por el reino de los cielos y el Rey de Reyes, nuestro Señor Jesucristo, el diablo siempre intentará hacernos daño a nosotros los hijos de Dios para que retrocedamos de la fe en nuestro Señor y Salvador, y así tratar de destruirnos y matarnos.

Una manera de hacerlo es a través de las personas que están a nuestro alrededor en el lugar dónde vivimos, en el lugar dónde trabajamos o nos movamos; estas personas que están bajo su dominio de manera voluntaria, llenos de envidia, de amor por sí mismos, que es muy diferente a la autoestima natural, llenos de maldad y a las cuales debemos evitar, orar por ellos y bendecirlos como nuestro Padre nos lo ha enseñado para que se manifieste en nuestras vidas el carácter de Cristo por la manifestación del fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas.  

Siempre vamos a encontrar oposición y ataque a través de personas que no tienen a Cristo en su corazón. Juan 16:33. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Estas cosas las he hablado para que tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

Es por eso que debemos poner toda nuestra esperanza y nuestra confianza en nuestro Padre Celestial; este llamado de parte de Dios para nuestras vidas es imperativo, nos conviene y necesitamos que su brazo poderoso nos defienda, no temamos a lo que nos puedan hacer porque nuestro defensor no duerme y no se ha olvidado de nosotros, el tiene el poder para cambiar nuestras circunstancias y para bendecirnos conforme a todas las riquezas en gloria en nuestro Señor Jesucristo, él es el Creador de todo lo que existe en el universo, en los cielos y en esta tierra; Dios nos sana, nos perdona, nos restaura, nos defiende, nos protege, pelea por nosotros, nos da su paz, nos bendice, nos ayuda en todo tiempo.

Aferrémonos a su presencia en la que hay vida, libertad y bendición, es su presencia la que cambia las cosas, es su deseo lo que prevalece. Cuando Dios se manifiesta todo tiene luz y claridad, porque está escrito que donde está el Espíritu de Dios, allí hay libertad, que para esto apareció el Hijo de Dios en nuestras vidas para deshacer todas las obras del diablo que querían destruirnos; cuando el aparece en medio de nosotros, en medio de nuestras circunstancias, las tinieblas y toda obra de maldad deben huir de nuestras vidas, deben retroceder porque así él lo ha establecido, su presencia no la pueden resistir el diablo, ni sus demonios, ni aquellas personas que están bajo su domino.

No debemos temer a lo malo que nos puedan hacer algunas personas, debemos apoyarnos en el Padre Celestial, en el Espíritu Santo, esa es nuestra nueva naturaleza que nos fue dada el día que decidimos entregar nuestras vidas a nuestro Señor Jesucristo.

2 Timoteo 3. Dios Habla Hoy (DHH). Anuncio sobre los últimos días. También debes saber que en los tiempos últimos vendrán días difíciles. Los hombres serán egoístas, amantes del dinero, orgullosos y vanidosos. Hablarán en contra de Dios, desobedecerán a sus padres, serán ingratos y no respetarán la religión. No tendrán cariño ni compasión, serán chismosos, no podrán dominar sus pasiones, serán crueles y enemigos de todo lo bueno. Serán traidores y atrevidos, estarán llenos de vanidad y buscarán sus propios placeres en vez de buscar a Dios. Aparentarán ser muy religiosos, pero con sus hechos negarán el verdadero poder de la religión.

No tengas nada que ver con esa clase de gente. Porque a ellos pertenecen esos que se meten en las casas y engañan a débiles mujeres cargadas de pecado que, arrastradas por toda clase de deseos, están siempre aprendiendo pero jamás llegan a comprender la verdad. Y así como Janes y Jambrés se opusieron a Moisés, también esa gente se opone a la verdad. Son hombres de mente pervertida, fracasados en la fe. Pero no avanzarán mucho, porque todo el mundo se dará cuenta de que son unos tontos, igual que les pasó a aquellos dos que se opusieron a Moisés.

No es volvernos extremistas, ni fanáticos, ni anticuados, sino entender nuestra naturaleza espiritual, comprender nuestra posición en Cristo en los lugares celestiales y ver que lo más importante para nuestras vidas es vivir agradando a nuestro Padre Celestial, haciendo lo correcto en todos nuestros asuntos, en todos nuestros caminos, en todas nuestras decisiones, en todos nuestros planes y proyectos, es alinearnos en la voluntad de Dios para nuestras vidas como él nos lo recuerda a través de Jeremías 29:11-14. Dios Habla Hoy (DHH). Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a mí en oración y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, porque me buscarán de todo corazón. Sí, yo dejaré que ustedes me encuentren, y haré que cambie su suerte: los sacaré de todas las naciones y de todos los lugares por donde los dispersé, y los reuniré y haré que vuelvan a este lugar de donde los desterré. Yo, el Señor, lo afirmo.”      

Isaías 51:9-23. Traducción en lenguaje actual (TLA). Los israelitas clamaron: «¡Despierta, Dios, despierta! ¡Despierta y vístete de fuerza! Muestra tu poder como lo hiciste en el pasado, cuando destruiste a los egipcios.» Tú secaste las aguas del mar y allí abriste un camino por donde marchó tu pueblo liberado. Lo mismo que en el pasado, ahora volverán los que tú rescataste y entrarán en Jerusalén con gritos de alegría. Estarán llenos de alegría, y el llanto y el dolor desaparecerán».

Dios dijo: «Soy yo mismo el que los anima. ¿Por qué le tienen miedo a simples seres humanos que no son más que hierba? No olviden que yo soy su creador, yo soy el que extendió los cielos y afirmó la tierra. No teman al enemigo que con furia quiere destruirlos. Frente a mi poder toda su furia desaparece.» Pronto serán liberados los prisioneros; no les faltará el pan ni morirán en la cárcel, porque yo soy el único Dios, el Dios todopoderoso. Yo agito el mar, y las olas se levantan con estruendo.» Yo les dije lo que deben decir, y los protegeré con mi poder. Yo he extendido los cielos y afirmado la tierra, y ahora digo: “Habitantes de Jerusalén, ¡ustedes son mi pueblo!”»

Isaías dijo: «¡Despierta, Jerusalén, despierta! Levántate, tú que has sufrido el enojo de Dios. Lo has sufrido tanto que ya ni levantarte puedes. De todos los hijos que tuviste, no hubo ninguno que te guiara; de todos los hijos que criaste, ninguno te tomó de la mano.» Estas dos desgracias han venido sobre ti: ¡Has sufrido la guerra y el hambre! ¿Quién tendrá compasión de ti? ¿Quién te consolará? Tus hijos están tirados por las calles, están como venados atrapados en la red. Toda la furia y el reproche de Dios han caído sobre ellos.» 

Por eso, habitantes de Jerusalén, ustedes que están borrachos pero no de vino, escuchen lo que dice su Dios, el Dios que defiende a su pueblo: “En mi enojo los castigué duramente y los hice rodar por el suelo; pero ya no volveré a castigarlos. Más bien castigaré a sus enemigos, esos que les dijeron: ‘¡Tírense al suelo, para que los aplastemos!’ Ustedes obedecieron, ¡y ellos los aplastaron!”»

Confiemos en el Padre Celestial en medio de nuestro diario vivir, en el lugar y el tiempo que nos ha tocado vivir, confiemos en que esta semana el nos defenderá, y que el nos ha ayudado en todo tiempo, que Dios que nos rescató del mundo, no nos dejará, ni nos desamparará, que nos ayudara en todo tiempo, el no permitirá que nos destruyan.

Mateo 16:16-18. Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH). Simón Pedro respondió: “Tú eres el Cristo (el Mesías), el Hijo del Dios viviente.” Entonces Jesús le dijo: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos. Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las Puertas del Hades (los poderes de la muerte) no prevalecerán contra ella.

Las puertas de la ciudad en los tiempos bíblicos se refiere a que todas las ciudades las amurallaban para protegerse de ejércitos enemigos y la única entrada a la ciudad eran sus puertas. Las puertas de la ciudad se abrían en la mañana y gente de otros pueblos venían a vender sus mercancías, pero también oficiales de gobierno, representantes de otros pueblos venían para hablar y negociar con el rey de la ciudad.

Sobre los muros de la ciudad había torres de vigilancia y el rey tenía un soldado vigilando todo el día a quien se acercaba. Cualquier movimiento sospechoso, era avisado al rey para que estuviera alerta, y salieran soldados a defender la ciudad. Cuando venía algún otro rey o un representante del Rey, tenía que parase antes de la entrada y solicitar hablar con el rey o permiso para entrar. Si no era de confianza el rey enviaba un representante suyo a hablar con la persona, fuera de las puertas, para evitar algún problema.

Todo rey era cuidadoso de a quien permitía entrar en su ciudad, porque podían parecer inofensivos y tener “agendas secretas” de espionaje para darle a conocer al enemigo lo que vieron. A la caída del sol, las puertas se cerraban con gran seguridad

La iglesia de Cristo tiene un enemigo – Satanás. Desde el principio el diablo ha tratado de engañar a la humanidad para destruirlos en el infierno. Dios nos advierte estas cosas para que no nos tomen de sorpresa. Dios quiere que le ganemos al diablo en la batalla. Efesios 6:10-12. Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza, para que podáis resistir en el día malo y habiendo acabado, estéis firmes.” 2 Corintios 10:4-5. “Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”

Dios nos ha dado autoridad sobre las fuerzas del enemigo: Lucas 10:19. “He aquí os doy potestad para hollar serpientes y escorpiones y sobre toda fuerza del enemigo y nada os dañara.” Marcos 16:16. “Y estas señales seguirán a los que creen, en mi nombre echaran fuera demonios”

Cada creyente debe cuidar su vida y estar vigilante de los agentes de Satanás que cada día se acercan a nuestra puerta. Los agentes del diablo, se disfrazan de gente buena, pero no te dejes engañar. El diablo quiere destruirte. El vino para matar tu deseo de servir a Dios, robarte el gozo y la paz que Dios te ha dado. Pero lo hace encubiertamente para que caigas en su trampa. Los agentes del diablo tratan de negociar contigo y venderte su producto. Ten cuidado. No parece que sea malo lo que te ofrece, pero te ocupa el tiempo que le dabas a Dios y de pronto estas tan envuelto en los negocios de la vida que no tienes tiempo de venir a la iglesia, ni de orar o leer la Biblia en casa.

La roca se refiere a la declaración que acababa de hacer Pedro: “Tu eres el Cristo, el hijo del Dios Viviente” Mateo 16:16 Cristo es la roca de salvación, la roca eterna. La iglesia se edifica sobre la verdad de Cristo, el Hijo de Dios. No se trata de una religión sino de una relación con Dios. No se trata de normas o costumbres, sino de la verdad que te hace libre del pecado y de la potestad de las tinieblas. Por eso, es que las puertas del infierno no pueden prevalecer contra la iglesia. Porque Cristo mismo la edifica y él es mucho más poderoso que el Diablo.

“Las puertas del infierno” se refiere a la entrada del infierno. Se refiere al lugar donde el diablo viene a tentarte o a negociar contigo para hacerte caer. Se refiere al lugar donde trata de engañarte para que caigas en sus trampas. Constantemente está recibiendo almas perdidas que mueren sin salvación. Satanás y todos sus demonios están buscando a quien devorar, como león rugiente y la Biblia dice en 1 Juan 5:19 que el mundo entero está bajo el maligno.

Nosotros en un tiempo también andábamos perdidos, haciendo lo malo delante de Dios. Y aun después de entregarnos a Dios muchas veces fallamos y ofendemos a Dios con nuestras palabras y acciones. Por eso Satanás nos acusa, como hizo con Job, que Dios dijo que era varón justo y santo, pero Satanás le decía a Dios que Job solo lo serbia por los intereses en los beneficios que estaba recibiendo de Dios. El diablo nos acusa porque quiere meternos al infierno, pero no lo va a lograr porque la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.

Ni las maquinaciones ni las estratagemas del Diablo tienen poder sobre la iglesia de Cristo. Ninguna fuerza del enemigo podrá prevalecer contra una iglesia que sabe que tiene autoridad para deshacer las obras del diablo, para hollar la serpiente antigua, y los escorpiones demoniacos y salir victorioso, porque Cristo cuando murió en la cruz del Calvario venció al Diablo y a todas las potestades de las tinieblas para siempre.

“No prevalecerán” Prevalecer significa imponerse o triunfar sobre algo que se oponía. No solo que el diablo no nos puede hacer volver atrás al pecado, sino que la iglesia, va marchando adelante arrebatándole las almas que él creía que ya tenía ganadas. Muchos que iban camino a la perdición han encontrado la salvación al conocer la verdad de Dios. Así se cumple la promesa que Dios le dio a Abraham en Génesis 22:17 “Tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos” Y Abraham, es llamado padre de la fe, así que es también padre de todos los creyentes.

Prevaleceremos contra Satanás, cuando nos mantenemos firmes en la fe no dejándonos engañar y cuando marchamos rescatando más almas para el reino de Cristo. Así que vistámonos del Señor Jesucristo, tomemos las armas espirituales, andemos y vivamos en la presencia de Dios, busquemos y dependamos del Espíritu Santo en todos nuestros caminos, busquemos la ayuda de Dios en todo tiempo, apoyémonos en el brazo poderoso de Dios, refugiémonos en su presencia, anhelemos y busquemos su presencia en todo tiempo, el Padre Celestial es lo mejor que tenemos, lo más excelente, nada se puede comparar a la vida de Dios a través del Señor Jesucristo, nada se puede comparar a la presencia y la ayuda de Dios el Espíritu Santo. Es de la mano de Dios que encontramos paz y reposo para nuestras almas. Bendiciones.

Sentados en el reposo juntamente con Cristo en los lugares celestiales-


Efesios 2:4-8. La Biblia de las Américas (LBLA). Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados), y con El nos resucitó, y con El nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús, a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de su gracia por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios

Es bueno y necesario que nosotros como hijos de Dios (la iglesia de Cristo), conozcamos, entendamos y vivamos de acuerdo a la verdad espiritual, de que el Padre Celestial nos ha sentado en lugares espirituales en Cristo, de que estamos sentados en el reposo de Dios, el lugar preparado para nosotros desde antes de la fundación del mundo, que entendamos que operando nuestras vidas desde esta posición espiritual, somos ungidos y revestidos por la unción y el poder del Espíritu Santo para alabanza de su gloria.

Colosenses 3:1-2. Nueva Traducción Viviente (NTV). Vida nueva con Cristo. Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra.

Nuestra doctrina acerca de este tema debe ser clara y fundamentada en la ROCA ETERNA: JESUCRISTO; debemos desear y pedir que seamos llenos de conocimiento espiritual, que seamos llenos de entendimiento espiritual, debemos anhelar y pedir ser llenos del perfecto amor, debemos anhelar y pedir dirección por parte del Espíritu Santo, debemos desear y pedir el discernimiento espiritual, debemos colocar en nuestro corazón el hacer la voluntad de Dios para nuestras vidas.

Vamos a estudiar la carta a los Efesios para tomar de estas verdades y como base, veremos algunos aspectos que nos dejó el pastor WATCHMAN NEE, quien ya hace tiempo murió y quien se encuentra en la presencia del Señor; este ministro ha sido uno de los grandes maestros usados por el Espíritu Santo en nuestra época, trayendo la revelación de las escrituras de una manera práctica y vivencial para su el pueblo de Dios, la iglesia de Jesucristo en todas las naciones de la tierra.

Efesios 1:9-11. Nueva Traducción Viviente (NTV). Ahora Dios nos ha dado a conocer su misterioso plan acerca de Cristo, un plan ideado para cumplir el buen propósito de Dios. Y el plan es el siguiente: a su debido tiempo, Dios reunirá todas las cosas y las pondrá bajo la autoridad de Cristo, todas las cosas que están en el cielo y también las que están en la tierra. Es más, dado que estamos unidos a Cristo, hemos recibido una herencia de parte de Dios, porque él nos eligió de antemano y hace que todas las cosas resulten de acuerdo con su plan.

Toda la carta a los Efesios nos lleva a aprender y comprender como debemos vivir la verdadera vida cristiana de una manera practica en todos nuestros asuntos, en todas las esferas y lugares en dónde Dios nos ha permitido vivir y cumplir de una manera eficaz y eficiente con el llamado y los propósitos de Dios para nuestras vidas y nuestros hogares en el tiempo que nos ha tocado vivir.

Además tenemos que ser conscientes de que en el mundo espiritual estamos en un constante conflicto entre el reino de los cielos y el mundo (el reino de las tinieblas) el sistema gobernado por el diablo y sus demonios. Solo tenemos dos opciones para elegir: o en el reino de los cielos sentados juntamente con Cristo o en el mundo como instrumentos de pecado y maldad.

Para poder disfrutar de esta posición y privilegio debemos abandonarnos en Dios, y que sea la vida de Cristo en nosotros, nacer de nuevo por el Espíritu Santo, Gálatas 2:20. Dios Habla Hoy (DHH). Y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí. 

Veamos que la palabra sentar o sentados contiene la verdad espiritual para un verdadera experiencia cristiana y el estado ideal para nuestras almas es andar en nuestra vida espiritual desde el punto de descanso, desde el reposo de Dios, llevando una vida y una conducta que esté de acuerdo a nuestra vocación. Vemos que la carta a los efesios nos muestra tres palabras claves en las que debemos movernos en todo tiempo.

Nuestra posición en Cristo — "SENTAR" (2:6). En la primera división de la carta notaremos la palabra sentar (2:8), clave de esa sección, que contiene el secreto de una verdadera experiencia cristiana. Dios nos ha hecho sentar con Cristo en lugares celestiales, y todo creyente tiene que comenzar su vida espiritual desde ese punto de descanso.

Nuestra vida en el mundo — "ANDAR" (4:1). En la segunda división tomamos la palabra andar, como expresiva de nuestra vida en el mundo, que es, justamente, el tema de esta parte. En ella se nos exhorta a manifestar en nuestro andar una conducta que esté a la par con nuestra elevada vocación.

Nuestra actitud frente al enemigo — "ESTAR FIRMES" (6:11). Finalmente, en la tercera división, hallamos la clave de nuestra actitud frente al enemigo en las palabras estar firmes, que expresan nuestro lugar de victoria hasta el fin.

La vida del cristiano siempre presenta estas tres actitudes: hacia Dios, hacia el hombre, y hacia los poderes satánicos. Para ser un instrumento útil en las manos de Dios el hombre debe estar en buen ajuste: en su posición, en su vida diaria, y en el combate contra las fuerzas del mal. Tomaremos entonces estas palabras, "Sentaos", "Andad", "Estad firmes", como índices de la enseñanza de esta epístola, y como texto de su presente mensaje a nuestros corazones. Será de mucho provecho observar tanto el orden como la relación en que aparecen.

Sentaos

El Dios de nuestro Señor Jesucristo, le levantó de entre los muertos, y le sentó a su diestra en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra no sólo en este siglo, sino en el venidero (Efesios 1:17-21. VM).

Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: no por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2:6-9).

“Dios le sentó y asimismo nos hizo sentar." Consideremos primeramente lo que implica esta palabra "sentar". Como ya hemos dicho, revela el secreto de una vida celestial. La vida cristiana no empieza con caminar; empieza con sentarse. La era cristiana comenzó con Cristo, de quien leemos que, "habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de Sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas" (Hebreos 1:3). Con igual acierto, podemos decir que la vida individual cristiana comienza cuando el hombre se ve "en Cristo", es decir, cuando, por fe, nos vemos sentados con Él en lugares celestiales.

La mayoría de los creyentes yerran, procurando andar a fin de poder sentarse y descansar, pero eso es invertir el orden. El raciocinio humano nos dice que si no andamos no alcanzaremos nuestro objetivo. ¿Qué podemos lograr sin esfuerzo? ¿Cómo es posible avanzar si no nos movemos? Pero la vida de fe es una cosa extraña. Si al comienzo nos esforzamos por hacer, nada logramos. Si nos afligimos por obtener, perdemos todo. La razón está en que el cristianismo se inicia no con mucho hacer, sino con un gran: "Consumado es. 

Así vemos que la carta a los Efesios comienza declarando que Dios nos "ha bendecido con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo" (1:3) y, desde un principio, se nos convida a que nos sentemos para disfrutar lo que Dios nos ha dado, y no a que hagamos algo nosotros mismos.

El andar implica esfuerzo, mientras que Dios dice que somos salvos "no por obras" —no por nuestro esfuerzo— sino "por su gracia. . .por medio de la fe" (2:8).

La vida cristiana, del principio al fin, descansa sobre la base de una completa dependencia en el Señor Jesús. No existe limite a la gracia que Dios desea derramar sobre nosotros. Él nos dará todo, pero nada podremos recibir mientras no descansemos en Él. Sentarnos indica actitud de descanso. Algo se ha concluido, cesa el trabajo y nos sentamos. Es paradójico pero también cierto que, en la vida de fe, sólo avanzamos si primero hemos aprendido a sentarnos.

En realidad ¿qué significa "sentarnos"? Mientras caminamos o estamos de pie, cargamos todo el peso de nuestro cuerpo sobre las piernas, pero cuando nos sentamos todo el peso del cuerpo, no importa cuánto sea, descansa sobre la silla en que nos sentamos. Nos cansamos cuando caminamos o estamos de pie, pero muy pronto desaparece el cansancio cuando nos sentamos. Andando, o parados, expendemos energías pero al sentarnos inmediatamente descansamos, porque la carga no está ya sobre nuestros músculos y nervios sino en algo fuera de nosotros.

Del mismo modo, en la esfera espiritual, sentarnos significa sencillamente descargar todo el peso, nuestra carga, nosotros mismos, nuestro futuro, todo, en el Señor. Dejamos que El lleve la carga y ya no procuramos llevarla nosotros.

El apóstol ruega que los ojos de nuestro entendimiento sean abiertos (1:18) para comprender el contenido de esa verdad de doble significado, que Dios primero, por su gran poder, le ha hecho sentar a Él; y luego por su gracia, a nosotros "nos hizo sentar con Él".

Así, la primera lección que corresponde aprender es que la obra no es nuestra, sino la suya. No somos nosotros los que obramos para Dios, sino que El obra para nosotros. Dios nos da esa posición de descanso. Dios trae la obra consumada de su Hijo y nos la presenta, y luego dice: "Sentaos". Su ofrecimiento, creo yo, no puede ser expresado en términos más apropiados que las palabras de invitación a aquel gran banquete, en Lucas 14:17: "Venid, que ya todo está aparejado". De manera que comenzamos nuestra vida de creyentes, no obrando, sino descubriendo lo que Dios ya ha provisto.

Partiendo de este punto la experiencia del creyente sigue, como comenzó, no en base a su propio obrar, sino siempre en base a la obra consumada de otro. Cada nueva experiencia espiritual se inicia con la aceptación por fe de lo que Dios ha hecho: un nuevo "sentarnos", por decirlo así. Esto es una norma de vida, y Dios mismo la ha establecido.

Andad

Hemos procurado establecer que la experiencia cristiana no comienza con el "andar" sino con el descansar. Cada vez que invertimos el orden tenemos como resultado el fracaso. El Señor Jesucristo hizo todo para nosotros; ahora necesitamos descansar confiadamente en Él. Cuando emprendemos algo impulsados por nuestra propia energía, inmediatamente nos encontramos, por así decirlo, frente a una muralla infranqueable. Sólo cuando confiamos en el Señor nos vemos conducidos en su potencia. No podemos insistir demasiado en que toda verdadera experiencia espiritual comienza con el descansar.

Sin embargo, ahí no termina. Aunque la vida cristiana comienza con el "sentar", siempre le sigue el "andar". Si nos hemos sentado bien y firmemente y hemos ganado fuerzas por el descanso, es entonces cuando realmente comenzamos a andar. El sentarse describe nuestra posición con Cristo en lugares celestiales. El andar es la expresión práctica aquí en la tierra de ese lugar que ocupamos en los cielos. Como pueblo celestial, nos corresponde llevar la impresión celestial en toda nuestra conducta terrenal, y esto trae consigo nuevos problemas. ¿Qué nos dice, pues, la Epístola a los Efesios acerca de nuestro andar?

Encontramos dos cosas en que insiste la epístola. De la primera trataremos en seguida: Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis. llamados; con toda humildad y mansedumbre (4:1-2). Esto pues digo. . . que ya no andéis vosotros como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente. . . renovaos en el espíritu de vuestra mente (4:17-23). Andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a Sí mismo por nosotros (5:2). Andad como hijos de luz. . . comprobando lo que es agradable al Señor (5:8,10).

Ocho veces aparece en Efesios la palabra "andar". Su significado literal es el de "caminar alrededor", y es aquí usada por Pablo en forma figurativa para representar nuestro comportamiento, nuestra conducta. Trae en seguida a nuestra consideración el asunto del andar del creyente, y esta segunda parte de la epístola se ocupa mayormente de esto. La prueba de nuestra conducta está en las relaciones, y éste es el marco dentro del cual considera el tema. Las relaciones entre creyentes, entre vecinos, entre marido y mujer, entre hijos y sus padres, patrones y obreros, son tratadas en forma muy práctica.

Si bien es verdad que somos un pueblo celestial, no es suficiente hablar de un cielo distante. A menos que traigamos lo celestial a nuestros hogares y oficinas, a nuestros negocios y cocinas, y lo practiquemos allí, carecerá de significado.

Quisiera sugerir, queridos hermanos, que aquellos que somos padres y los que somos hijos busquemos en el Nuevo Testamento cómo deben comportarse los padres y cómo los hijos. Quizá nos sorprenda lo que encontremos pues temo que muchos de los que decimos estar sentados en lugares celestiales en Cristo llevamos un andar muy dudoso en nuestros hogares.

Lo mismo aplicable a esposos y esposas; hay muchos pasajes para ellos. Lee Efesios 5, y luego pasa a 1 Corintios 7. Le haría bien a cada esposo y esposa leer este último capítulo detenidamente para descubrir lo que demanda una verdadera vida matrimonial: un matrimonio espiritual ante Dios y no una mera teoría. No se atrevan a teorizar sobre algo tan práctico.

Miremos ahora en el campo de las relaciones cristianas, y veamos qué directos son los mandamientos de Dios en la sección que estamos meditando. "Andad. . . con toda humildad y mansedumbre." "Desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo." "Airaos, pero no pequéis." "No hurte más." "Toda amargura... sea quitada de vosotros." "Sed benignos los unos con los otros. . . perdonándoos." "Sed llenos del Espíritu. . . someteos unos a otros." "Obedeced." "No provoquéis." "Haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas" (Ef. 4:1,2,25,26,28,32; 5:18,21; 6:1,4, 9). Nada podría ser más práctico que esta lista de imperativos.

Estad Firmes

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. . . para que podáis resistir en el día malo, y estar firmes. Estad pues firmes, ceñidos vuestros lomos. . . vestidos de la coraza de justicia, y calzados los pies. . . tomad el escudo de la fe. . . y . . . el yelmo de salvación . . . y la espada ... orando . . . velando... (Efesios 6:10-18).

La experiencia cristiana tiene sus comienzos en el "sentarse" que conduce al "andar", pero no concluye con éstos. Todo creyente tiene que aprender a "estar firme". Es necesario saber "sentarnos" con Cristo en lugares celestiales y "andar" como es digno de El en este mundo terrenal, pero también es necesario saber estar firmes ante el enemigo. La lucha es el tema que se nos presenta aquí en la tercera parte de la epístola a los Efesios (6:10-20). Es lo que Pablo describe como la "lucha contra huestes espirituales de maldad".

Hagamos un breve repaso del orden en que Efesios nos presenta estas verdades: es "sentaos. . . andad. . . estad firmes". Porque ningún creyente puede tener esperanzas de participar en este conflicto de los siglos si antes no ha aprendido a descansar en Cristo y en lo que Él ha hecho; y luego, por el poder del Espíritu obrando en su corazón, le ha seguido en una vida práctica, santa en esta tierra.

Si se muestra deficiente en cualquiera de estas fases, de nada valdrá en la lucha, y aun es posible que nada sabrá de ella, porque Satanás puede hacer caso omiso de él. Pero puede ser hecho fuerte "en el Señor, y en el poder de su fuerza" al comprender el valor de su exaltación y lo que significa su morada en él (cp. 6:10 con 1:9 y 3:6). Con estas dos lecciones bien aprendidas podremos apreciar este tercer principio de la vida cristiana que se nos presenta en las palabras: "Estad firmes".

Dios tiene un enemigo, que tiene bajo su gobierno a millares de demonios y ángeles caídos que buscan inundar el mundo de mal y excluir a Dios de su propio reino. Esto es lo que significa el verso 12, y es la explicación de lo que está ocurriendo en nuestro derredor. Nosotros vemos sólo "sangre y carne" encarándonos, es decir, el conjunto de reyes y gobernantes hostiles, pecadores y hombres perversos.

Pablo dice: No, nuestra lucha no es contra éstos, "sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes": en fin, contra la astucia del diablo mismo. Hay dos tronos en guerra. Dios reclama la tierra como su dominio y Satanás procura usurpar la autoridad de Dios. La Iglesia es llamada a desalojar a Satanás de su dominio y a reconocer a Cristo como Cabeza sobre todo. ¿Qué estamos haciendo nosotros?

Quiero ahora, tratar este asunto del conflicto, refiriéndome primero en términos generales a aquellos aspectos que afectan la vida personal, y luego en un sentido más definido a la obra que el Señor nos ha encomendado. Hay muchos ataques satánicos dirigidos directamente contra los hijos de Dios. Quiero ahora, tratar este asunto del conflicto, refiriéndome primero en términos generales a aquellos aspectos que afectan la vida personal, y luego en un sentido más definido a la obra que el Señor nos ha encomendado. Hay muchos ataques satánicos dirigidos directamente contra los hijos de Dios.

Nuestra posición es con el Señor en los cielos, y estamos aprendiendo a andar con Él ante el mundo, pero ¿cómo vamos a conducirnos en la presencia del adversario, adversario de Dios y nuestro? La palabra de Dios dice: "¡Estad firmes!" "Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo" (6:11). En, el griego, las palabras "estad firmes contra" significan "mantener la posición", o "no ceder terreno". Esta orden divina contiene una verdad muy preciosa. Quiere decir que el terreno en disputa es, en realidad, de Dios y, por lo tanto, también nuestro. Si no fuese así, nosotros tendríamos que conquistar el lugar en que afirmar nuestros pies.

Casi todas las armas nombradas en Efesios son defensivas: aun la espada, puede ser usada tanto para la defensiva como para la ofensiva. La diferencia entre la guerra defensiva y la ofensiva es que en la guerra defensiva ya domino el terreno y sólo procuro retenerlo, mientras que en la ofensiva no lo tengo y me esfuerzo por conquistarlo. Y en esto consiste la diferencia entre la lucha entablada por el Señor y aquella en que estamos comprometidos nosotros. La suya era ofensiva; la nuestra es esencialmente defensiva.

El Señor luchó con Satanás a fin de obtener la victoria. Mediante la Cruz llevó la guerra hasta los umbrales del infierno mismo, a fin de llevar cautiva la cautividad (4:8, 9). Hoy nosotros batallamos solamente por mantener y consolidar la victoria que el Señor ha ganado. Por la resurrección Dios proclamó a su Hijo vencedor sobre todo el reino de las tinieblas, y el terreno que Él conquistó nos lo ha dado a nosotros. Nosotros no necesitamos luchar para obtenerlo. Sólo tenemos que luchar para conservarlo.

Nuestra responsabilidad es de mantener y no de atacar. No es asunto de avanzar sino de permanecer: permanecer en Cristo. En la persona de Cristo, Dios ya ha vencido. Nos ha dado la responsabilidad de mantener en alto esa victoria. En Cristo la derrota del enemigo es un hecho consumado y ahora la Iglesia está para hacer evidente esta victoria sobre él. En Cristo somos vencedores: y no sólo eso, sino "más que vencedores" (Ro. 8:37). Por consiguiente, en Él "estamos firmes". No luchamos por ganar la victoria; luchamos en base a la victoria ya ganada. Nuestra lucha no tiene por fin ganar sino que luchamos porque Cristo ya ha triunfado. Vencedores son los que descansan en la victoria que Dios ya les ha dado.

Sólo los que saben "sentarse" y descansar en Él pueden también "estar firmes". Nuestro poder para estar firmes, así como para andar, está en saber descansar en Cristo. La fuerza del creyente para andar y para guerrear, proviene de la posición que ocupa allí. Si no ha sabido sentarse ante Dios, tampoco sabrá estar firme ante el enemigo.

El objetivo principal de Satanás no es el de hacernos pecar, sino de quitarnos de nuestra posición, el perfecto triunfo en el Señor, para hacer posible y fácil nuestra caída. Por vía de la cabeza o del corazón, del intelecto o de los sentimientos, asalta nuestro reposo en Cristo o nuestro andar en el Espíritu.

Pero para cada punto de ataque tenemos armas defensivas: el yelmo o la coraza, el cinto o el calzado, y para completarlo todo, el escudo de la fe para apagar los dardos de fuego. La fe proclama: Cristo está ensalzado. La fe proclama: Por gracia somos salvos. La fe proclama: Tenemos acceso por medio de El. La fe proclama: Cristo mora en nosotros por su Espíritu (1:20; 2:8; 3:12, 17).

Por ser suya la victoria, es también nuestra. Si nos limitáramos sólo a mantener el estado de victoria y no procuráramos ganarla, pronto veríamos al enemigo en fuga. No debemos pedir al Señor que nos capacite a nosotros para vencer al enemigo, ni aun mirarle para ganar la victoria, sino alabarle porque ya lo ha hecho; El es Vencedor. Es en realidad un asunto de fe en Él. Si creyéramos al Señor, no pediríamos tanto sino que le alabaríamos más. Cuanto más sencilla y esclarecida la fe en El, menos oraremos en semejantes situaciones y más alabanzas le daremos.

De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho... Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy... (Mt. 18:18-20).

De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre: pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. . . En aquel día pediréis en mi nombre (Jn. 16:23, 24, 26).

Nadie puede ser salvo sin conocer el Nombre de Jesucristo, y nadie puede ser usado eficazmente por Dios si no conoce la autoridad de ese Nombre. Hoy ese Nombre nos dice que Dios ha entregado toda autoridad a su Hijo, de modo que en el Nombre mismo hay poder.

El poder de su nombre opera en tres sentidos. En nuestra predicación es eficaz para la salvación de los hombres en la remisión de sus pecados (Hch. 4:10-12), en su limpieza, justificación y santificación para con Dios (Lc. 24:47; Hch. 10:43; 1 Co. 6:11).

En nuestra lucha, es poderoso contra las fuerzas satánicas para atarlas y sujetarlas (Mr. 16:17; Lc. 10:17-19; Hch. 16:18). Y, como ya hemos visto, es eficaz ante Dios, porque en dos ocasiones se nos dice: "Todo lo que pidiereis", y dos veces: "Si algo pidiereis. . ." (Jn. 14:13, 14; 15:16; 16:23). Ninguna obra puede ser llamada obra de Dios, si Dios no está comprometido en ella. Lo que vale es la autorización para hacer uso de su Nombre. Tenemos que estar en condiciones de poder levantarnos y hablar en su Nombre. Si no, nuestra obra carecerá del impacto espiritual indispensable.

Finalmente, el propósito y meta de toda obra en que Dios puede identificarse tiene que ser Su propia gloria; lo que significa que nosotros nada sacamos de ella para nosotros mismos. Es un principio divino que cuanto menor sea la satisfacción personal que recojamos nosotros, mayor será el valor de esa obra para Dios.

La vida cristiana consiste en estar sentados con Cristo, andar con Él y estar firmes en Él. Comenzamos nuestra vida espiritual descansando en la obra consumada de Cristo. Ese reposo es la fuente de recursos para un andar estable y sin fluctuar en este mundo. Y al fin de difícil lucha con las huestes del mal, nos encontramos con Él en posesión triunfante del campo de batalla. "A Él sea la gloria por siempre jamás."

Bendiciones.